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Basada en una historia real sucedida en agosto de 1990, Espacio interior es una historia de supervivencia y de esperanza. La historia de Lázaro, secuestrado y encerrado en un cuarto de 3 x 1.50 metros no es una historia más de secuestro y violencia. Espacio interior es una historia que apuesta por la fuerza interior del secuestrado, quien con ayuda de pensamientos, vivencias, caídas y logros, logra luchar contra la adversidad.
En palabras del director de la película, Kai Parlange, la historia apostó por ser una muestra sólida de la forma en la que, pese a la adversidad, cualquier persona puede hacerse de herramientas muy personales que le ayudan a vencer el conflicto, o en este caso, inclusive a sobrevivir. A diario se viven pequeños secuestros, como una crisis económica, una enfermedad, o el mismo secuestro, que ponen a prueba a quien debe de mantenerse de pie.
Aislado en un cuarto sin ventanas, Lázaro vence su propio miedo al ser amenazado de muerte y no conocer nada de sus seres queridos. Si bien la película se centra en la actuación de un Kuno Becker irreconocible, por un cambio drástico en su físico además de una gran actuación, la historia de su familia y de sus propios secuestradores se cuenta de manera breve a través de miradas y expresiones.
Espacio interior no es una película sobre secuestro ni violencia, es mas bien una historia sobre fuerza y esperanza. La historia no deja de ser un inquietante viaje que pone en evidencia la esencia del ser humano, así como el valor y sentido de la vida misma. Espacio interior es una película que difícilmente deja indiferente; una película que en efecto, nos conecta con nuestro espacio interior.
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