Por Asfaltos.
Clasificada tras un error garrafal con la clasificación B, «El americano», cinta animada dirigida por Ricardo Arnaiz y producida por Edward James Olmos, continúa volando contra viento y marea entre un público que si bien no le ha dado la espalda, sí ha sido confundido con la torpeza de la RTC mexicana. «El americano», es ante todo, una película para entretener a los pequeños.
Estrenada en varias ciudades de nuestro país desde el pasado 22 de enero, «El americano» cuenta la historia de Gayo, un perico mexicano que sueña con las acrobacias de su súper héroe televisivo favorito: ¡»El americano»! Distraído con su sueño, Gayo evita la responsabilidad de ayudar en el circo que le pertenece a su familia, y que es amenazado por un grupo de pájaros rivales que desean apropiarse de lo que con tanto trabajo ha creado y mantenido su padre.
La cinta, que cuenta con las voces en los principales papeles de Aleks Syntek, Adal Ramones, Kate del Castillo y Edward James Olmos, resulta una linda historia sobre la importancia de las tradiciones, la familia y el orgullo y esfuerzo del mexicano frente a la adversidad.
La animación, responsabilidad de la productora Animex del propio Ricardo Arnaiz, se realizó en 3D por computadora; y en los segmentos musicales, variados, se cuenta con el propio talento de Aleks Syntek cuya versión animada resulta curiosa y acertada.
La historia es sencilla y definitivamente más enfocada a los pequeños, por lo que resulta incomprensible el error de la RTC, que si bien no limita la entrada a los menores, sí confunde a los papás que son quienes finalmente compran los boletos.
A mi parecer «El americano» no es algo espectacular, pero sí algo que puede entretener a los más chicos en una temporada donde las películas con temática de adultos dominan la cartelera. De cualquier modo debe ser la calidad de la cinta la que decida el futuro de ésta, y no un error, que perdón que insista, resulta ridículo y dañino.
«El americano» es una película que entretendrá a los pequeños. A los adultos, con el simple hecho de ver a los más chicos sonreir, debe bastarles.
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