Santa y la llegada del cine sonoro a México

Por Mariana Uty Estrada.

La primera adaptación que se hizo de la novela de Federico Gamboa fue en 1918, dirigida por Luis G. Peredo. Es importante hacer mención a esta versión puesto a que pertenece a un estilo, por llamarlo así, que México comenzaba a desarrollar en aquel entonces, y que ahora forma parte de la mayoría de las producciones no sólo cinematográficas, sino también televisivas.

Así es, el melodrama. De acuerdo con Películas de Cine Mexicano, Santa fue el dieciochavo largometraje realizado en nuestro país, y el doceavo en pertenecer al género de pasiones y amores no correspondidos.

Cabe mencionar que esta silente y primera producción significó un parteaguas en la historia del cine mexicano; por un lado debido a la popularidad que alcanzó la película, pues en aquel entonces, la novela publicada en 1903 seguía vigente; por el otro, el papel que representa el personaje de Santa en la sociedad: una mujer que no tiene opción más que resignarse a tener una vida trágica, después de haber cometido actos, que para esa sociedad, son imperdonables.

En 1932, el director Antonio Moreno presentó una segunda versión de esta cinta, que fue a su vez la primera película mexicana sonora. Ésta, al igual que la anterior, fue muy bien recibida, en su momento incluso, fue un todo un éxito taquillero.

Santa de 1932 se encuentra entre las mejores películas de cine mexicano. Claro está que ser la que lo inició todo, en cuestión de sonido, hace que sea imposible pasarla por alto. Sin embargo, hay varios detalles que me gustaría puntualizar. Dejando a un lado que estamos hablando de los años treinta, donde no se contaba con la tecnología que tenemos hoy, hay elementos en la narrativa que no están bien estructurados.

Si hiciera referencia a los aspectos técnicos, mencionaría que el sonido en algunas escenas no es muy claro, que de repente los cortes de edición son repentinos, que los movimientos de cámara son algo abruptos, entre otras cosas. Por esto mismo, aclaro que solo haré mención del contenido, más que de la forma.

Ésta, presentada en forma lineal, y para los que no se la saben, cuenta, en síntesis, la historia de Santa (Lupita Tovar), una mujer del poblado de Chimalistac (nótese que digo ‘poblado’ por la época) que es desconocida por su familia una vez que tiene un amorío con un militar. Debido a las circunstancias en las que se encontraba – y ya se imaginarán en aquel entonces -, no tuvo más opción que dedicarse a la prostitución.

El tema a tratar está muy bien llevado en la novela. Se centra en los sentimientos de la protagonista, y cómo es percibida por una sociedad en la que para sobrevivir, el status y la reputación son indispensables. ¿Les suena familiar? Una vez que fue llevado a la pantalla grande en su segunda edición, eventos que son realmente relevantes en la trama fueron omitidos. Es cierto que en el cine no se puede prescindir del uso de elipsis, pero tampoco se pueden dar saltos sin explicar por qué. De un instante a otro, la protagonista pasa de estar feliz, a encontrarse llorando afuera de un prostíbulo, y esto tiene que ser inferido una vez que se ha visto la ambientación del lugar, y escuchado hablar a los personajes.

En pocas palabras, el director muy probablemente pensó que todos los espectadores leerían el libro antes de ver la película. Porque conoces la historia, entiendes los cortes temporales en la narrativa. En caso contrario, son demasiados los cuestionamientos, incluso podría parecer que el largometraje no tiene mucho sentido.

Quizá está demás agregarlo, pero también se presenta una sobreactuación, y el drama es llevado, en ocasiones, al extremo.

Pese a lo que señalé, si son amantes del cine mexicano, no pueden dejar de ver esta película. Dentro de los defectos que pudiera presentar, vale la pena analizar todo lo que esta cinta representa, como los roles que juegan el hombre y la mujer, la cultura y sociedad, la forma en la que es contada la historia, el melodrama tan particular de nuestro país, y por supuesto, la fotografía.

Dato cultural: Gabriel Figueroa tomó los stills de la película.

Referencias:
Películas de Cine Mexicano.
Santa (1918)
Santa (1932)
Santa (1903). Federico Gamboa.

 

 

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