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Por Aranzazú Martínez Galeana.
Sin cifras precisas que los cuantifican que no existen políticas públicas pensadas en esta minoría; la población afrodescendiente en México es poco más que un rumor. A pesar de tener presencia en varios estados del país como Guerrero, Veracruz, Oaxaca y Tabasco, esta población parece coexistir en su propio mundo al margen del Estado mexicano. La exclusión a la que son sometidos y la discriminación resultante de esta marginalización son evidentes cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía “carece de cifras exactas sobre cuántas personas afromestizas viven en nuestro país”.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) calcula que actualmente hay alrededor de 450,000 afrodescendientes en México, apenas el 0.4% de la población, pero se desconoce la cifra exacta. Junto con los indígenas, son uno de los grupos más discriminados, según la dependencia. Empezando por eso, las cosas van mal. Si una población por más pequeña que sea no es reconocida como un elemento constitutivo de un país, sencillamente no existe. Es invisible.
Con lo anterior en mente, es sumamente destacable que (por fin) nuestro país tome medidas concretas sobre la ambigüedad jurídica, política, social y cultural en la que este grupo afrodescendiente vive. El Foro Nacional sobre Poblaciones Afrodescendientes realizado en la Ciudad de México el 26 y 27 septiembre de este año, puede ser visto como el primer intento real de visibilizar a este reducido sector, ya que uno de sus objetivos centrales fue el cumplir las obligaciones internacionales de México derivadas del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial emitidas por Naciones Unidas a principios de año; otra de las aportaciones de esta reunión fue que se diseñó como un espacio de interacción y diálogo entre la academia, diversas organizaciones civiles, colectivos de afrodescendientes y el mismo gobierno. Sin embargo, como señaló Pastor Murillo Martínez (experto independiente del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas): “México es uno de los países latinoamericanos con mayor rezago en el reconocimiento y visibilización de la población afrodescendiente, y dicha invisibilidad «es una de las formas más elocuentes de discriminación»”.
A pesar de que no existe información abundante al respecto, se sabe que este grupo vive en condiciones similares o incluso inferiores a la población indígena nacional, sin embargo, al no ser considerados como un grupo con sus propias necesidades, la falta de políticas públicas que busquen la mejora de sus condiciones de vida es inexistente. El reto que se tiene no es únicamente su visibilización ni tampoco la generación de mecanismos que los provean de mejores condiciones de vida, el obstáculo real a enfrentar es su aceptación y reconocimiento como un grupo poblacional más que debe ser respetado más allá de cualquier diferencia que tenga. México necesita entenderse como un país pluricultural con un sinfín de vidrios que le dan una muy particular configuración al vitral que como conjunto es; decidir empolvar o ignorar una de sus piezas le resta fuerza y vida, pero más que nada, coherencia.
Les dejo un texto bastante bueno si quieren saber un poco más sobre el tema.
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