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#HipnosisMX 2017: amor a la psicodelia a pesar del paso del tiempo

Por Amaury Berdejo Juárez.

Hablar de rock psicodélico es hacer un viaje a una época donde las guitarras, los sintetizadores y las líricas profundas eran literalmente la guía espiritual de miles de personas. La fuerza de esas melodías de antaño han inspirado a varias generaciones de músicos, que buscando la promesa de crear sonidos igualmente profundos, se han dado a la tarea de mantener la tradición de este género.

Por estas razones, la aparición de festival Hipnosis tiene gran relevancia como uno de los pocos espacios dedicados a los amantes del rock crudo, compuesto por distorsiones chillantes y gritos sinceros; material alejado del rock pop que predomina en la escena actualmente.

En punto de las 11:30 horas las puertas del Deportivo Lomas Altas abrieron para recibir a los asistentes. Lo primero en el camino al escenario fue un bazar de camisas, merch y objetos vintage; paradójicamente todo en el festival se pagó a través del sistema cashless (recarga de saldo hacia tu pulsera personal). Melancolía sesentera comprada con lo último en tecnología de pagos.

La tarde inició con la participación de Virtual Haze, quienes se encargaron de calentar los motores con sonidos distorsionados, solos de guitarra y miradas oscuras exhibiendo el porte del rock que sólo se escucha en el underground citadino. El siguiente acto corrió a cargo de Viv and The Sect, una propuesta al mismo tiempo retro pero con un sonido refrescante, que puso de buenas al público e inauguró el baile entre algunos asistentes.

Cascabel hizo gala de su experiencia en el escenario, sonidos que nos recuerdan a The Doors colorearon el ambiente con un clima aún cálido (como detalle romántico, esta banda vendió casetes para promocionar su disco). Por su parte Goggs inició con las participaciones internacionales con una voz rasposa y segura que animó al público a mover sus cabezas de manera violenta.

En todo momento se percibió en el festival una vibra inigualable: chicas con vestidos vintage, abundaban las chamarras de piel, las botas y el look «stoner» que ha sido relegado para aquellos que son apenas visibles en el mundo indie, los fieles a los guitarrazos, las que bailan como en los 60, usando lentes amarillos y botines blancos.

The Mudhowlers dieron la sorpresa de interpretar canciones con una cítara, instrumento propio de la cultura hindú y muy presente en la música de los 60, particularmente en canciones de The Beatles a cargo de George Harrison. Death Valley Girls se encargaron de interpretar rock punk de coros pegajosos y acordes sencillos, muy adecuados para el momento en que empezaba a sentirse el aire de la tarde.

Comenzó a oscurecer y la temperatura descendió rápidamente, pero los ánimos no bajaron gracias al energético show que ofrecieron The Coathangers, un trío de chicas vestidas con overoles de pintor debidamente grafiteados; incluso usaron un sombrero lanzado por los fans.

Uno de los stands estaba dedicado a la impresión de playeras en serigrafía, literalmente las imprimían en el momento, respetando el concepto DIY muy propio de la época que se buscaba representar en todo el festival.

Para cuando Ty Segall hizo su aparición, el foro estaba casi lleno. Sin importar la ya baja temperatura, esta banda interpretó una hora de música estruendosa y con un poder constante.

Llegó el turno de The Black Angels, de lo más esperado del cartel. Delays exagerados y guitarras al ritmo del garage psicodélico demostraron el nivel de interpretación que ha convertido a este grupo en una de las llamadas «bandas de festival».

Casi a las 23:00 horas y ya con un clima muy frío, tocó turno a los aclamados Black Rebel Motorcycle Club, abanderados del movimiento garage rock a nivel mundial. Los originarios de California dieron una muestra de su discografía, que va desde el punk rock hasta el blues, folk y gospel; sin duda la espera valió la pena para ver el show de estos músicos influenciados por los poetas de la generación beat.

La cereza en el pastel corrió por parte de La Redada, quienes con un rock mezclado con danzón e incluso chachachá, recordaron que los rockeros también pueden mover las piernas para bailar (sobre todo con la baja temperatura que ya se vivía pasada la media noche).

Así culminó festival Hipnosis, un recordatorio de que el rock ejecutado a mano limpia como en los viejos tiempos tiene muchos seguidores, a pesar del paso del tiempo.

Fotos de Toni François cortesía de Hipnosis/Indie Rocks!.

 

 

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