A tan sólo unas semanas de los premios Oscar, era indispensable hablar sobre una de las películas nominadas a la estatuilla en la categoría de Mejor Película. Si bien es una de las cintas que cuenta con un perfil bajo dentro de la locura cinematográfica previa a los premios y posiblemente sea también la más lejana a ganarlo, «Brooklyn» cuenta con la singular calidez de un pequeño filme independiente que gracias a su romanticismo y belleza logró posicionarse en la selección de la Academia.
«Brooklyn» narra la historia de Eilis Lacey (Saoirse Ronan), una joven que abandona su natal Irlanda para llegar a América y establecerse en Estados Unidos, en uno de los barrios más cosmopolitas de Nueva York, Brooklyn, el cual hasta la fecha sigue siendo sinónimo de multiculturalidad y diversidad. Ahí conoce a Tony (Emory Cohen), un muchacho del cual se enamora y quién le hace olvidar el terrible deseo de volver a su país, sin embargo, un evento inesperado la hace regresar a Irlanda, donde se enfrentará al dilema de quedarse o volver a la vida que ya había construido para sí misma.
Ambientada en la década de los cincuenta, la cinta de John Crowley no sólo cuenta con una hermosa ambientación y fotografía, además de un colorido vestuario que matiza con el sentimiento de soledad y nostalgia que acompaña a la protagonista en su camino por crear una nueva vida, y evade la típica paleta de colores oscuros que muchos directores eligen como apuesta segura para estos casos; si no que está cargada de la delicadeza e incertidumbre de una joven mujer que pese a sus miedos y sentimientos encontrados deberá hacer frente ni más ni menos que a los obstáculos de abrirse paso por el mundo.
Una refrescante mirada a los problemas que una mujer de aquella época debía enfrentar: el salir de casa y establecerse en un país desconocido, ya una arriesgada decisión en sí; la educación y el deseo de integrarse al campo laboral fuera del estereotipo de la ama de casa, camino que muchas optaron tras la Segunda Guerra Mundial; la familia, los apegos y el amor, el difícil camino de dejar atrás lo seguro y querido; y la tenacidad requerida para sujetarse fuerte a los deseos de una vida diferente.
Crowley retrata a una heroína cotidiana, sin melodramas ni clichés que muchas veces inundan las películas sobre inmigrantes y de las cuales ya tenemos suficientes referencias, pero tampoco cae en un realismo plano y aburrido. Es más bien ese recordatorio de que cada vida es una historia llena de matices, de momentos feliz, tristes, de decisiones difíciles y de una soledad tremenda, en la que sin embargo, logramos encontrar a otros que nos harán sentir como en nuestro hogar, pese a las distancias, el idioma o la cultura, pues al final todos buscamos lo mismo: un lugar en el mundo.
Eilis Lacey, entre la decisión de volver a casa o quedarse en Nueva York, se encuentra en uno de los dilemas más grandes de su vida, más allá del amor que pueda sentir por uno u otro chico (lo que muchos podrían pensar y hasta tomar como fuerza motivadora de la protagonista, cuando es realidad secundario), ella debe decidir entre renunciar a la libertad de ser la dueña de su propia vida y a su independencia, o quedarse en donde hasta entonces había considerado su hogar. Al final, y ante los obstáculos que en cara frente a la presión social y hasta familiar, Eilis toma una decisión, comprendiendo que la felicidad no es gratuita, pero que todo vale la pena para llegar a ella.
«Brooklyn» estrena mañana viernes 5 de febrero en México, la cinta es distribuida en México por Cinépolis Distribución.
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