Por Ana Escárcega.
Es 2018 y estamos 100% a favor de la representación femenina en el cine; en particular en el género de acción se me viene a la mente la versión actual de «Mad Max: Furia en el camino»o prácticamente cualquier película de Luc Besson. Es un cambio que, si se hace bien, resulta sumamente refrescante e inspirador pues aporta algo nuevo a un género muy visto. No es el caso de «Matar o morir» (2018).
En la última película de acción de Pierre Morel, quien resucitó el género del vigilante con «Búsqueda implacable», Jennifer Gardner logra reflejar las habilidades que ya había mostrado en la serie «Alias» hace algunos años, lo que nos trae buenas escenas de pelea cuerpo a cuerpo; la actriz presenta un admirable compromiso físico con su actuación como madre con la intención de obtener justicia luego de que su esposo e hija son asesinados. Sin embargo, la película carece de sutileza y nada que se parezca ni remotamente a la credibilidad, pero al igual que su heroína, ciertamente logra hacer el trabajo.
El personaje de Garner, Riley North, no comienza siendo una asesina letal. Es una ama de casa ordinaria de Los Ángeles, trabaja en un banco y se dedica a su esposo Chris (Jeff Hephner) y a su hija Carly (Cailey Fleming), de 10 años. La familia está teniendo problemas monetarios, lo que lleva a Chris a considerar unirse a un amigo en un complot para estafar a un capo de la droga local, Diego García (Juan Pablo Raba). Chris se retira en el último minuto, pero no antes de que el plan haya sido descubierto, lo que conlleva a la trágica muerte de Chris y de Carly justo frente a los ojos de Riley. Para colmo de males, al cooperar con los detectives (John Ortiz, John Gallagher Jr.) que investigan el caso, Riley identifica a los asesinos y testifica contra ellos en la corte, pero el mazo del juez claramente corrompido está apilado contra ella, quien termina siendo enviada a un psiquiátrico.
Corte a cinco años más tarde, que es aparentemente la cantidad de tiempo necesario para transformarse en una máquina de matar. El guion de Chad St. John («Londres bajo fuego») no se molesta en proporcionar detalles sobre cómo exactamente Riley se convierte en una experta en combate cuerpo a cuerpo y armamento militar, entre muchos otros talentos. No se molesta tampoco en al menos contarnos cuál era el plan de Chris y su amigo para robarle al narco. O bien, en cómo planeó Riley su venganza, mostrándonos planes, mapas, investigaciones… nada. En cualquier caso, cinco años después Riley está de regreso en Los Ángeles e inmediatamente comienza su vendetta contra García y sus secuaces, comenzando con los tres hombres que asesinaron a su familia, el juez, el abogado y quien sea que se atraviese en su camino.
Ahora bien, no se trata solamente de una historia mediocremente contada, uno de los grandes problemas que surgen con el personaje de Gardner son las escenas cursis que aparecen en un par de momentos a lo largo de la película, en los que Riley interactúa con niños y, claro, como es mujer y madre, se detiene a cuidarlos y protegerlos en escenas que resultan totalmente fuera de lugar. Vaya, es que yo no veo a Rambo deteniéndose en medio de la guerra para hacerla de papá con algún niño perdido.
Pareciera a groso modo que la historia podría valer la pena si los escritores hubieran ahondado un poquito en la evolución de Riley. Para servir como un buen ejemplo de protagonista/ héroe de acción –ya sea hombre o mujer– en el cine, la historia se tiene que contar correctamente, el personaje debe ser congruente; no es que todas las películas de acción sean malas por definición, ni mucho menos que no se puedan escribir historias buenas con protagonistas femeninas, los ejemplos los he dado desde el inicio. El problema con «Matar o morir» es la debilidad con la que se nos presenta la historia. A veces, las películas no se pueden sostener solo de golpes y en pleno 2018 merecemos personajes femeninos bien construidos.
«Matar o morir» estrena mañana viernes 23 de noviembre en cines nacionales.
Con imágenes cortesía de Diamond Films México.
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