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La infamia de la golpiza a Ana Gabriela Guevara

Por Daniel Higa Alquicira.

El caso de la golpiza que recibió Ana Gabriela Guevara ha puesto en evidencia el tipo de sociedad que somos. Nos espantan las declaraciones de Donald Trump sobre los mexicanos, nos indigna que haya ganado la presidencia un tipo como él que denigra a las mujeres y es racista, pero somos nada más escandalosos y poco congruentes.

Nos subimos sin dudarlo a la idea de que México no se merece tener como vecino a un hombre como Trump; levantamos la voz y nos sorprendemos de que una sociedad “moderna” y del primer mundo haya decido tener un mandatario de tal calaña.

Pero si las elecciones presidenciales de los Estados Unidos nos abrió los ojos sobre lo que piensa, quiere y siente la sociedad estadounidense, la golpiza que recibió la senadora Ana Gabriela Guevara sirvió para conocer el nivel de intolerancia, machismo y de complejos con que vive algún sector de la sociedad mexicana.

Y para no generalizar y herir susceptibilidades, me refiero a los que hicieron algún comentario en las redes sociales sobre esta acción criminal que sufrió la excampeona mundial.

Llama sorprendentemente la atención los comentarios vertidos sobre este hecho. Desde los mensaje de apoyo y de denuncia, hasta comentarios racistas en donde justifican lo sucedido por razones tan arraigadas que dan pie a suponer que ética y humanamente, poco hemos avanzado; que seguimos sumidos en la era del oscurantismo.

Justificar una golpiza a una mujer solo por su apariencia física, es una de las razones que marcan la tendencia. Esto es como cuando acusaban a una mujer de que era bruja y la mandaban a la hoguera porque su aspecto le daba miedo a los niños.

Comentarios de propias mujeres señalando que Guevara tiene la culpa de lo que pasó, es un indicativo de que algún sector de ellas sigue escondida en el miedo, al qué dirán y a asumir un rol pasivo ante los abusos de los hombres.

“A Ana Gabriela la golpearon porque la confundieron con un hombre…”, “Ana Gabriela es un hombre rudo y luchón, va a salir adelante de la agresión”, publicó una mujer.  “La agresión de Ana  Gabriela nos deja una enseñanza, si estás fea y manejas una moto, pensarán que eres un hombre”, fue otro de los comentarios.

Otros mensajes de hombres celebrando la golpiza confirma la idea de que en México, la mujer es solo un objeto -a veces sexual, a veces de decoración y otras solo un estorbo- que no se merece ningún respeto.

“Es insultante la cantidad de ofensas que hay en las redes en torno al hecho, hombres manifestando que están de acuerdo con los golpes, otras mujeres de igual manera”, dijo Guevara durante una entrevista televisiva.

Pero debería de ser esto tan insultante, como la golpiza misma. Queremos tener gobiernos honestos, justos, educados, que cuiden de los ciudadanos y que san dignos de nuestra calidad moral: pues desgraciadamente tenemos a los gobernantes que nos merecemos.

Porque asumir una agresión a una mujer como algo normal, justificable y hasta honrosa, es mandar un mensaje a los gobernantes de que nosotros como sociedad, no nos respetamos y que nos vale madre lo que le pase a los demás; es más, mientras más fuerte mejor.

Por eso las desaparecidas de Juárez, los feminicidios y desapariciones en el Estado de México, violaciones a niñas, trata de mujeres con fines sexuales y laborales, violencia intrafamiliar y una larga lista de acciones que han quedado impunes.

Da tristeza ver cómo seguimos estancados en estos temas. No se trata de defender solamente a una figura pública, se trata de evidenciar que somos una sociedad que vive en los extremos. Solidaria ante las tragedias masivas, pero insensible ante las desgracias individuales.

Foto: Vanguardia.

 

 

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