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El remanente del universo de «Game of Thrones»

Columnistainvitado

Por Sandyluz.

Aun cuando ya estemos lejos del episodio final y de clausura de la serie «Game of Thrones», el cual generó expectativas varias, sobretodo en redes sociales, es para mí útil materia de análisis, justamente por ser el desenlace para resolver todo un entramado, donde convergieron las querellas e intrigas de siete reinos, en torno al disputado Trono de Hierro. A lo largo de los episodios de ocho temporadas (desde el 17 de abril 2011 al 19 de mayo del 2019), se desenvolvieron numerosas subtramas para dar a conocer los juegos de poder y las ambiciones personales de un grupo de personajes, por demás diversos y sólidamente construidos, quienes se constituyeron coloridos y polifacéticos, para hilvanar la sinfonía que es la serie entera. Así, algunas observaciones desde mi tintero, o bien el efecto post mortem:

1. La naturaleza de las criaturas humanas, o no humanas es indómita. En el episodio último, afortunadamente se reivindica la naturaleza del dragón –quien desde el punto de vista de cualquier mitología, ya sea oriental u occidental, es pasión y fuego– cuando éste se exilia de los hombres, siguiendo su propia voluntad, no sin antes quemar el ambicionado Trono de Hierro. En un acto de lealtad y satisfacción de la voluntad propia, Drogon, el dragón negro restante, sujeta dentro de su garra a su madre muerta, el único humano por quien sentía filiación (Daenerys Targaryen) y emprende vuelo. En lo personal, y como asidua admiradora de estas criaturas fantásticas, me pareció denigrante y mal planteado, que en el penúltimo capítulo de la última temporada de la serie, Drogon simplemente sirviera como arma de guerra, lanzando fuego indiscriminadamente por órdenes de su conductora humana. Cualquiera que sepa de dragones conoce que ellos no obedecen sino su libre albedrío y que son seres mucho más inteligentes que un caballo; fue muy torpe plantear a Drogon como tanque de guerra; aquí se puedo derivar una peripecia donde quizás la voluntad de Daenerys se contrapusiera con la de Drogon, y, producto de la disputa, se derivara el genocida incendio. En general, la serie le da poca relevancia a personajes tan dignos y majestuosos que dan pie a toda una dinastía, y que merecen un sustantivo propio para ser nombrados: los dragones. En este respecto, sería conveniente consultar la fuente bibliográfica, para conocer la biografía de alguno de ellos, pues la serie los dejó apenas esbozados, supeditados al ser humano, e infrautilizados como vehículo de transporte. No, los dragones son mucho más que eso.

2. Fue preponderante centrarse en las pasiones humanas, en torno al deseo de poder, descuidando la parte mágica-fantástica del universo de la historia. Considero un desatino de la serie el haber planteado la convergencia del plano mágico-fantástico con el plano real, para luego arbitrariamente abandonar personajes y subtramas que aportaban gran misticismo y contextura a la trama, en aras de inclinarse por las cuestiones mundanas del honor, la solidaridad, la ambición, el poder, la traición, y un largo etcétera, pues, con el debido respeto, todo esto puede observarse en un montón de tramas históricas, realistas, futuristas, y en general, de corte cliché, que engloban los grandes temas de la humanidad. La serie televisiva nos dejó espacios vacíos imperdonables en torno a los niños del bosque, los gigantes, los caminantes blancos, los mismísimos dragones, y claro, los poderes y naturaleza de algunos interesantísimos personajes, como es el caso de Melisandre, la bruja y Brandon Stark (sobretodo él, quien luego iba a ser coronado rey). Al final, la serie exhibió un metadiscurso donde declara la supremacía del ser humano por encima de cualquier otro ser vivo, cosa desatinada e injusta para un universo tan intrigante, vasto y heterogéneo, como el que generó tantas ilusiones y expectativas al inicio de la serie.

