Edgar Allan Poe y ‘The Walking Dead’

Por Luis Mario Reyes Pérez.

Hace más de cien años que el poeta nicaragüense Rubén Darío habló de Los raros como una etiqueta personal. Darío escribe una suerte de biografías en su libro Los raros (1918), con muchos halagos, para describir el trabajo de autores como: Edgar Allan Poe, Flaubert, Rodenbach, Puvis de Chavannes y Rops; siempre con un sentido metafórico del lenguaje escrito que estos autores macabros utilizaban para brindar sensaciones al lector. Lo que viene muy bien para una comparación siniestra con los nuevos productos audiovisuales.

En tiempos donde el terror en medios audiovisuales se maneja salpicando a chorros la pantalla, y donde por momentos sentimos que estamos viendo refritos de La pasión de Cristo por la cantidad de sangre que utilizan para causarnos emociones fuertes, es momento de pensar: ¿Cómo el terror tiene un mayor impacto en los espectadores? ¿Es más impactante la violencia que se ve cuando hay tripas y heridas por todas partes, que la tensión previa al acto violento y de la espera? Una comparación entre el lenguaje escrito y el audiovisual, podría responder a estas preguntas para reflexionar sobre las sensaciones que como lectores y espectadores de cine podemos llegar a sentir. Si el lector y el homovidens me lo permite, en una esquina estará Edgar Allan Poe y en la otra el megafilme de zombies The Walking, primero comic en 2003.

Edgar Allan Poe dejaba a un lado las adjetivaciones sangrientas y asquerosas, bastaba con el misterio de la situación, no había monstruos, el desconcierto de la normalidad era el escenario. La tensión de cada cuento se centraba en las dudas y expectativas terroríficas que el lector se hacía con el paso de la lectura. El terror estaba implícito.

En contraposición, la supervivencia del apocalipsis zombie del hombre es el motor narrativo en The walking dead. En el megafilme no importa dónde y a qué zombie maten, la clave está en el cómo, una descripción detallada de lo siniestro. En The walking dead no se deja nada a la imaginación, el horror de criaturas amorfas y las adversidades para sobrevivir están explícitas en la historia. El espectador es un cómplice, no un chismoso como lo sería en un cuento de Edgar Allan Poe. Por momentos los zombies no son la encarnación del terror, sino el mismo hombre por los medios poco éticos que utiliza para sobrevivir.

La comparación de lenguajes radica en la necesidad de entender las mismas sensaciones que cada uno de estos medios nos hacen sentir; a su vez, sirve para estudiar los elementos narrativos que tanto la literatura o el cine utilizan para llevarnos a una misma situación; en este caso el terror. No sería justo decir qué medio de expresión es mejor, ni evidenciar lo contrario, lo más cuerdo sería experimentar las dos formas de comunicación. Dos lenguajes para entender y sentir una misma emoción.