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Rechazados –como conté ya en una crónica pasada– de la avenida más bella de la ciudad; el regreso de los Indios Verdes al Paseo de la Reforma significa más que un simple reacomodo. Calificados por Porfirio Díaz como “adefesios”, “ridículos” y “antiestéticos muñecotes”, la decisión del dictador sigue intacta. Hoy, los Indios Verdes, reclaman su vuelta.
Su rechazo oficial significó un atentado contra el propio Porfirio, por el que corría sangre indígena; y sobre todo a la historia de un país mestizo como el de México. Si bien un indígena mexica se encuentra representado en la estatua de Cuauhtémoc sobre Paseo de la Reforma, resulta evidente -y hasta cómico- ver en él características mas bien griegas que «mexicanas».
El reacomodo de los Indios Verdes sobre Paseo de la Reforma sería un mensaje poderoso de, primero, una ciudad que ha presumido libertades, y segundo, de un país plural y diverso.
De ahí la petición al Jefe de Gobierno del Distrito Federal para regresar a los Indios Verdes a su sitio original en Paseo de la Reforma y Bucareli. La petición, reiteramos, más allá de ser un simple reacomodo significaría un mensaje poderoso -que en nuestros días, y en nuestro país, no sobra-.
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