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Papa Francisco: con “cariño” se vive con mayor alegría

Por Enrique Figueroa Anaya.

Después de casi catroce años de la última visita de un papa en Ciudad de México, la presencia de Francisco en la capital mexicana ha marcado simplemente con su presencia; ya fuera por el significado que tiene su visita entre los creyentes, por sus mensajes cuidadosos y por momentos incisivos para los actores políticos de nuestro país, o simplemente por los cortes viales que entorpecieron el ya de por sí conflictivo transitar en la ciudad.

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El papa Francisco llegó la noche del viernes 12 de febrero al Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, sitio donde se le dio la bienvenida oficial por parte del ejecutivo federal. Mientras al interior del aeropuerto se le había colocado una larga alfombra roja y un templete tipo estadio, en las afueras la gente tímidamente se fue haciendo presente. Sin embargo los pocos en el exterior resultaron ruidosos, igual hicieron los privilegiados que con mariachi y danza tradicional veían los primeros minutos de Francisco en México.

La primera impresión que se dio fue la de la necesidad del presidente de México, y su esposa, de la visita papal. Siempre presentes en la bienvenida, y en cada uno de los eventos (hasta llegar al hartazgo notorio), parecía que como escribían algunos abusados ésta sí era una visita de Estado…. pero de estado de desesperación. En cada momento, en cada oportunidad, el acoso de la pareja presidencial fue evidente. A Francisco, alegre a pesar del cansancio de una gira de esta magnitud, se le notaba feliz con la gente que se le acercaba; no con la comitiva presidencial, no con la pompa de los altos mandos gubernamentales y los privilegiados (esa, por lo menos, fue la impresión inicial).

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Sorprendió también ver las calles tan vacías. Contrario a la imagen que había dejado en las mentes de muchos las anteriores visitas del hoy San Juan Pablo II, con el papa Francisco no hubo grandes multitudes a lo largo de la mayoría de sus trayectos. La imagen de la Iglesia Católica ha cambiado en los últimos años por razones diversas. Frente al ingreso de otras religiones que le han ganado adeptos, así como los escándalos de los últimos años, solo el carisma de Francisco y la fe de muchos a quienes no les importa tanto quién ocupe la responsabilidad papal atrajeron gente ante la visita oficial. Destacó que en los sitios más populares por los que Francisco pasó, las calles sí lucieron llenas y fervorosas. La religión, al final, sirve de alivio para los menos privilegiados.

Hablando de las palabras que Francisco pronunció en nuestra ciudad capital, destacan las pronunciadas el sábado 13 de febrero en Catedral Metropolitana. Apenas minutos después de haber dado un discurso cuidadoso frente al presidente nacional, el papa Francisco no negó conocimiento de «la larga y dolorosa historia que han atravesado, no sin derramar tanta sangre, no sin impetuosas y desgarradoras convulsiones, no sin violencia e incomprensiones»; alzó también la voz con dureza a la curia mexicana, a quienes pidió no tener miedo a la transparencia, «no se necesitan «príncipes», sino una comunidad de testigos del Señor», «no pierdan, entonces, tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses o de consorterías», remató; y alentó y promovió la cercanía entre clérigo y fieles ante «la irreversible hibridación de la tecnología [que] hace cercano lo que está lejano pero, lamentablemente, hace distante lo que debería estar cerca».

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En misa solemne en Basílica de Guadalupe, Francisco no negó la importancia que le revestía visitar el importante santuario mariano, sitio donde pidió dar «de comer al hambriento, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo. Socorre al que está preso, no lo dejes solo, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios.»

Después de una misa frente a miles de fieles en Ecatepec, Estado de México, Francisco vivió el sábado 14 de febrero la que ha sido quizá hasta el momento su cita más importante; aquella, que a mi parecer, vale todo el jolgorio alrededor de la visita papal. Porque no son las canciones malas que le mandaron componer ni los regalos oficiales lo que dejarán marcado el paso de Francisco; tampoco serán sus palabras, que si bien son bien intensionadas, terminarán perdiéndose en el viento; no, quizá el acto más importante de su visita es tan simple como una mirada, un beso o un abrazo.

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Porque en un país tan lastimado por la pobreza, la corrupción y la violencia, la indiferencia lastima y mata. Por ello, en su visita al Hospital Infantil de México Federico Gómez, el papa Francisco destacó la importancia del cariño. Cercano y natural, frente a los pequeños hospitalizados que sacarían lágrimas a los más débiles, Francisco ofreció su verdadero mensaje; ese que los niños, en su infinita inocencia y grandeza, aceptaron y contestaron con la misma energía. Una joven que le dedicó una sentida versión del «Ave María» al papa, destacó por la fuerza de su canto más que por entonado, por sentido y cariñoso. En ese simple acto de amor se resume el que será el paso de un papa más que visita nuestro país y nuestra ciudad capital. Esos abrazos, esos besos y esas palabras de aliento calaron en los pequeños, quienes guardarán seguramente un acto de amor de un extraño que les miró sin miedo.

#PapaEnCDMX: dónde y cuándo.

 

En lo que fue el fin de las actividades formales del papa Francisco en Ciudad de México (pues hoy viaja a Chiapas, mañana a Morelia, Michoacán, y pasado mañana a Ciudad Juárez; aunque duerme aún dos noches en Ciudad de México), la lección que por lo pronto yo rescato de la visita, es simple y sencilla. Abandonemos la indiferencia, dejemos la frialdad a un lado y tratemos de ser aunque sea un tantito empáticos entre nosotros. Una sonrisa y un abrazo son el inicio de un cambio que necesitamos; lo demás es trabajar y trabajar para ello.

Fotos: Presidencia de la República Mexicana.

 

 

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