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Una charla con Valgur: «escribe para tu pueblo, para Juchitán»

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Entrevista por Asfaltos
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Fotos por Aarón Palacios Cárdenas
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La primera vez que escuché a Valgur fue hace dos y años y medio, cuando en un Lunes musical le dediqué el espacio con su colorida «Fucsia«. La sensación de escucharla aquella vez me dejó sin habla; estaba en un estado de alucinación por el talento de esta guapa oaxaqueña que ha logrado contra viento y marea hacerse de un lugar dentro de la muy competida escena musical nacional. Con un estilo arraigado en sus raíces, auténticas y queridas, tuve la oportunidad de platicar con Valgur sobre su origen como compositora y su música.

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INICIOS

Elizabeth Valdivieso Gurrión nació en Juchitán de Zaragoza, en el hermoso y fascinante estado de Oaxaca, «al sur, sur, sur» de nuestro país. «Mi vida, mi infancia pues, fue una infancia tranquila, una infancia rodeada de mucha poesía, de las artes; siempre porque mi mamá me inculcó el amor por las letras y me hacía recitar y aprenderme poemas, así como fragmentos de la Biblia de memoria. Crecí en un entorno muy artístico», describe Valgur. Desde muy chica, a los 6 años de edad, comenzó su carrera como cantante en la iglesia local. A los 12 años, cuando le regalaron su primera guitarra, dio el siguiente paso: el componer, el escribir sus propias melodías. «Desde muy pequeña empecé con esto que ahora es mi estilo de vida, parte de mi esencia y lo que amo hacer».

Rodeada siempre de música, la infancia y juventud de Valgur no se entiende sin esta maravillosa disciplina que se vivía de manera normal en donde ella creció. Formada en parte también en la iglesia cristiana, donde desde muy pequeños los niños empiezan a cantar, Valgur veía con toda normalidad que «los miércoles, los jueves, los sábados y los domingos» se dedicaran al canto, a aplaudir y a cantar. «Para mí era algo natural, no era algo que viera y me dijera ‘¡ah!, tengo que cantar, tengo que hacerlo’, porque pues ya era parte de mi vida, y pues una tan pequeña no decide si la llevan y hay que estar ahí. Es así que yo descubrí toda la pasión por la musica, por estar tocando; en realidad fue algo espontáneo, nada planeado».

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MAMÁ

Sin embargo, y tras una breve pausa, vuelve a mencionar a su mamá, sin duda, la figura más importante para Valgur a nivel personal, y también como compositora y artista. «A los doce años mi mamá me regaló una guitarra y me dijo: ‘tienes que aprender a tocar’. Yo no entendía por qué ella quería que yo aprendiera a tocar, y ahora que lo hago, me dice: ‘es que yo ya sabía que tú te querias dedicar a ésto, yo sabía que tú ibas a hacer algo en la música, pero yo no quería que fueras -bueno, ella me lo dice así, con sus palabras- una simple cantante, no’. Mi mamá quería que yo descubriera, que yo creara mis canciones, que tocara un instrumento. Le agradezco muchísimo, porque gracias a que ella me regaló esa guitarra, yo ahora puedo tomarla y hacer lo que yo quiera, expresarme por medio de ella, por medio de la musica».

«Ha sido parte clave de mi carrera, el cimiento para que yo pudiera volar. Y es que realmente en Juchitán, aunque esté muy trillado ese tema, existe el matriacrado. En mi casa así fue. Tengo una madre muy fuerte, mucho más fuerte que mi papá; ella es quien toma las decisiones en casa, la mayor parte de las decisiones, y bueno (ríe), mi papá esta súper feliz con eso».

Si bien el apoyo de los dos padres de Valgur es importante, el impulso de su mamá es evidentemente impactante. Así lo recuerda cuando de chica, con sus primeras composiciones, se encerraba en el cuarto a escribir. «A veces me sentía diferente a ella, porque yo soy más…, como que me encierro dentro de mí misma. Cuando yo era pequeña y tenía doce años, me encerraba en mi recámara y empezaba a escribir, escribir y escribir. Ella me tocaba a la puerta y me decía: ‘bueno, ¿pero qué tanto haces que no sales?’; y yo le contestaba: ‘pues nada mamá'». La relación con la música le era normal, pero ya dar el paso para escirbir sus propias canciones, ese era otro boleto. «Cantaba canciones que ya existían, eso no me daba pena, pero ya empezar a hacer mis propias canciones y empezar a dar mi punto de vista, pues sí como que sentía que se iban a burlar. Entonces un día decidí salir de mi cuarto como con quince canciones y le canté a mi mamá. Le dije: ‘mira, esto es lo que yo hago’; y entonces le empecé a cantar canción por canción. Mi mamá se quedó sorprendida y me preguntó: ‘¡wow!, ¿tu las escribiste?’; y le dije ‘sí mamá, eso es lo que yo hago cuando me encierro en mi recámara, por eso no salgo'».

Lo que para su mamá parecía una problema, porque pensaba que su pequeña Elizabeth estaba en depresión, resultó en todo lo contrario. Contenta, y aliviada también, no dudó en impulsarla. «Me dijo: ‘tus canciones tienen que ser conocidas, tienes que darlas a conocer, que la gente las pueda cantar, que aquí en el pueblo se den a conocer así como las de César Lopez -que fue un cantautor que dejó así millones de canciones que representan a Juchitán-‘; me dijo: ‘tu tienes que hacer eso, tu nombre tiene que ser conocido y tienes que dejar un legado de canciones nuevas porque ya no las hay: escribe para tu pueblo, escribe para Juchitán y sus tradiciones’. Desde entonces ella siempre me ha dado ideas. Le pregunto: ‘mamá, ¿qué puedo hacer, de qué puedo escribir’; y me contesta: ‘mira, este tema como que no está muy tocado, deberías hacer una canción sobre eso’. Es una relación muy bonita en la que igual, como en cualquier otra hay problemas y nos peleamos; pero es una relación… es la relación más importante de mi vida.»

