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¿Por qué nos preocupa la literatura si la mayoría de las veces habla de cosas inexistentes? Es decir, ¿por que escuchamos campañas televisivas que nos “invitan” a leer 20 minutos al día? ¿Por qué cada año hay encuestas gubernamentales sobre los hábitos de lectura de la población? El país que más lee es Finlandia, pero Benito Taibo se niega a ser finlandés aunque la diferencia es abismal; mientras que en México las encuestas más positivas dicen que se leen 2.9 libros al año por paisano, en Finlandia se leen 29 libros por persona anualmente; pero Taibo cree que es el frío que mantiene a los finlandeses en casa leyendo y claro, aparte está la diferencia en números de población, de 120 millones a 5 millones.
Pero más allá del frio, nuestra cultura siempre ha tenido a la biblioteca y al libro en un lugar “especial”. ¿A cuántos de nosotros en la primaria o la secundaria no nos mandaban a la biblioteca de la escuela como castigo? Biblioteca, que por cierto, se conformaba de una o dos mesas, libros rayados de la SEP y uno que otro Oliver Twist perdido entre los libros de valores. Aunado a esto, se le pide a los niños leer “obligatoriamente” Don Quijote a los 13 años, cuando aún no tienen el interés y tal vez el conocimiento necesario para comprender y más allá de eso apreciar la lectura de una obra tan icónica. No hemos entendido que el amor a la lectura debe nacer de experiencias positivas, dejar que los niños (o los adultos) se acerquen al libro por gusto. Sí, es posible que sus primeras experiencias incluyan sagas de vampiros y libros motivacionales, pero la cuestión es que nazca el amor por las letras. Hace unos años San Harry Potter logró lo que los programas de fomento a la lectura no habían hecho, hacer que los niños leyeran, convirtiéndolo así en el segundo libro más leído a nivel nacional (después de la Biblia).
Es cierto que las cosas están cambiando, cada vez existen más medios por los cuales la población se puede acercar a la lectura, internet ha abierto un nuevo panorama: libros en línea gratuitos, historias interactivas, blogs en donde todos podemos crear, traducciones de textos internacionales. No podemos negar que el acceso al libro y la oferta han incrementado pero aún nos falta. Nos falta entender que el libro no sólo es un objeto de estudio que no sólo sirve para “aprender”, que el libro no sólo es para los eruditos o los estudiados, que la literatura es necesaria para crear, para imaginar y para vivir un poquito mejor en países como México, donde la realidad no siempre es lo mejor que se puede experimentar.
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