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«Black Mirror: Bandersnatch»: un videojuego, película y hasta diagrama de flujo aburrido

la-ballesta
Por Asfaltos
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Hace un par de semanas mi amigo Carlos Del Río (titular de CinemaNET -¿ya nos siguen en Twitter, Facebook e Instagram, verdad?-), me obligó conminó a ver el más reciente episodio/película «Black Mirror: Bandersnatch». La verdad es que pocas o nulas ganas tenía de ver «el evento ‘cinematográfico’ novedoso», pero bueno, terminé accediendo.

 

Me apresté a entrar a mi cuenta en Netflix para ver «la dichosa novedad», misma que exageradamente una columna en The New York Times (¡cómo no llamarles fake news si salen con estas cosas, caray!) marcaba como el probable inicio de «una nueva era de narración«. ¿Una nueva era de narración? Really!?

La «bendita novedad», como ya saben porque seguramente ya lo han probado –sorry, llegué tarde al hype-, es la opción de tener literalmente en nuestras manos «parte» del destino del personaje principal. Stefan, un joven desarrollador inspirado por uno de esos libros de «escoge tu destino», decide emprender la más compleja misión de su vida: adaptar ese libro al mundo de los videojuegos. Ya, esa es la historia. Sí, la trama se aventura por algunas cosas más que pretenden profundizar la experiencia, pero termina enredándose para pasar a segundo plano y dejar el protagonismo absoluto a la «bendita novedad».

Desde qué quieres desayunar, hasta qué hacer con el café que Stefan sostiene peligrosamente cerca de su computadora, son las preguntas que nos lanza de vez en vez «Bandersnatch». Ah, eso sí, hay «varias» posibilidades a elegir -como han destacado algunos otros medios más-, pero en realidad casi siempre el episodio/película nos intenta regresar a lo mismo. Sí, hay poca libertad de elección.

Al principio la verdad es que casi abandono al misión. En la historia, en una reunión el jefe de la empresa desarrolladora de videojuegos le pregunta a Stefan si accedería a trabajar con todo el equipo disponible para conseguir su tan anhelado sueño… Pues sí, ¿no? Ok, contesta uno que sí y… se acabó, que esa no era la respuesta. Ok, va. Te regresas, te repiten la misma pregunta y contestas ahora que no y… pues Stefan dice que no, pero luego que sí. Really¡?

La verdad es que las opciones no son tan creativas y terminan por limitar bastante la acción de quien interactúa. Sí, si quizá nunca se ha probado alguna otra narrativa similar, «Bandersnatch» es lo más novedoso; pero si uno ha probado aunque sea marginalmente un videojuego, por ejemplo, notará que hay poco o nada de nuevo en este episodio/película de «Black Mirror».

Platicando con mi hermano, un videojugador asiduo, recordamos juntos la experiencia de «The Last Express». El videojuego, diseñado por Jordan Mechner y lanzado en 1997, nos coloca al interior de un un tren en movimiento. A diferencia de otros videojuegos con mapas abiertos como «Grand Theft Auto», si en «The Last Express» decido hacer algo en un punto del tren, las acciones en los otros sitios no se detienen, y sí, siguen su curso dependiendo si interactué o no con ellos -es decir, su desarrollo es más complejo, e interactivo-.

 

También, a diferencia de «Bandersnatch», en «The Last Express» las acciones discurren con mayor agilidad, y sí, las opciones son diversas. Es más, por las limitantes propias del formato cinematográfico, las opciones en el videojuego son mucho mayores; acá, todo va dependiendo de cómo te muevas o cómo interactúes.

Al momento de elegir acciones dentro de «Bandersnatch», se te ofrece cierto tiempo sin una aparente interrupción en la trama -aunque sí con un innecesario diálogo extra para «darnos el mayor tiempo posible» para elegir-. Ahí me acordé de «Resident Evil 4», y en específico de una de las batallas con uno de los principales villanos.

 

Como ven, la escena es bastante ágil. Para poder pasar sobre ella hay que seleccionar una serie de combinaciones de botones que se nos van presentando de manera inmediata, sin tanta pausa como en el propio «Bandersnatch». Si no elegimos bien, perdemos, y de regreso. Acá el videojugador seguro pasó por varias pruebas antes de lograrlo; la escena, es en efecto, más ágil; si quieren, hasta por una mayor capacidad de tecnología presente en el videojuego, a diferencia de las limitantes de «Bandersnatch».

«Oye, pero esto es comparándolo con un videojuego», me dirán. Y sí, lo hago así porque para un servidor, «Bandersnatch» es prácticamente un videojuego; sí, con actores, pero al final es el mismo principio. Ok, voltean los ojos y miran hacia arriba… «¿Y en el cine, no sería algo muy novedoso?» No.

Hace poco más de 50 años, en Francia, el realizador Jacques Tati lanzó una película titulada «Playtime» (1967). Sin tanto rodeo imagínense un libro de «¿Dónde está Wally?», en donde cada escena vendría siendo una página del libro, y que conforme van avanzando pueden ir hilando -de acuerdo a lo que vayan observando- distintas historias que se pueden construir. Sí, hay personajes en común, pero viéndose una, y otra, y otra vez, «Playtime» puede entregarnos distintas historias en una sola película; además, con una ejecución mucho más creativa que la de la «bendita y ‘creativísima’ ‘Bandersnatch'». Lamentablemente la cinta, como al final la carrera de Tati, no gozaron de tanta fama; si se logra ver «Playtime», es en formato casero, donde se pierden detalles que enriquecen sin duda la experiencia.

 

A lo que voy con todo mi merequetengue, es a que «Black Mirror: Bandersnatch» no es todo lo novedosa y creativa que se dice que es. Sí, es algo que Netflix empezó a hacer, pero que los videojuegos ya hacían y de mejores y más creativas maneras. En el cine ya hay antecedentes de querer abordar algo similar, con el ingenio que se desprende siempre de las limitantes tecnológicas; y en otros medios hay muy seguramente otros abordajes similares, como por ejemplo la ya mencionada literatura, ¡y hasta la pintura -ver la obra de Pieter Brueghel el Viejo-!

Netflix y «Black Mirror» se vanaglorian de algo que ya se ha hecho y de mejor manera. Si se ve como una película, «Bandersnatch» es aburrida, como videojuego es todavía más tediosa; y si como bien me decía el buen Carlos del Río resulta también que es un diagrama de flujo, pues también es bastante lamentable. Seguro, seguro, hay diagramas de flujo más interesantes y retadores que la «bendita ‘Bandersnatch'».

Si la industria cinematográfica quiere innovar, pues que innove; no que nos venda humo como algo sorprendente.

IMG_5743Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.

 

 

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