Por Asfaltos.
A inicios del presente año, aun con «Star Wars: The Last Jedi» muy fresca, les lancé una pregunta que para mí hasta ese momento había quedado inconclusa. Para los días que escribí ese texto solo había visto una vez la película dirigida por Rian Johnson, por lo que muchos de los sentimientos que me embargaron durante el primer visionado seguían frescos. Sin embargo, a raíz de regresar a la película, añadiendo el ya mencionado documental «The Director and the Jedi«, me surgieron nuevas ideas tras una nueva reflexión de la historia.
Atacada con mucha más fuerza tras su reciente estreno en versión digital y física, «Star Wars: The Last Jedi» es una vez más bajados los humos y con la serenidad a tope, no una cinta perfecta pero tampoco el bodrio que para muchos merece en automático la hoguera. Es más, a raíz de los siguientes puntos que les voy a proponer, la película me ha parecido mucho más interesante de lo que pensaba. Inclusive me hace extrañar a Rian Johnson para el Episodio IX… (Tranquilos, los invito a leer antes de que me empiecen a llegar las mentadas de madre; ya después discutimos.)
Haciendo a un lado lo técnico de la realización -que también tras nuevos visionados tiene varios aspectos a destacar, así como otros por criticar-, el principal problema de muchos de los que se quejan de «Star Wars: The Last Jedi» es sin duda el tratamiento al que fue sujeto la máxima figura de la trilogía original, Luke Skywalker. Yo mismo, en mi ya mencionada columna «¿Quién es Luke Skywalker?«, me había quejado de que la resolución propuesta por Rian Johnson no era del todo convincente; y que sí, era menester -casi deber- de J. J. Abrams entregarnos una respuesta «más sólida y contundente».
La reflexión que me hice nace a partir de un comentario de quien me compartió una de sus quejas sobre la película: en lugar de que la Vice Almirante Amilyn Holdo se quedara al mando de la nave de la Resistencia, la Raddus, hubiera sido más heróico e impactante que el sacrificio hubiese sido efectuado nada mas y nada menos que por la propia Leia Organa. «¡Claro, fue una oportunidad desperdiciada!», pensé. Leia, quien desde el principio de la película padece cada una de las muertes de la Resistencia, hubiera resultado agrandada en uno de los más importantes momentos de la cinta. Claro, esa decisión a nivel guión hubiese implicado adaptar y dejar a un lado varias cosas de la resolución de la película; pero sobre todo, un doble golpe para los fans quienes ya con la muerte de Luke «tenían más que suficiente». Sí, me inclino a pensar que la decisión de mantener viva a Leia en «Star Wars: The Last Jedi» –aun con la muerte de su intérprete, Carrie Fisher– obedeció mas bien a dejar intacta la muerte de Luke y no «llevarse de un solo golpe a dos personajes queridos». ¿Se imaginan la reacción aun más virulenta de muchos?
A mi parecer Rian Johnson resuelve muchos problemas con los que J. J. Abrams ya no tendrá que lidiar en el Episodio IX. Cuando escribí de «Star Wars: The Last Jedi» destaqué cómo la cinta finalmente terminó por convertirse en esa pieza que debió haber sido a mi parecer «Star Wars: The Force Awakens«. «The Last Jedi» ponía para mí finalmente muchas de las bases que le otorgaron originalidad y un camino nuevo a la historia que nos presentó «The Force Awakens». La película de J. J. Abrams sí que nos puso sobre la mesa a los nuevos personajes y el principal conflicto espacial, pero fuera de eso en estructura «The Force Awakens» resultaba muy similar -como infinidad de veces ya se ha destacado- a «Star Wars: A New Hope». Fue en la media hora del final de «The Last Jedi» que Rian Johnson le dejó prácticamente vía libre a Abrams para cerrar la trilogía con la tercera parte.
Abrams tiene la enorme responsabilidad de darle sentido a la nueva trilogía; y a darle sentido me refiero a explicarnos el porqué de contarnos esta historia. Obvio la respuesta a nivel industria es clara: porque dinero; pero a nivel historia el razonamiento no ha sido del todo claro. Lo que sí, y ahí el mérito tanto de Abrams como de Johnson, es haber plantado la semilla del porqué de un nuevo conflicto en la galaxia, sobre todo después de aquella celebración en Endor en «Star Wars: Return of the Jedi». ¿La respuesta? El fracaso de nuestros héroes.
Han Solo, quien por años se destacó como un alma libre, rebelde, sin mayores ataduras que las propias -«yo sólo recibo órdenes de una sola persona: de mí»-, se enfrenta a una vida en pareja y posteriormente en familia. ¿El resultado? El fracaso de esa aventura. Asumido éste, confrontado tras la presencia de Rey y su posterior encuentro con Leia, Han asume su fracaso y lo enfrenta en el momento en el que se encuentra con su hijo Ben. La tragedia de Han Solo se cierra cuando Ben le mata.
