¿Por qué lo hicieron? Colosio, 20 años después.
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¿Por qué lo hicieron? Colosio, 20 años después

Por Enrique Figueroa Anaya.

«Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleos, que no siempre tienen a su alcance los mejores caminos para su preparación y educación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia y a la drogadicción», Colosio.

Si por un momento pudiéramos ver una fotografía de la realidad del país, resultaría bastante horroroso encontrarse con el hecho de que la realidad de muchos mexicanos sigue tan igual como hace 10, 20, 30 o muchos años más. Es como si el tiempo se hubiera detenido; sin embargo, el tiempo, como el progreso, es desigual para todos. Para algunos es benéfico, para algunos no lo ha sido. Las preguntas y reclamos siguen intactos; son las respuestas las que simplemente no caen.

Con motivo de los diez años del asesinato de su padre, Luis Donaldo Colosio Murrieta, su hijo (Luis Donaldo Colosio Riojas) escribió una carta dirigida al fundador de la revista Proceso. En ella, titulada ¿Por qué lo hicieron?, el hijo del hombre que cayó víctima de dos balas en Lomas Taurinas, Tijuana, formulaba la pregunta que no menos mexicanos se hicieron… y se siguen haciendo.

Materiales han salido muchos, desde artículos periodísticos, especiales en revista, libros y hasta una película; en realidad la duda del porqué cayó el hombre que habría sido presidente de México, sigue siendo tan vigente aún 20 años después de haber sucedido. Es el magnicidio más reciente en el país, y sucedió en medio de un año que sigue retumbando en la memoria de quienes lo vivieron, o mas bien lo padecieron.

1994 fue un año convulso, iniciado con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, los sucesos se fueron dando una y otra vez entre asesinatos y secuestros; para terminarla de amolar, pegándole en esta ocasión a millones de mexicanos que recuerdan más 1994 por el golpe en sus bolsillos, con el fatídico «error de diciembre».

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Esa pregunta que el hijo de Colosio se hacía de manera pública, era la misma que millones de mexicanos se hicieron al ver su economía golpeada, y por muchos años, y aún en el imaginario social, al sentirse traicionados y engañados por un gobierno que una vez más prometía y no cumplía. Esa pregunta es la misma que hoy, en un país violentado por las armas y la ingobernabilidad de varias zonas del país donde manda «el más fuerte o el que la tiene más grande», se hacen quienes ven a familiares y amigos caer por balas y extorsiones. ¿Por qué? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo hicieron?

Esa misma pregunta, tan breve, tan poderosa, es la misma que se hacen quienes desconfían del sistema electoral, y por lo tanto, de que su voto no es respetado ni validado; es la misma pregunta que se hacen quienes al haber votado por alguien, y éste o ésta alzarse con el triunfo, observan que simplemente «es uno más, como todos y todas las anteriores» que se olvidan de uno y no cumplen. ¿Por qué? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo hicieron?

Esa misma pregunta es la que se hacen quienes pasean por una colonia de la clase alta, para en no muchos metros después, caer en una de clase baja o media sin entender la distancia entre las desigualdades de unos y otros, creyendo firmemente que no sólo se trata de que unos trabajaron más duro; sino de que hay quienes tienen mejores conocidos, amistades o familiares. ¿Por qué? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo hicieron?

Esa misma pregunta es la que revolotea en quienes tienen amigos, familiares o conocidos que caen en las cifras siempre frías de los desaparecidos que se suman día con día, sin siquiera conocer una respuesta de su situación; bastaría al menos saber dónde murieron para ir con algo de calma, pero en ocasiones, ni eso se les otorga. ¿Por qué? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo hicieron?

¿Por qué? ¿Por qué el abandono del campo mexicano, los mexicanos con hambre, el saqueo de recursos naturales, el maltrato al ambiente, el abuso de autoridades y el mal uso del gasto público? ¿Por qué? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo hicieron?

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En realidad hay muchas preguntas sin resolver, y si bien es válido seguirse preguntando por qué mataron a Colosio un 23 de marzo de 1994, habría que ir respondiendo otras preguntas más; preguntas, que con el paso del tiempo se van acumulando, quedando arrumbadas entre el polvo y el olvido; al fin, el mexicano «es bien chingón» y siempre se levanta de las adversidades. ¿Para qué contestar? Si quienes tienen las respuestas, o deberían ser obligados a darlas, nunca lo hacen… ni lo harán. ¿Por qué? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo hicieron? Y lo peor de todo… ¿Por qué lo seguirán haciendo?

 

 

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