‘El metro’, de Síndrome del Punk

Por Asfaltos.

La semana pasada fue una de esas en las que, por mas que me jorobe caer en el estereotipo, al llegar el final de la misma aplaudí por haberlo logrado. Y es que no me van a dejar mentir quienes viajan de costa a costa por la capital mexicana en transporte público: qué pinche jorobada diaria subirse a la pesera, bajarse, correr al Metro, bajarse, subirse al Metrobús, bajarse, y así de manera infinita.

En fin, a la hora pico, justo cuando junto a otros miles buscaba dirigirme finalmente hacia mi casa (bueno, mi bajo puente, pues), se me vino a la cabeza una rola para enfrentarme a la marea de gente que entre empujones iba a hacérmela «de jamón» para ingresar a uno de los tantos vagones atascados del Metro. Con mis audífonos bien puestos saqué mi superpoder de ignorar al mundo con música, y sí, los Síndrome del Punk fueron los elegidos.

Con el grito de guerra «no come niños ni mata gente, nada más los masturba de la mente», surgió a inicios de los 80 un grupo llamado Síndrome del Punk. Sus integrantes, el ícono de la escena Amaya Ltd (vociferante, que no vocal), Juan Hernández (guitarra), Víctor Beristáin (bajo), Dan Caries (coros) y Paco Paco (batería), harían historia con un grupo que surgido de las clases marginadas de los barrios populares de la capital, pronto se hizo de seguidores de la mismas zonas que se sintieron identificados con su música y sus letras.

Con frases como «el metro huele a patas ¡y es sensacional!», los Síndrome del Punk aparecieron en mi playlist guerrero de «la hora pico» precisamente con su canción «Metro». Incluida en el álbum «Síndrome» que incluye clásicos como «Residuos industriales» y «A mi manera» (cover de la también versión de «My way» de Sid Vicious), por mencionar algunos, «Metro» no es otra cosa que un grito de guerra para envalentonarse justo a la hora más difícil del transporte público. ¡Arriba, raza!

Foto: ·júbilo·haku·.