Leia también fracasa. Nacida prácticamente en el seno de la Rebelión, observa cómo su lucha «triunfa» cuando ve con sus ojos desde la luna de Endor cómo la Estrella de la Muerte explota, debilitando así al Imperio, pero sobre todo eliminando a sus dos más importantes líderes: el Emperador Palpatine y Darth Vader. Acá una acotación, que creo debió haberse incluido en las películas porque resulta importante: en la novela canónica «Bloodline» de Claudia Gray, se nos revela cómo al tratar de tomar autoridad en la Nueva República tras la derrota del Imperio, sale a la luz del público el hecho de que tanto Luke como Leia eran hijos nada mas y nada menos que de Darth Vader. Leia fracasa entonces como la figura líder de la Nueva República: como esa figura conciliadora y que después no se tomaría en serio cuando clamara por el peligro creciente de la Primer Orden. El cierre de su arco hubiera sido perfecto con el final que anteriormente comenté.
Y finalmente Luke, quizá el que más fracasa de los tres, sobre todo por el tamaño de las responsabilidades que asume Primero pensemos: ¿habrá sido fácil reponerse de los sucesos en la Estrella de la Muerte? Enfrentar y luego redimir a su padre no debió haber sido algo sencillo. Segundo: con las ausencias de Obi-Wan Kenobi y de Yoda, Luke tenía muy poca información sobre los Jedi para poder continuar con su legado; responsabilidad que con el paso del tiempo asume hasta lo descrito en «The Last Jedi». ¿Sólo por «ese detalle» con su sobrino Luke tira todo por la borda? La escena en la que le vemos arrodillarse junto a R2-D2 viendo no sólo cómo su sueño se desvanece, sino también cómo todos sus estudiantes perecieron, muestra cómo claramente el evento le resulta de un dolor inmenso del que nos percatamos por muchísimos años no se pudo levantar. Es a raíz de la presencia de Rey, de su contacto con Chewbacca, con R2-D2 y con el hecho de enterarse de la muerte de Han -escena que comparto y que por cierto siento no debieron haber dejado fuera de la película-, que Luke decide regresar y ayudar a la Resistencia; es, sobre todo, a raíz de su comunicación con Leia meintras ésta sigue dormida, que Luke decide enfrentar su fracaso plantando cara a su sobrino y aprendiz Ben Solo -acá, también, una linda rima con aquel salvamento que Leia ejecuta en Bespin para recuperar a Luke-.
Rian Johnson resuelve la ecuación con la lección que Yoda le enseña a Luke. «Atendido mis palabras no has, ¿verdad?», es lo que Yoda le espeta a Luke después de quemar el primer Templo Jedi que éste no se atrevía finalmente a destruir. «Transmite lo que has aprendido. Fuerza, maestría. Pero debilidad, locura, fracaso también. Sí, la falla más que nada. El mejor maestro, el fracaso es.» La lección más importante de la cinta fue pronunciada nada mas y nada menos que por el Jedi más sabio de todos; lección que al momento en estas dos cintas de la trilogía de las secuelas, ha sido aprendida y ejecutada tanto por Han Solo, como por Luke Skywalker.
Al quitar de la ecuación a Snoke y sus intenciones, al desaparecer la presencia de Darth Vader con la eliminación del casco de Kylo Ren y sobre todo con la destrucción del sable de Anakin; al quitar a Luke y su conflicto y sobre todo al fortalecer la relación entre Rey y el propio Kylo Ren -con conceptos visualmente destacados como el diálogo entre ellos, y finalmente la idea de que cada uno pudo ver su destino mutuo-, Rian Johnson le deja el camino libre a Abrams para que se enfoque ahora sí en el corazón de la trilogía que debe ser, nada mas y nada menos, el misterio que envuelve a Rey, y también la relación entre ella y Kylo Ren. ¿La lección aprendida también por ellos? Que ese fracaso de los Jedi y de Anakin en las precuelas; que ese fracaso de la Nueva República y de Luke, Han y Leia en específico, sirva de lección para la construcción de un nuevo futuro. Ben Solo, el único «Skywalker» vivo en el Episodio IX -no creo que se reemplace a Carrie Fisher como Leia; por lo que para mí el personaje ya habrá muerto en la próxima película-, tendrá la responsabilidad de cerrar el drama de su familia y quizá, con él, el drama de la galaxia.
A lo largo de las 7 películas de la «saga de los Skywalker», hemos visto cómo éstos han fracasado, y junto con ellos, los Jedi que Luke y Yoda deciden terminar -la última frase que Luke le dice a Kylo Ren, no siento yo que signifique que se retractó del final de los Jedi-. El fracaso ha sido constante, pero el fracaso debe significar algo. Kylo Ren y Rey son los herederos de una nueva generación; y con ellos los chicos que vimos inspirados al final de «The Last Jedi» por la leyenda de Luke -por cierto, con un guiño que ahora que reflexiono siento precioso con toda la generación de quienes crecimos con «Star Wars»-. «Somos lo que ellos alcanzan», menciona Yoda junto a un Luke que acepta sus errores, su fracaso. «Ésa es la verdadera carga de todo maestro», concluye quien, en «Star Wars: Revenge of the Sith», fracasó también.
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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