No se vive, se sobrevive, pt. 3

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Su esposa le decía a mi madre que cuando él regresara iba a explicar quién lo tenía secuestrado y cómo habían estado las cosas: Erika Macias Neri.

Por Claudia Alonso Rosas.

Una desaparición forzada es cuando una persona sale de su casa y ya no regresa, no se sabe nada de ella y no tenía motivos para irse. Aquí cabe recalcar el caso de la señora Teresa Montes de Oca Marín de  51 años.

No se vive, se sobrevive, pt. 3.

En la lona de Sergio Eduardo Guillén Montes de Oca aparece una foto de éste vistiendo una playera gris, a su lado hay una imagen de San Judas Tadeo y sus señas particulares.

Su madre está destrozada, pero no sólo ella, también su familia porque Sergio es su único hijo, el primer nieto, el primer sobrino y la hija de éste la primera bisnieta.

Sergio Eduardo salió de su casa al trabajo el 28 de noviembre del 2012. Él sólo tenía tres semanas de haber entrado a trabajar en un bar. Usualmente partía de su hogar entre las seis y siete de la noche para regresar a las siete u ocho de la mañana.

Teresa recuerda que su hijo siempre  le llamaba, pero ese día no fue así y cuando ella lo hizo, su vástago ya estaba trabajando. Al día siguiente ya no llegó, pasaron los días y nada. Hasta hoy sigue con la incertidumbre de saber por qué se lo llevaron si él era un muchacho de bien.

“Las personas que no tienen a un familiar desaparecido no les importa. Antes decía que no era cierto, no era posible, no le pasa a uno y ahora me doy cuenta que no sabemos en qué momento nos cambia la vida”, dice Teresa con lágrimas en los ojos.

Los levantones son cuando sicarios o policías se llevan a la gente para reclutarlos. Aquí Angélica Arabedo ve directamente a los ojos y toma un tono serio para decir que en el secuestro sí se pide un rescate porque ése  es el fin, en cambio, en los primeros sólo explotan a las personas.

“Normalmente del 100% de los secuestros, el 70% son planeados por personas cercanas a la familia que conocen sus movimientos y cuánto dinero manejan”.

“Nosotros podemos saber si se trata de un secuestrador profesional o un conocido.”

“Cuando un secuestrador no es experto pide alrededor de 900 mil pesos para abajo y cuando se manejan millones  son profesionales”, explica Arabedo, a la cual puedes ver  por calle y no te imaginas que fue vendida.

C O N T I N Ú A . . .

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