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JUCHITÁN DE ZARAGOZA, OAXACA

Sobra mencionar que Oaxaca, todo el estado, es muy rico. Su gente, su tierra, sus tradiciones, su cultura, ¡su comida! «Yo empecé a valorar mi ciudad, mi estado y mi región, estando ya fuera. Porque cuando lo vives ahí lo ves tan natural, tan normal; porque donde yo crecí te ponen el traje regional para todos los eventos sociales que hay en el pueblo; vamos a una fiesta o a una boda y nos ponemos el traje regional; es algo normal, natural.»

Actualmente Valgur vive en Ciudad de México, pero antes lo hizo en Puebla, Monterrey y Montreal (Canadá), sitios desde los cuales aprendió a ver sus raíces con amor y respeto. «Empecé a valorar y me dije ‘¡wow!, realmente yo vengo de una tierra que es única, esto no se da en otra parte del mundo’. Por eso me decidí a empezar a mostrar mi origen por medio de mis letras y de mis atuendos; tomarlo como un estilo de vida, porque yo no tengo porqué, si soy de Juchitán, cambiar. Obviamente pues sí tienes que adaptarte a la ciudad donde vives, porque no puedes seguir viviendo como allá porque allá es totalmente diferente y no te entenderían, pero te tienes mas bien que ir adaptando sin perder tu esencia. Por eso trato siempre de que a pesar de que yo hago pop, a pesar de que yo hago música quizá más digerible, no dejar atrás mis raíces con ese toque artesanal y tradicional en las guitarras, en los arreglos. Es por eso que yo incluyo mucho de la cultura oaxaqueña. Claro, ya también llevo mucho tiempo viviendo fuera, y he viajado y he conocido muchas partes del mundo, por lo que mi panorama se ha abierto, pero gracias a todo eso, al haber salido, vuelvo y me acerco a mis raíces. Estoy muy orgullosa de ser de Juchitán, de ser de Oaxaca».

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CANCIONES

Uno de los momentos más difíciles en lo que va de la carrera de Valgur, fue definitivamente perder los derechos de su primer álbum «Trébol». Realizado a partir de haber ganado la «‪‎Beca María Grever‬ para composición de canción popular mexicana» hace cinco años, en parte por lo que ella misma describe como su inexperiencia «y ser muy niña también», la oaxaqueña perdió los derechos de «Trébol» tras un asunto con su anterior representación. «Perdí mis derechos del disco, no puedo subirlo a las tiendas, no puedo hacer nada con él; pero a pesar de ello estoy muy contenta, recuperé mi libertad y mi derecho a crear. Ahorita estoy presentando un nuevo show, y también trabajo en un nuevo material».

Siempre componinendo en el momento que sea, a veces con su guitarra y a través de un acorde, o a veces con una melodía de su voz con la que empieza a experimentar para luego llegar a la guitarra y continuar con su proceso creativo, Valgur no deja su esencia que parte de su propia forma de vida, o como ella misma define «un estilo de vida».

Le pregunté su opinión sobre que en la música como en la cultura en general se recurriera últimamente a las raíces, y me contó que le gustaba mucho que fuera así, aunque también que «siento que a veces lo hacen por moda, no sé si esté equivocada, pero siento también que no sé… Ahora que vivo en Ciudad de México todo está repleto de mezcalerías, por ejemplo, y me da risa. Digo, qué padre, pero me gustaría que eso no fuera surgido de una moda, sino que fuera un estilo de vida. Siempre he recalcado ésto porque en mi casa es muy común hablar zapoteco, vestirse con traje regional; lo viví de pequeña con mis padres y con mis abuelos. Acá siento que a veces lo toman como un poco de moda, y pues no se trata de eso, realmente debe ser un estilo de vida. Pero me alegra que los músicos, intérpretes y compositores estén regresando a las raíces, que no se pierdan, que las preserven».

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«MAZUNTE», SU NUEVO SENCILLO

Si bien «Trébol» va quedando en el pasado, es indudable que parte de la estrategia de Valgur es ir recuperando poco a poco esas canciones. «Finalmente son mis canciones, yo puedo regrabarlas, pero también estoy enfocada en lo que me ha pedido el público, que es algo nuevo; estoy trabajando en eso, en darle la vuelta a la página y hacer cosas nuevas».

Surgida de un viaje a la costa oaxaqueña, Valgur presentó hace apenas unos días su más reciente sencillo titulado «Mazunte». En redes sociales compartió que «hace unos años estando en la costa de mi natal Oaxaca, me encontré con ‘El atrapasueños de Mazunte’. Tuto, el dueño del hostal, era un escultor chileno que diseñaba saxofones y todo tipo de maravillas talladas en madera. Su especialidad: los atrapasueños de todos tamaños, siempre apuntando hacia el mar. Un año más tarde volví a Mazunte con la esperanza de encontrarme con aquel lugar de ensueño. Me fui triste al no ver más rastros del hostal.»

Inspirada en aquella historia, el atrapasueños, Mazunte, la playa, el mar y su inspiración por crear, Valgur estrenó una nueva versión de su ya conocida «Mazunte» (incluida anteriormente en «Trébol»), pero ahora con la colaboración de Los Rumberos de Massachusetts. Los rumberos originarios de Ciudad de México le aportan un toque extra de sabor a la ya de por sí movida y calurosa melodía de Valgur; canción que se antoja indudablemente para escuchar en el mar, pero también al calor de las noches de fiesta y baile que sacuden estos días la capital mexicana.

 

 

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