La espera valió la pena. El nuevo LP de uno de los grupos de rock más famosos de nuestra era, Radiohead, se lanzó ayer 8 de mayo a las 13:00 horas en Ciudad de México. Después de un error de Google, al lanzar el álbum una hora antes, tuvimos el nombre y el tracklist; parece que «A Moon Shaped Pool» va a ser uno de los mejores discos del año. De la mano de Thom Yorke, Radiohead nos deleita con un disco casi perfecto, lleno de emociones, de experimentos, y del mismo Radiohead de siempre.
A primera instancia, el disco cuenta con una estructura bastante quisquillosa. El titulo del álbum y los tracks están en orden alfabético, una simetría bastante agradable. Iniciamos el álbum con dos tracks que ya habíamos escuchado, «Burn The Witch» y «Daydreaming». Escucharlas por separado es increíble, pero a la hora de reproducirlas como parte de un álbum, terminarán por gustarnos todavía más. La transición entre estás dos es perfecta, pasamos de un caos inmenso de la mano de unas cuerdas disonantes a una tranquilidad aparente. «Daydreaming» nos deja un sabor a «Kid A» en la boca, algo que se repite a lo largo del álbum. La combinación de elementos electrónicos y acústicos siempre ha dado un carácter interesante a esta banda, y este disco no es la excepción.
Después pasamos a «Decks Dark» e inmediatamente retumban nuestros oídos con una línea de bajo poderosísima. Esta canción nos presenta también distintos elementos claves del álbum, mismos que aparecerán mucho o poco en los demás tracks. El uso de coros repentinos y de sonidos casi aleatorios, así como sonidos disonantes contrapuestos con melodías dulces, marcan los sentimientos de cada canción.
«Desert Island Disk» se sale un poco de lo que, a primera instancia, pensaríamos que es Radiohead: una especie de interludio influenciado por géneros como el country o el folk mantiene la temática tenebrosa del álbum (gracias a los ya mencionados coros), mientras que la banda nos entrega una canción muy personal. La pista se empieza a tornar un poco jazzera, y nos deja ver la amplia gama de géneros que el grupo domina e incorpora en sus producciones.
«Full Stop» nos da un poco más de ese sabor a «Kid A». Nuevamente aparecen los violines acompañando al bajo. Nada estorba en esta canción, en parte gracias a la producción impecable, pero también al talento de estos músicos ingleses. Los sentimientos los traemos a flor de piel para este punto, esta rola representa todo lo que amamos de Radiohead.
Seguido tenemos «Glass Eyes», la canción mas corta del álbum. La melodía del piano y los violines muestran una especie de redención, pero también nos dan una probadita de lo que viene en la segunda parte del álbum. «Identikit» sigue un poco lo establecido en «Full Stop». Una batería que retumba y se hace protagonista así como el uso de guitarras eléctricas acompañan una voz llena de eco mientras ésta se esclarece poco a poco, dándole su lugar a los demás músicos.
«The Numbers» tiende un poco más al rock progresivo, recordándonos especialmente a los proyectos como solista de Steven Wilson. Nuevamente nos cambian el género en «Present Tense», incluyendo una base de bossa nova que como que nos quiere hacer bailar. Un coro aparece en la parte final del track, dándole un tono tétrico a una de las canciones más “felices” del álbum.
Después tenemos una canción con un nombre larguísimo: «Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Begger Man Thief», un título que se basa en una canción de cuna típica en Inglaterra. Está rola nos prepara para lo que viene con «True Love Waits», una pieza que habla por si sola; hará llorar hasta a los más fuertes. Es una canción que llevábamos años queriendo escuchar en formato de estudio, y que no decepciona. Solamente un piano, unos bajos electrónicos y una que otra intervención de un arpa marcan el final de este álbum. «True Love Waits» habla por si sola, es una obra de arte.
Con «A Moon Shaped Pool» vuelven los aspectos polirrítmicos de Radiohead, en donde seguir a un instrumento en particular nos da una perspectiva diferente de cada una de las piezas. El disco contiene una combinación de una gran cantidad de estilos, nos trae en un vaivén de sentimientos y de rítmicas, pero siempre conservando la temática “glitchy” y la incorporación de violines y de coros. Cada canción tiene lo suyo, ninguna es mala y seguramente todas estarán sonando en todas partes. Con un álbum lleno de matices y de cambios emocionales, Radiohead nos prepara para una presentación en Palacio de los Deportes que seguramente será inolvidable. Ya los extrañábamos, muchachos, y sin duda tendremos nuestros Kleenex preparados para el próximo 3 y 4 de octubre.
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