Por Asfaltos.
La semana pasada se revivió una noticia que nos ponía frente a la incipiente idea de una secuela para la galardoneada «Gladiador» (2000) de Ridley Scott. La «locura», si me permiten la personalísima expresión, provenía del mismísimo Scott, quien afirmaba de manera contundente: «sé cómo traerlo de vuelta». Disculpen el «spoiler alert», pero al final de «Gladiator», el protagonista de la cinta, Maximus Decimus Meridius, comandante del Ejército del Norte, general de las Legiones Fénix, leal servidor del verdader emperador Marcus Aurelius, padre de un hijo asesinado y esposo de una esposa asesinada, muere de forma heróica venciendo precisamente en el mismísimo Coliseo Romano al Emperador Cómodo.
Pero vale, al parecer para Ridley Scott lo anterior no sería ningún impedimento para regresar a la vida al personaje interpretado por Russell Crowe, pues para él todo se resolvería usando «el cuerpo de un guerrero moribundo como portal para traerlo de regreso»… La verdad no se ni qué pensar.
Ridley Scott, quien actualmente se encuentra -aparentemente- obsesionado por revivir al Xenomorfo más famoso del cine en «Alien: Covenant» (2017) -que desde luego mentiría si les dijera que no muero por ver-, parece que ha encontrado una nueva tarea que de entrada suena -disculpen ustedes- un tanto ridícula. Ya el regreso de Alien, si bien la premicia de «Prometeo» (2012) no es mala, no resultó para muchos del todo tan afortunado. Sí, Scott dirigió la «Alien» (1979) original y quizá para muchos la mejor de todas -la «Aliens» (1986) de James Cameron es diametralmente opuesta a la que le antecede-, sin embargo lamentablemente en su construcción «Prometeo» se quedó un tanto corta en cuanto a la construcción de personajes, desarrollo de historia y sobre todo interés -en su mayoría- del público… ¿Lo peor? A pesar de que Scott afirmaba y afirmaba que no se trataba de una precuela de «Alien», al final de la cinta se forzó la aparición Xenomorfo confirmando lo que después sería aceptado por el mismísimo director: sí, sí era una precuela de «Alien». ¿Scott se habría gastado su interesante premicia para deleitarnos de nuevo con más Alien solo por el placer de los boletos vendidos?
Dirán que soy un poco duro con Ridley Scott, pero para justificarme me remito a una declaración que realizó precisamente hace unos meses, después de una entrevista que Martin Scorsese concedió a CNS.
Scorsese, el laureado director de clásicos como «Taxi Driver» (1976), «Toro salvaje» (1980), «La última tentación de Cristo» (1988) y «Buenos muchachos» (1990), entre otros, comentó que para él «el cine ha muerto». Scorsese, cuya más reciente cinta «Silencio» (2016) es la antítesis perfecta de todo lo que no le gusta del cine actual, continuaba afirmando que «el cine con el que crecí y el que realicé como director, ha muerto. Como experiencia común, el cine siempre existirá; pero, ¿qué clase de experiencia será ésa? ¿Siempre va a ser una película de parque temático? Sueno como un viejo, pero es lo que soy», afirmaba.
Además, para Scorsese, quien con «Silencio» dio una cátedra de lo que puede ser una película sin toda la parafernalia habitual de las grandes producciones de Hollywood, la proliferación de imágenes y la dependencia excesiva de técnicas superficiales como tendencias han disminuido el poder del cine para los más jóvenes. Para Thelma Schoonmaker, editora de Scorsese desde «Toro salvaje», «él simplemente está cansado del slam-bam-crash. Decirle a la audiencia qué pensar es lo que realmente odia. Intentar hacer una película («Silencio») meditativa en este punto, en este mundo insano en el que estamos ahora, fue increíblemente valiente. Quería marcar la película con todo eso: el ritmo, el uso muy sutil de la música. ¿Cuántas películas empiezan sin música al principio bajo los logos?», cierra.
Pues bien, para ese Ridley Scott quien recientemente anunció que si «realmente quieren una franquicia» tendremos seis películas más de Alien, la respuesta a lo dicho por Scorsese no sería otra que en efecto: «el cine actual es bastante malo». Para el también director de otros clásico como «Blade Runner» -que por cierto, regresará también en forma de secuela aunque no dirigida por él-, cine como el de superhéroes que invade todo el mundo no le llama ni tantito la atención, porque si bien «Blade Runner» podría caer en ese mismo género, la diferencia de su trabajo es que por lo menos «tendría una jodida buena historia, ¡en contraposición a ninguna historia!»
Al parecer Ridley Scott está cayendo en una serie de contradicciones que no hacen mas que exponerlo con ideas en primera instancia tan absurdas como una secuela de «Gladiador». Ojalá, y subrrayo ojalá, me equivoque
Sin embargo lo peor, al final, es que Scott no es el único cineasta de su generación que parece ha caído frente al fenómeno del reciclaje masivo de historias. James Cameron, obsesionado con las ultra anunciadísimas secuelas de «Avatar»; así como Steven Spielberg, quien regresará al mando de una nueva historia de Indiana Jones (tras un muy seguramente jugo$ísimo contrato después de haberse opuesto a revivir a Indiana para la cuarta entrega), son algunos ejemplos de genios de su tiempo que supieron crear historias increíbles y asombrosas que fueron tan sólidas y entretenidas que marcaron la pauta de una generación de cineastas de Hollywood donde al parecer el gran mérito será la rendición eterna de homenajes, la explotación de la nostalgia y la reutilización de viejos personajes e historias que -aunque no lo queramos creer- cuentan con fecha de caducidad.
Para Ridley Scott «el cine actual es bastante malo»… ¿se morderá la lengua pronto?
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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