#FIGLeónDesdeElAire: Día uno

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Por Katia Stephanie Ibáñez Del Rivero.

El día de hoy empezó antes de que saliera el sol. A las 4:40 horas ya estaba en camino al Centro de Operaciones para la inauguración y primer día de vuelo.

#FIGLeónDesdeElAire: Día uno.

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Dan y Lisa llegaron unos minutos después de nosotros. Dan nos daba indicaciones sobre los últimos preparativos que teníamos que realizar. El hombre bonachón y amable del día anterior se transformó en un piloto con una misión: tener listo su equipo para volar.

La canasta de mimbre tiene en el piso los tanques de propano. Las mangueras van desde los tanques y suben a través de la estructura metálica que sostiene el quemador. La parte de tela, el globo como tal, va conectado con unos arneses de metal y unos clavos especiales a la estructura metálica.

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Para inflarlo primero acuestas la canasta sobre el piso y llenas el globo de aire frío con un ventilador. Cuando más o menos la mitad está inflado, inclinas un poco la canasta y prendes el quemador para que se caliente el aire y el globo termine de inflar y comience a levantarse.

Es un proceso relativamente lento pues hay que tener mucho cuidado con no quemar la tela ni los cables. Una vez que el globo está completamente derecho, suben los pasajeros y empieza el vuelo.

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Para el equipo de tripulantes empieza la persecución. Hay que estar listos para ir en cualquier dirección que el viento lleve a tu globo. Como aprendimos el año pasado, los globos cuentan con un sistema de aterrizaje SDS (Sólo Dios Sabe). Aunque nos comunicamos por radio, la manera más sencilla de saber en que dirección moverse es siguiendo al globo con la mirada.

Una vez que el piloto decide que es tiempo de aterrizar empieza un pequeño baile, el globo se acerca un poco a la camioneta y luego la camioneta al globo, y así sucesivamente hasta que ambos se encuentran uno al otro. Ya que el globo aterriza debemos poner todo nuestro peso en la canasta y literalmente colgarnos de ella para que no despegue nuevamente. El piloto abre la parte superior del globo y deja salir la mayor parte de aire caliente. Con esto toda la tela empieza a perder su forma y va cayendo sin control. Nuestro trabajo es dirigir la caída lo mejor que se pueda y sostener la línea principal (la cuerda que funciona como eje del globo) para que el aire caliente termine de salir por la parte superior y poder guardar el globo en su bolsa de lona.

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La tela del globo se carga ya que si es arrastrada puede sufrir daños o desgastar la tela y hacerla más delgada, detalle que acorta la vida del globo. Nuestro globo pesa alrededor de 70 kilos más la canasta. Hay globos de figuras que llegan a pesar 120 kilos de pura tela más la canasta, así que entre más grande el globo más gente se necesita para guardarlo y cargarlo. Una vez que el globo esta dentro de su bolsa es hora de desmontar los quemadores y las mangueras.

El proceso de guardado termina y por un momento pareciera que todo es igual que antes, que nada cambió. Pero por dentro sabes que todo es diferente. Has visto el mundo desde arriba y eso es algo que no se olvida. Si no te tocó volar, has sido parte de una experiencia única.

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Durante el resto del día fuimos a descansar unas horas a casa y por la tarde regresamos al Centro de Operaciones para participar en la primera Noche Mágica del Festival.

La idea es que se inflen algunos globos pero que se mantengan anclados al piso y que el resto de los pilotos simplemente prendan los quemadores. Suena sencillo y sin chiste, pero la realidad es que ver decenas de quemadores prender y apagar al mismo tiempo al contraste del cielo nocturno es una experiencia increíble. Los globos se iluminan por dentro y es como tener velas gigantes que arrojan ondas de luz y calor por todos lados. Las luces del escenario marcan el ritmo y los pilotos hacen bailar el fuego al ritmo de la música.

La gente se acerca y para sentir el calor del fuego en la cara y para tomarse una foto con el piloto. Es el momento de mayor cercanía entre visitantes y pilotos, el momento que el lenguaje no importa y a señas se hacen entender lo felices que se sienten ambas partes de compartir esos momentos. Las sonrisas sobran y todas las miradas ven al cielo.

Cuando el cielo se vuelve oscuro nuevamente, la gente se dispersa por el campo. El espectáculo ha terminado… por hoy.