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A partir del pasado domingo 6 de abril, y hasta el domingo 26 de octubre de 2014, se llevó a cabo Cambio el Horario de Verano (CHV) en la república mexicana. El cambio de horario se realiza en todo el país, a excepción de los 33 municipios en la franja fronteriza norte, donde se aplica del segundo domingo de marzo al primer domingo de noviembre.
De acuerdo a la Secretaría de Energía, con estudios del Fideicoimiso para el Ahorro de Energía Eléctrica realizados con información de la Comisión Federal de Electricidad y en colaboración del Instituto de Investigaciones Eléctrica, la aplicación del Cambio de Horario de Verano en México significó un consumo de mil 224 gigawatts hora (GWh); es decir, el equivalente al consumo anual de energía del estado de Nayarit.
Las mismas cifras defienden la aplicación del Horario de Verano ya que desde su inicio a la fecha, se ha permitido disminuir en 20 mil 684 GWh el consumo de electricidad. Desde 1996, con la aplicación del CHV ese ahorro de energía sería suficiente para abastecer el consumo eléctrico de 11.9 millones de hogares durante todo un año (con un consumo promedio de 289 kwh bimestrales por hogar).
Como sea, no a todos les gusta el Horario de Verano, y en parte, se debe a lo difícil que significa adaptarse en los primeros días. Si bien es fácil adelantar una hora en todos los relojes que uno consulta; lo complicado viene a ser cuando el «reloj biológico» de cada uno tiene que adaptarse también.
De acuerdo a estudios relacionados al sueño, el respetar la hora de dormir y de despertar constituyen el mecanismo básico para lograr una rápida adaptación al horario de verano. Y es que quien se resiste a dormir porque su «reloj biológico» no se lo permite, está demostrado que es quien mayor dificultad tiene de adaptarse al nuevo horario.
De acuerdo a los mismos estudios, el adaptarse al cambio de horario se estima en un promedio de dos semanas; si este lapso es rebasado, y las dificultades continúan, es importante acurdir con un experto. Algunos cuadros recurrentes de la falta de adaptación, en los niños, son las infecciones respiratorias o los ronquidos; en los adultos el «cabeceo» por quedarse dormido, e igualmente los ronquidos, la alteración en la presión y hasta el aumento de peso.
Las recomendaciones son dormir entre seis y nueve horas.
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