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La visión eterna del artista: Vincent Van Gogh

Columnistainvitado

Por Sandyluz.

¿Cuál podría ser la visión del artista? ¿Acaso la de un loco, o la de un divergente? ¿Acaso la de alguien con un punto de vista único y difícil de comprender por las mayorías convencionales? «Van Gogh en la puerta de la eternidad» revela de manera preciosista la construcción de un pintor incomprendido en su época: Vincent Van Gogh. Y quizás la pregunta inmediata siguiente sería: ¿para qué ver otra película más sobre el polémico pintor postimpresionista, quien decidió cercenarse impulsivamente la oreja? ¿Acaso no sabemos ya todo con respecto a él y su trágico destino, cuando apenas tenía 37 años? Tengo que decir que la versión del director Julian Schnabel todavía tiene mucho qué contar.

Además de resaltar que la película se enfoca mucho en el periodo, en el cual Vincent se recluyó en Arles, Francia, justamente en este filme hacen presencia dos lenguas que se alternan, con la virtud de su riqueza, y para brindar un tono más realista a la historia: el inglés y el francés. Por otro lado, más allá de ilustrar los pasajes biográficos del autor, la trama se enfoca especialmente en ponernos dentro de los zapatos del pintor, para asimilar de manera más empática la manera en que miraba el mundo, y para percibir su decaimiento, al saberse desencajado del gremio de pintores prestigiados de su época, y más allá, de la sociedad. Recordar que, en épocas de Van Gogh, la cuna del arte era Francia, por ende, el éxito o fracaso de un artista dependía de su impacto en tan exigente y bullicioso ambiente.

Hablando de los personajes de mucha presencia, y para hacer avanzar la trama, destaca la representación de Oscar Isaac, interpretando al pintor Paul Gauguin, colega y amigo del protagonista. Es de destacar la interacción de ambos, cuando debaten en torno a sus respectivas técnicas y modos de hallar “el cuadro”, pues ello pone en evidencia la peculiar perspectiva de Van Gogh, en relación con el resto de los pintores impresionistas. Por otro lado, los comentarios fraternos de Gauguin, lejos de amedrentarlo, lo confirman, en cuanto a su manera de plasmar los objetos y paisajes, con una perspectiva osada, única y delirante, discorde a los parámetros estéticos que demandaba la onda impresionista tan en boga. Mientras Gauguin estudiaba al modelo y demoraba cuidadosamente en su cuadro, Van Gogh aseveraba que todos los cuadros ya existían “allá afuera”; luego, se precisaba salir a uno o varios paseos en su búsqueda. Desde la apreciación de Gauguin, su amigo Van Gogh pintaba de manera apresurada, emplastada e impulsiva, distorsionando las formas y generando incomodidad en los sujetos y objetos retratados. Van Gogh afirmaba que no sabía ver los objetos de otro modo; también, que no sabía hacer otra cosa que no fuera pintar, tal como le confiesa al sacerdote que lo visita en el sanatorio mental, interpretado por Mads Mikkelsen.

Y más allá de los esfuerzos fracasados de su hermano Theo (interpretado por Rupert Friend) para vender sus extravagantes cuadros, subyace en la trama la magnitud de los sentimientos de impotencia, melancolía, y tal vez de depresión, que acompañaron al pintor los últimos años de su vida, que fueron los más sufridos, y también los más creativos (en el sentido de poner en marcha sin pausa su característico estilo propio). «Van Gogh en la puerta de la eternidad» muestra que entre más se alejaba Van Gogh de sus congéneres, más se aproximaba al pozo profundo donde se hallaba él mismo y su peculiar estilo pictórico. El filme entrega a un Van Gogh tímido, amable y filial con los pobladores de Arles, quienes no solamente le hacen el vacío, sino que, en algunos casos, se aprovechan de la vulnerabilidad emocional del pintor, para cometerle abusos y malas bromas que lo confirmaban, más y más, en cuanto a su aislamiento del mundo.

En el cartel, que anuncia el filme, se recoge el close up de un Van Gogh mutilado de la oreja y acosado por el interrogatorio de rigor de las autoridades locales. Luego, en la primera secuencia, vemos a Van Gogh apabullado y fuera de sitio en una reunión, donde otros pintores discuten acaloradamente sobre convenciones propias de su arte; de modo que ya, a primera vista, y, a partir de la premisa básica, observamos que el filme versará en torno a los problemas del individuo (el artista solitario y malentendido) versus la sociedad (las instituciones y células sociales, donde se tejen las normas). Por medio de encuadres, logrados sobretodo con cámara subjetiva, over shoulders, planos holandeses y closeups, los espectadores del filme realmente logramos introducirnos en los ojos pensativos y tristes de un Vincent huraño, solitario, pero muy sensible y comprometido con su extravagante punto de vista. Cabe destacar la profundidad estética de las tomas de paisajes, así como se las retrata: desde los ojos del artista, mientras discurren efímeras, teniendo como fondo el acompañamiento musical de un piano sobrio, dramático y acongojado.

 

En este filme, el Van Gogh celosamente interpretado por el polifacético Willem Dafoe, se ocupa de atrapar en sus cuadros la belleza pensativa y agónica de un par de zapatos gastados, de unos girasoles agónicos y erguidos, o de un dorado trigal. Para sorpresa de sus aledaños, poco le conviene plasmar de forma realista a sus modelos humanos, pues él siempre estuvo comprometido con ver con sus ojos, en vez de agradar a los demás. El filme plasma que la búsqueda del pintor Van Gogh siempre fue hacia adentro: hacia sí mismo. La audacia introspectiva de Vincent Van Gogh lo puso siempre por encima de los cánones estéticos y de la opinión pública.

«Van Gogh en la puerta de la eternidad» dignifica, de manera intimista y sensible, el punto de vista de un pintor, quien quizás no se cortó la oreja por ser un mero loco; quien quizás estuvo inmerecidamente en un siquiátrico rodeado de verdaderos débiles mentales; quien quizás no cometió impulsiva y visceralmente un suicidio, sino que simplemente intentó fluir torpemente, en medio del maremoto llamado sociedad. Paradójicamente, y muy enfatizado en la visión cinematográfica de Schnabel, la soledad y la tristeza fueron ingredientes poderosamente necesarios para perfilar el arte de Vincent Van Gogh. Así, este filme, más que una historia biográfica, es un paseo por los ojos, corazón y manos de un artista, tan conflictivo y fugaz como su corta vida. Vincent Van Gogh vivió intensamente, y, como dijera Albert Camus: “Crear es vivir dos veces”.

Fuente: Scnabel, Julian. «At Eternity’s gate». EE. UU.: CBS Fims & Riverstone Pictures, 2019.

IMG_5743Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…

 

 

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