#FIGLeónDesdeElAire: Día cero

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Por Katia Stephanie Ibáñez Del Rivero.

El jueves por la mañana la pereza matutina triunfó por un corto rato hasta que logré despabilarme y entonces empezó la emoción que siente un niño a punto de irse de campamento. Sólo que en este caso mi infancia terminó hace varios ayeres y no había ningún campamento esperándome.

#FIGLeónDesdeElAire: Día cero.

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Salí de casa con mis mejores botas y junto con mi equipo, Fernando y Carlos, nos dirigimos al lugar que será mi segundo hogar por los cuatro siguientes días, el Club del Lago de León que funge como Centro de Operaciones para el Festival Internacional del Globo.

Llegamos temprano, antes de la hora citada. A las 8:00 horas en punto los organizadores abrieron las mesas de registro. Fuimos el tercer equipo en registrarse en nuestra mesa. Cada uno de nosotros recibió una mochila con nuestro uniforme oficial que consiste en playera y sudadera, el gafete que nos identifica como tripulantes, una gorra, una mochila y un pin -mi favorito por mucho-. Además nos entregaron un mapa del aeródromo, etiquetas con nuestro número de globo (24) para pegar en el cofre de la camioneta, y lo que es quizá la posesión más preciada de cada tripulante, el boleto que nos permite realizar un vuelo en globo con nuestro piloto.

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Alrededor de una hora y media después cuando todos los equipos habían concluido el proceso de registro, llevamos las camionetas a las carpas donde ya nos esperaban los globos. Los pilotos llegaron a las 10:00 horas directo a una junta informativa. Todos estábamos esperando este momento, la hora de conocer a nuestro piloto asignado. Había caras curiosas por todos lados y cada que una persona con aura de piloto caminaba hacia nuestra dirección, me preguntaba: “¿Será él?”. Finalmente, como suele pasar en la vida, lo que yo esperaba con tantas ansias llegó por la espalda y ni lo vi venir.

Daniel Hoehler, nuestro piloto asignado, y Lisa, su copiloto y prometida, nos miraban con tanta curiosidad como nosotros a ellos. Dan -como ya le llamamos de cariño- vuela globos aerostáticos desde hace 35 años, y aunque es su segunda visita al Festival Internacional del Globo de León es la primera vez que viene como piloto. Lisa está tomando su entrenamiento para convertirse en piloto y es la primera vez que visita México. Son originarios de Louisville, Kentucky, en los Estados Unidos dónde celebrarán su boda el próximo año.

Nosotros explicamos que es la primera vez que participamos como tripulantes y que estamos muy emocionados de conocerlos y de ayudar. Les dimos una cajita con dulces típicos como palanquetas y cocadas junto con otros más modernos, pero no por eso menos mexicanos, como ricaletas y tamborines. Quizá debí haberles dicho que en México hasta los dulces tienen chile y que su poco acostumbrado paladar podría enchilarse… Mañana me tocará averiguar qué les parecieron.

Nos ponemos a trabajar. Hay que desempacar el globo y quitar todo el plástico con el que llegó del aeropuerto. Quitamos la cubierta de la canasta, armamos la estructura que sostiene los quemadores y conectamos las mangueras del combustible. Este globo en particular es propiedad de Dan. Nos explican que hay dueños que rentan sus globos a otros pilotos o pilotos que se prestan globos unos a otros, y que el Festival pone como requisito que tanto globo como piloto compartan nacionalidad. Este globo en particular tiene una canasta en la que caben cuatro personas: el piloto y tres pasajeros. Una vez que logramos subir la canasta a la camioneta, Dan y Carlos fueron al área de combustible para cargar gas y dejar todo listo para el vuelo del viernes. Mientras, Lisa, Fernando y yo esperamos en la carpa que compartimos con el globo 103.

En todos lados ves gente trabajando, riendo, platicando. Gente que se saluda con gran entusiasmo, extraños que se tratan como grandes amigos. Se vive un ambiente de camaradería. Herramientas vienen y van, gente que ayuda a sus vecinos de carpa y compañeros, un grupo motivado por la ilusión de ver 200 globos despegar a la mañana siguiente.

Dan y Carlos regresan, terminamos de cargar la camioneta y es hora de comer. Los organizadores trajeron a la señora de las quesadillas de la esquina, al de los tamales, la de las tortas, los de los tacos rojos y la familia que tiene el puesto de quesadillas. La comida es deliciosa y abundante. Ellos piden pollo con mole verde sólo después de asegurarles tres veces que no pica. La tienda de mercancía oficial está repleta de gente comprando playeras y recuerdos. Este año tienen la típica bolsa de mercado con el logo del Festival. Yo quiero una de esas y una memoria USB.

Cuando termina la comida nos preguntan si podemos llevarlos de compras en algún momento. Lisa quiere unas botas y unos guantes de piel. Dan quiere ver qué cosas encuentra. Nos piden también comprar dulces para repartirlos a los niños que se acerquen al globo. Platicamos un poco más sobre el fin de semana que nos espera y de pronto ya son las 15:30 horas. Hora de volver al hotel. A ellos los espera un tour que los llevará al Cerro del Cubilete. A nosotros una muy merecida tarde de descanso.

Nos despedimos con un fuerte y sincero abrazo. Prueba superada. Nos vemos mañana en el aire.

Imágenes tomadas del facebook oficial del FIG León.