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Una crónica desde la FIL: Yo grité, ¡ay la culebra!

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Por Luis Mario Reyes Pérez.

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara es un monstruo de mil cabezas. Para empezar la organiza la Universidad de Guadalajara y lleva en marcha más de 29 años, así que el gobierno ni sus luces; no vayan a preguntarles tres libros que (no) hayan leído. En fin.

Después, lo extravagante es que la FIL es la feria más importante de América Latina, y según entiendo, la segunda feria más importante del mundo; después de la de Frankfurt en Alemania. Y lo digo así porque… ¿cómo es posible que en un país como el nuestro que “no es lector” e “ignorante” tenga la feria más importante en lengua castellana? No lo sé, en verdad, no tengo idea.

Lo mejor de todo es que hay más de 400,000 libros, escritores por doquier y van más de 750,000 visitantes; lo que equivale a más o menos siete veces el Estadio Azteca, así como lo ven. Para que no andemos diciendo que el futbol jala multitudes, porque en Guadalajara los libros jalan multitudes.

Aquí va lo que pasó en visita a la FIL.

1. Encuentro con Salman Rushdie.

A partir de este momento todo comentario es subjetivo, porque soy un #fanáticoenfermo del nacido en Bombay en 1947. Pude estrechar su mano y por supuesto me firmó su nueva novela «Dos años, ocho meses y veintiocho noches», que más que contarles de qué va, prefiero cambiar el tema y decirles lo que Rushdie piensa de los libros:

“Enamorarse de un libro o de una historia nos cambia de alguna manera, y ese cuento del que nos enamoramos se convierte en parte de nuestra imagen del mundo, en parte de la manera en que entendemos las cosas, y parte de la forma como juzgamos la vida y las opciones que tomaremos en ella”.

Así es Salma, un eterno candidato al Nobel capaz de sacarme lágrimas de la emoción, #nerdgasmo.

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2. Elenita Poniatowska es Doctora Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara.

Aquí la historia: Mi novia y yo andábamos turistiando por el centro de Guadalajara, entramos a una catedral de estilo gótico que sólo dios sabe el nombre y después, como es mi maldita costumbre, tuve ganas de ir al baño porque era la hora que me toca, por lo que empezamos a dar vueltas por la zona y nomás no encontrábamos nada. Hasta que dimos con el “nuevo” edifico de la Universidad de Guadalajara, un edifico alto y lleno de cristales, y justo en frente de él, está el Museo de las Artes, un casa colonial impresionante, así que cruzamos hacia el Museo de las Artes en busca de un baño. Pensarán que lo más fácil hubiera sido entrar al edificio de la universidad, pero nuestra sed de chisme era más fuerte.

Estaba lleno de gente, cámaras y güaruras. Por lo que tuvimos que esperar unos minutos afuera y que el museo se vaciara, yo ya estaba al límite, pero el chisme siempre es primero. Poco a poco el museo se fue vaciando y de nuevo, para nuestra sorpresa, había un cocktail muy nice en el interior del museo que mi novia y yo no desperdiciamos, unas buenas mordidas a la comida y café frappé gratis se reciben muy bien. Claro, para ese entonces ya había ido al baño.

Después de nuestro lunch fresa mi novia quizo entrar al paraninfo del museo, que es una especie de recinto o sala del Consejo General Universitario que tiene uno mural impactante de José Clemente Orozco; pero antes de entrar, unos gringos nos arrollaron porque le venían sacando fotos a Elena Poniatowska.

Así como si nada la vimos a menos de un metro; así que otra vez me dieron ganas de ir al baño; pero, ustedes disculparán, las ganas fueron de emoción. El cariño y admiración que le tiene la gente la hacen ver radiante.

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3. Compra de libros como enfermo.

Las ferias sí son para conferencias, sí son para ver escritores, sí son para hacer contactos; pero lo mejor de ellas, es la vendimia, gente como yo es muy feliz en esos lugares, sobre todo cuando los tarjetazos van sin pena y gloria.

4. Para nuestro último día, las fiestas de las editoriales son todos unos eventos, pues cada fiesta tiene el sello de cada casa editorial.

La primera parada fue en la fiesta de SM, en el World Trade Center, una fiesta donde estaban varios escritores como Juan Carlos Quezadas, Mónica Brozon, Ana Romero y Antonio Malpica, quien ganó el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil, TODO UN CRACK. La verdad es que estar entre ellos te hace sentir como chivato que ve a Messi o a CR7; con tenerlos a tres metros eres feliz, y eres aún más feliz cuando compartes canciones como «Puto» de Molotov.

Ya entrados en copas nos lanzamos a la fiesta de Almadía, una editorial oaxaqueña que hace unos libros increíbles, y como toda la fiesta habla de la casa editorial, digamos que es como su firma de hacer desmadre. La peda fue en una casona del centro, que más que casona parecía bodega con dos que tres cuadros del Chicharito y de Coca-Cola de los 90, entrar fue todo un circo, el cadenero nos exigió los boletos y pues obviamente no traíamos nada.

Logramos entrar a la fiesta porque un chivato que vendía esquites se rifó y casi casi nos los regaló, todo valió la pena cuando la música en vivo iba desde “La chispa adecuada” hasta “La Culebra” “con la que mataron a Colosio cabrón” (señor borracho de la fiesta de Almadía, 2015), los grupos versátiles de boda son simples amateurs al lado de estos profesionales.

La noche acabó hasta las 4 de la mañana y sin ninguna foto. Y cuando no hay fotos es porque todo más que bien.

5. No puedo esperar al próximo año.

 

 

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