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Es un deporte feo estéticamente.
Once jugadores contra once corriendo detrás de
una pelota no son especialmente hermosos…
Mucho más lindas que el fútbol son las riñas de
gallos. Ocurren ahí nomás, al lado de uno,
son ideales para miopes.
Jorge Luis Borges
El principal argumento para sustentar toda opinión de futbol, subjetiva o no, es la pasión. Que la pasión esto y la pasión el otro. Al parecer, el mexicano tiene el amparo jurídico de la pasión en cualquier acto dentro de un estadio y fuera de éste, si se trata de pasión se vale todo. Por contradictorio que parezca, el jugador profesional pocas veces recurre a la pasión para sustentar sus opiniones y sentimientos hacia este deporte, el principal ejecutor del amparo de la pasión es el aficionado, el hincha, eso que llamamos La Barra.
Las imágenes de los aficionados jaliscienses golpeando a policías durante un partido de futbol no sólo lastima al deporte, hiere a todos. El mexicano ahora tiene que llevar su realidad social al espectáculo deportivo, no podemos con nuestras frustraciones y mucho menos con nuestros sentimientos. Pero eso si, cuando se trata de defender a La Barra, pocas veces al equipo preferido, que corra la sangre. Esa violencia desmedida parece una confusión de razones; no se pelea por el empate del partido o contra La Barra contraria, se pelea contra los policías: contra la ley. Contra el límite.
El amparo de la pasión no tiene jurisprudencia en este tipo de casos. El entretenimiento deportivo es lo de menos, pudo haber sido en un torneo de golf o en una competencia de patinaje artístico. La pelea siempre será contra los policías, en los casos más “coherentes” (si así se le puede llamar) contra La Barra contraria, aunque seguirá siendo una salvajada, una confusión de conceptos. No poder entender el deporte lucrativo, así como todos los intereses que tiene como negocio, con el desahogo de esta vida tan perra. Que se diga de una vez: el futbol no se mueve por nuestra pasión hacia él, se mueve por que está hecho para lucrar y no lo culpo por ello, ni mucho menos le tengo resentimiento. Así es el futbol.
Luis Villoro autor de Los once de la tribu (1995) y Dios es redondo (2010), escribe un análisis antropológico de la figura mitológica del futbolista desde Maradona a Zidane con un vistazo a Ronaldo. Libros de proporciones bíblicas para cualquier panbolero. En un artículo para Letras Libres en vísperas del mundial en Korea y Japón del 2002, titulado El balón y la cabeza, Villoro habla de la plaga de lacras que tiene el futbol. “Lavantemos veloz inventario de lo que no se alivia con el botiquín del masajista: el nacionalismo, la violencia en los estadios, la comercialización de la especie…Todo esto merece un obvio voto de censura.” La violencia descargada en las gradas de un estadio no es culpa del futbol, es culpa del aficionado.
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