Por Asfaltos.
Una de mis escenas favoritas en «La última tentación de Cristo» (1988) de Martin Scorsese es cuando Jesús interpretado por Willem Dafoe, se encuentra después de haber sido salvado por Dios de la muerte en la cruz con Saulo de Tarso, mejor conocido como Pablo.
Pablo se encuentra predicando sobre una nueva religión basada en la resurección de Jesús, idea que él mismo le pide desmentir. Soprendido, aunque no mucho, Pablo le encara diciéndole que el que éste se encuentre vivo no es razón para desmentirle, pues para sus fines y los de la gente a la que predica, es mejor que se encuentre muerto y callado; y que de no ser así, de no dejarle predicar, haría lo posible por matarlo y posteriormente resucitarlo.
«La última tentación de Cristo» fue una de las películas más polémicas de finales del siglo pasado. Catalogada por muchos religiosos de la época como blasfema, la cinta sufrió de la censura por escenas como la descrita, pero sobre todo por presentar ante todo a un Jesús muy humano. ¿No era acaso Jesús el hijo de Dios hecho a semejanza del hombre en la tierra? ¿Entonces por qué tanto odio frente a esta representación de Scorsese basada en el libro de Nikos Kazantzakis?
Incomprendida por muchos, inclusive hasta nuestros días, «La última tentación de Cristo» «pecó» en criticar no a Jesús, sino mas bien a la religión católica en esa puntual escena; además, también, por presentarnos a un Jesús humano. ¿Habrán visto alguna vez sus críticos el final de la película? ¿Habrán visto cómo Jesús termina finalmente por implorar el destino original marcado por su Padre?
Actualmente en cartelera, menos polémica pero con un mensaje similar, se puede disfrutar de «María Magdalena» (2018). La película, centrada precisamente en la también polémica figura de María Magdalena, criticada e insultada por años por la comunidad religiosa, nos presenta el valor de la mujer en tiempos donde la desigualdad de género sigue siendo notoria. Nuevamente mi escena favorita se realiza hacia el final de la película.
Jesús elige a María Magdalena para presentársele por vez primera tras morir en la cruz; éste la ha escogido a ella porque desde que la conoció supo que era quien mejor entendería su mensaje. María tras lo visto acude con los demás apóstoles emocionada para compartirles la «buena nueva», misma que éstos reciben con mucho recelo. Es Juan, quien desde que la vio unirse al grupo expresó su inconformidad, quien enfrenta a María tergiversando de ese modo el mensaje recibido. «Esa es tu versión», le espeta la mujer en una clara alusión de que lo que a partir de ahí se predique, no es lo mismo que Jesús les había compartido.
Muchos años antes, a finales de la década de los 70, otra película había presentado algo similar. Graham Chapman, John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin eran los Monty Python, un grupo de seis humoristas británicos que marcaron un hito no solo en la comedia de su país, sino en la comedia del mundo. Ver su trabajo resulta fundamental para entender los cimientos de mucho del humor que actualmente experimentamos. Muchos expertos catalogan, que así como The Beatles cambiaron para siempre la industria musical, los Monty Python hicieron lo propio en lo que respecta a la comedia.
«La vida de Brian» (1979), tras peligrar su producción por la negativa de financiarla por la polémica que le rodeaba, fue rescatada y hecha realidad gracias nada mas y nada menos que a la labor de un «Beatle». George Harrison, a quien se le atribuye el «boleto de cine más caro de la historia», fue pieza clave en la consecución de un trabajo que resulta indispensable para estos días de Semana Santa. Harrison aportó el dinero faltante por la dicha de poder ver la historia que los Python finalmente pudieron plasmar en el cine.
Brian Cohen, nacido el mismo día y a unos cuantos pasos del mismísimo Jesús, es un joven incomprendido que vive con su posesiva madre que gusta de las lapidaciones públicas. Un buen día, en medio de su trabajo en un anfiteatro local, se encuentra con un grupo de judíos activamente políticos que buscan de manera torpe la caída del «opresor» Imperio Romano. A partir de ahí, y por culpa de una serie de confusiones, Brian es confundido con un Mesías al que el pueblo, sin mayor miramiento ni reflexión, sigue con muchas esperanzas.
«La vida de Brian» fue también criticada por blasfema, aun y cuando al observarla queda claro que no se trata de ninguna crítica a Jesús; es más, cuando éste aparece en una muy breve escena es manejado con mucho respeto. A decir de los propios autores, Jesús no se prestaba para ninguna comedia por su figura tan solemne; por ello es que se utilizó a Brian, quien no busca burlarse, sino simplemente presentarse como una víctima de las circunstancias.
La película es magnífica, con un ritmo estupendo y un timing estupendo para la comedia. Cierto es que algunos detalles podrán encontrarse en la película, pero también resulta evidente que su valor no se remite únicamente a la comedia, sino a la serie de críticas que en ésta se presentan. Desde luego que se critica a las religiones, sobre todo por los fanatismos ciegos y carentes de sentido que provocan en sus seguidores; pero también se encuentra crítica a la clase política, a los grupos subversivos, rebeldes y torpes, y hasta a la también ridícula corrección política que curiosamente en nuestros días ha cobrado mayor peso, entre otros temas.
Las reflexiones vertidas en «La vida de Brian», «La última tentación de Cristo» y «María Magdalena», retumban con fuerza hasta nuestros días. Lejos de esa visión reducida que podría catalogarlas de blasfemas, sobre todo en muchas ocasiones sin haberlas visto, las tres cintas resultan actuales y vitales.
Si me preguntan la que me parece la más completa, divertida y relevante de todas, esa para mí es sin duda «La vida de Brian»; aunque las otras dos, a su manera, ofrecen también distintos puntos que terminan convergiendo en esa invitación a ver lo solemne un poco más simple, y un poco mucho más humano.
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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