¿Cómo calificarías el proceso electoral mexicano?

Por Diana Bravo.

En lo que va del año hemos presenciado un ritual político ya conocido por los habitantes de este país: el llamado proceso electoral. Es este el momento en el que se culmina el final de un sexenio (afortunadamente para muchos) y en el que por ley debe decidirse el próximo gobernante de México. A simple vista el proceso de elección del nuevo presidente pasaría por un proceso exitoso, normal y puramente democrático que entre miles de spots del IFE que pretenden enorgullecer el estado democrático de la sociedad mexicana, los comentarios exagerados de los principales medios de comunicación, una resolución legitimada por el presidente actual junto con algunos otros jefes de estado alrededor del mundo a simple vista pasaría por un proceso exitoso, normal y puramente democrático. Es entonces cuando las afirmaciones sobre un posible fraude, aunadas a la impugnación legal realizada por uno de los participantes de la elección en cuestión suena absurda, y casi irreal. ¿No es esta una situación verdaderamente surrealista?

¿Cómo calificarías el proceso electoral mexicano?

Es decir, nos encontramos frente a una república democrática que se digna de celebrarse como tal, aún y con todo ignorando irregularidades que en cualquier otro país se convertirían en un gran escándalo social. Y para nosotros, ciudadanos normales observadores y actores parciales en esta situación resulta un poco difícil encontrar una postura correcta hacia la misma. Cualquiera puede decir que de ser reales las declaraciones de la oposición ante un posible fraude electoral, la reacción de los medios de comunicación y de las autoridades electorales sería mucho mayor. En este escenario imaginaríamos una situación catastrófica, que a simple vista no sucede. Es decir, la vida sigue su curso y la mayoría parece estar aceptando el resultado emitido el pasado 1º de julio, por lo que puede sonar exagerado y hasta ridículo, para algunos, afirmar tajantemente que hubo fraude.

Las historias quasi clandestinas sobre asesinatos, paquetes electorales violados, votos comprados, grupos indígenas secuestrados, manipulación del PREP, periódicos que conocían el resultado previamente, y hasta desvío millonario de recursos públicos para la compra de medios de comunicación, por mencionar algunos,  son para nosotros algo muy ajeno, y quedan enterradas en la memoria  histórica que abarcan los medios alternativos de comunicación aplastados por el duopolio televisivo que todos conocemos.

Queda entonces en el criterio individual de cada ciudadano decidir su postura ante estos dos mundos: uno que denuncia impunidad y otro que pregona legitimidad. Para finalizar, cabe señalar, que ante una investigación difundida por una periodista galardonada con la Orden de la Legión de Honor no hay mas ciego que el que no quiere ver.