3. El amor no lo puede todo y, en el caso de los humanos, es derrotado ante el poder material y el reconocimiento, ¿acaso ante la ética? Quizás fue un contradiscurso (muy atípico, por cierto) el que Jon Snow tomara la decisión de renunciar al amor para ultimar a la recién y dictatorial reina, Daenerys Targaryen. El personaje muestra que es preferible sacrificar el bienestar personal por el bien común, lo cual tiene una implicación moralina, ¿y acaso verídica? (¿quién en su sano juicio hubiera podido matar así, a mano limpia, al amor de su vida?). Jon Snow traspasa la vigilancia de Drogon y llega hasta la nueva reina, quien visiblemente ha sido transformada por la avaricia. Claro, fue muy inesperado, y opuesto al formulismo, que el personaje Jon Snow hiciera ese gran sacrificio para el beneficio de los hombres; sin lugar a dudas, ésta fue una de las escenas más dramáticas del episodio final. Sin embargo, me pregunto: ¿acaso así obran realmente los seres humanos (considerando que los realizadores de la serie apostaron por plasmar fidedignamente el proceder de la especie humana)? Sin lugar a dudas, Jon Snow obró más como héroe que como ser humano.

4. Cualquier alianza humana satisfactoria cede con el paso del tiempo y se torna monótona e inservible, para abrir paso a nuevos juegos de intriga, pues la naturaleza humana es belicosa e insatisfecha. Ya hablando del desenlace, donde “se rompió una taza, y cada quien para su casa”, realmente nos queda claro que el reinado y el juego de poder de la humanidad cumple un ciclo, el cual, hasta cierto punto, es monótono y predecible. La serie se torna aburrida en el desenlace, una vez que “Bran el roto” toma su envergadura de gobernante. Sansa Stark, Reina del Norte, siempre me pareció de lo más seca y fastidiosa; y finalmente nos cruza como espectadores el pensamiento de “y ya, esto es todo, pero… ¿todo para esto?”. Porque así sucede en los mandatos: el rebelde, o líder, o insurgente pierde todos sus bríos y pasiones, una vez que se entrona y se ocupa de los asuntos comunales, dejando a un lado su fuego personal. ¿Acaso el rey Brandon Stark seguirá siendo singular, mágico y justo, aun cuando ostente el poder? La historia de la humanidad demuestra lo contrario: quien se amolda al trono, se consume en el trono, sin lograr satisfacer a tantos y tantos actantes sociales tan complejos y heterogéneos.

5. Quizás no todos los personajes recibieron los honores, ni los castigos merecidos, por la premura de redondear la trama. Creo que a todos nos pareció que Cercei Lannister apenas recibió un poco “de su propio chocolate”; fue simbólico que las mismas pesadas estructuras de su ambicionado palacio terminaran por lapidarla, tanto a ella, como a su hermano-amante Jaime, finiquitando con ello una estirpe. Sin embargo, para ser antagonista (o sea la villana de villanas) Cercei recibió un tratamiento muy pobre. A mi parecer, en esta ocasión sí fue muy desperdiciado tanto el fuego como las fauces del dragón, quien debió hacerla ver su suerte, luego de la crueldad que ésta desplegó a lo largo de ocho temporadas. Del mismo modo, considero que se resolvió pobremente el paradero de personajes que brillaron y sufrieron y recibieron un tratamiento minucioso previo, como por ejemplo: Tyrion Lannister, Brienne de Tarth, Arya Stark y el mismísimo Jon Snow. Quizás es mucho pedir, pero sí nos hubiera gustado que les dieran el remate adecuado al desarrollo y subtrama que se derivó de cada uno de ellos.

Sin más, es cierto que es casi imposible complacer a todos; que estructuralmente hablando, el capítulo último cumple, cuando resuelve el conflicto inaugural, en relación con quién sería el ocupante del trono; y en relación con no dejar cabos sueltos, a la hora de mostrar quién manda. Sin embargo, como sentencia última, yo sí hubiera apostado más por dejar un equilibrio entre el ingrediente mágico-fantástico y el drama bélico-real, en torno al poder humano que plantea la serie. Sin más, punto final para esta magna serie (o al menos por ahora).

Fuente consultada: Martin, George R. R., García, Elio y Antonsson, Linda, «El mundo de hielo y fuego. La historia no contada de Poniente y El juego de tronos», México: Penguin Random House Grupo Editorial, 2016.

IMG_5743Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…

 

 

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