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De cine y literatura: Paul Auster

Columnistainvitado
Por Gina Szclar.

Lo descubrí hace mucho tiempo, cuando por casualidad cayó en mis manos La trilogía de Nueva York conformada, como su nombre lo indica, por tres relatos: «Ciudad de cristal», «Fantasmas» y «La habitación cerrada».

Desde el momento en que Paul Auster entró a mi vida, Philiph Roth y Cormac Mc Carthy, que habían sido mis escritores norteamericanos contemporáneos favoritos, dieron paso a este autor que acaba de cumplir 70, y que después de siete silenciosos y largos años, presenta su más reciente novela «4321».

Para quienes conocen poco o nada de él, deben saber que ha recibido innumerables premios, entre ellos el de Caballero de Orden de las Artes y Letras en Francia 1992, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006 y en 2014 el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de General San Martín, por citar sólo algunos.

Una de sus grandes cualidades es la capacidad de crear mundos y personajes tan claramente definidos que es difícil creer que pertenecen a la ficción; esto, solamente me había ocurrido con H. P. Lovecraft y el «Necronomicón» de Abdul Alhazred, libro que aún hoy, muchos de sus adeptos sostienen que en realidad existe.

 

A pesar de la heterogeneidad de su obra, hay constantes a los que Auster recurre, dejando en cada libro algo muy personal, lo que los une a todos como un finísimo hilo conductor.

En toda su obra existen innumerables referentes fílmicos, personajes creados como el de Hector Mann, (vagamente inspirado en Buster Keaton) y que aparece en «El libro de las ilusiones», en que el escritor rinde un auténtico homenaje al cine silente y como lo hará también en «A salto de mata» y muchas historias más.

Los personajes transitan a lo largo y ancho de los Estados Unidos, muchos de ellos son escritores, tienen ausencias o rencores con el padre, han perdido a un ser querido; como buen fanático de los deportes, existen referentes continuos a ellos (sobre todo al béisbol, del que es un gran conocedor). La soledad y el azar como golpe determinante que cambiará la vida de alguno de ellos está siempre presente, no en vano el título del libro que más angustia me ha causado: «La música del azar».

Mi obsesión por Auster me llevó a sustituir mi cuadernillo de notas blanco por uno rojo y escribir  los nombres de mis amigos con una simple inicial tal como lo hace en «El cuaderno rojo. Historias verdaderas».

Pero este gran escritor también ha incursionado en el cine. En 1995 codirige con Wayne Wang, «Smoke», con Harvey Keitel y William Hurt, película de la cual es también el guionista y que a pesar de haber ganado el Premio Especial del Jurado en la Berlinale y el Independent Spirit Award al mejor guion, no tuvo una buena recepción en su corrida comercial; la película tuvo una segunda parte: «Blue in the face» (sin traducción al español) y la acogida fue aún más pobre que la anterior. En 1998 escribe y dirige «Lulú en el puente» con Harvey Keitel y Mira Sorvino, recibiendo una mediana critica pero una modesta distribución.

En 2001 regresa al cine y a su colaboración de nueva cuenta con Wayne Wang, con «En el centro del mundo» y en 2007 retoma la dirección de su guión y película «Martin Frost», en la que actúa junto con su hija Sophia, nuevamente, las reseñas no son favorables.

 

El director alemán Wim Wenders le envió una carta hace varios años, en la que le demuestra su admiración y respeto, dando como resultado que ambos se conocieran y dejando pendiente alguna película en conjunto, la cual, como verdaderos admiradores, tenemos confianza en que algún día se concrete.

La relación que se pueda hacer entre el escritor y el guionista, Auster la ha definido de manera clara y concisa: «escribir una novela y escribir un guión cinematográfico son dos experiencias totalmente distintas. Lo único que las une es que están intentando contar una historia, pero los medios que tenemos a nuestra disposición son totalmente diferentes. Cuando escribo una novela, me muevo en tres dimensiones, estoy probando, oliendo todo. Mis novelas tienden a no ser cinematográficas, en el sentido de que no están divididas en escenas, tal y como otras novelas sí lo hacen. No hay mucho diálogo, ni muchas descripciones físicas, pero sí mucha narración. Es como un continuum que se va desarrollando en forma de voz contando la historia. Las películas, por otra parte, son un medio muy artificial.»

A una semana de haber salido a la venta en nuestro país «4321» se ha convertido en una de las novelas más vendidas. Auster y sus heterónimos, Auster y sus múltiples alter egos, Auster y sus análogos… Auster de carne y hueso, estará en nuestro país en noviembre, durante la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (FIL); y como dice mi amiga D, para goce y fetichismo, de sus muchas seguidoras.

Gina Szclar / Cinestesia. Tengo dos pasiones en la vida, mis hijos y el cine, y un solo Dios, Peter Greenaway.

 

 

 

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