Fiesta policiaca.
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Fiesta policiaca

  • Por Meraz (de Los Weeds).

    Desgastado, después de un fin de semana de juerga en el Distrito Federal, me encuentro resguardado en las trincheras de mis aposentos en el camino federal a Cuernavaca. Esta ciudad es caótica y muy peligrosa para el desmadre, no tiene fin, ni fondo, ni límites; en ella puedes encontrar cualquier tipo de diversión, droga, baile y uno que otro desencanto. “Hay que llevársela suave” me comentó algún día un  taxista a desohoras para mí, y a tempranas horas laborales para él.

    Fiesta policiaca.

    Fiesta policiaca.

    Cabe decir… ¡qué hermosas mujeres sudamericanas y mexicanas atiborran los antros más hippies y mamertos de la ciudad! Las mujeres anglosajonas son mucho más reservadas para entablar un diálogo; te voltean la cara como cualquier bicho u animal raro. Lo entiendo, deben de sentir mucha desconfianza al incursionar a un país en donde los medios hablan y hablan del narcotráfico y la violencia presentes con mayor fuerza desde el inicio del mandato de nuestro afamado presidente.

    “Pero si los mexicanos no somos malos”. No todos los calzonudos que andan desnudos encimas de sus trocas tienen malas intensiones; sin embargo, también existe el pedante junior que cree que con patear la puerta del antro a las 5 de la mañana podrá entrar. En contraste hay tipos cultos, inteligentes y caballerosos, casi inexistentes en el país, pero los hay. Si bien la globalización ha hecho que ahora todo el mundo se pueda conectar, también ha hecho que ciertos patrones conductuales se multipliquen a lo largo del globo terráqueo.

    Volvemos entonces a las noches de juerga en el DF en donde las autoridades viales son muchos más difíciles de sobornar con un par de billetes que hace unos años. Ahora piden un par de miles los canijos, ¡y pobre del descuidado ebrio conductor  que se topa con un alcoholímetro! Ya temblará el incauto como si se encontrara frente al más despiadado lobo –“entiéndame joven no le puedo hacer el paro, ya vió la cámara”. Pero con humildad en tus ojos y con un para de billetes de 500 o con una tarjeta con fondos la cámara hasta se puede volver ciega. Qué bonito es nuestro México.

    A esta ciudad la amas o la odias, y cuando te sales por odiarla… la extrañas. Es una ciudad funcional y adictiva, en donde la diversidad cultural es muy basta al igual que la diversión. Se debe tener cuidado al andar por las calles y más si no se anda en buen estado, ya que ni hasta los ojos de color más bonitos pueden ablandar  al más robusto y duro polizonte si no se cumple con la cuota de la infracción. En  algo ha mejorado la corrupción el país, ya no es como en las épocas del Negro Durazo.

     

     

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