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Si hay un oficio que sea intrigante para los simples mortales es, tal vez, el de escritor novel. Millones de historias y anécdotas se escuchan sobre ellos; que si se enamoran de chicas guapas que se vuelven locas como Fitzgerald, o que son repelentes al contacto humano como Bukowski, quien además afirmaba que “los escritores son personas desesperadas y cuando dejan de estar desesperadas, dejan de ser escritores.” Entonces bien podríamos afirmar que de ello, ser escritor no tiene nada que ver con ser una Persona normal, título del más reciente trabajo de Benito Taibo, quien este lunes 21 de abril se pasó por el Auditorio del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterry, Campus Santa Fe.
El libro es una colección de historias que giran alrededor de Sebastián, un chico que a sus doce años, cinco meses, tres días y dos horas y cuarto, aproximadamente, se queda sin sus padres y pasa a ser cargo de su tío Paco –sin duda, un guiño cariñoso que Benito hace a su hermano mayor—. A partir de entonces, el chico vivirá un montón de aventuras, peleando contra monstruos marinos, conociendo al último vampiro que habita en el D.F. y salvando a una chica en peligro, por mencionar algunas cosas que le hacen a Sebastián preguntarse si él es una persona normal.
Un libro que desborda imaginación, sin duda, y del que Taibo nos habla con pasión; pero cuando le preguntamos sobre cómo fue el proceso de escritura, se queda serio por un momento y reflexiona: “¿Lo planeas todo o vas escribiendo conforme se te ocurren las cosas?” “¿Pues es que acaso hay otra forma de escribir?”, contesta y en seguida, nos platica sobre el surrealismo y su teoría de la escritura automática: “Vas escribiendo lo que se te viene a la mente, y no paras, es todo un proceso. Al final revisas y claro, cambias cosas, pero es así” y agrega con una sonrisa en los labios, “lo más importante para ser un buen escritor es leer. Leer mucho”.
Nos platica del odio que sentía por los rusos a los doce años, cuando en la escuela lo obligaban a leer La guerra y la paz de Tolstoi, y cómo, con el paso de los años se dio cuenta de lo maravillosa que era la literatura rusa: “Dostoievski, Chéjov, Nabokov… ellos me permitieron reconciliarme con los rusos y descubrir lo que me estaba perdiendo.” Y al final confiesa que sí, con el paso del tiempo, logró terminar de leer La guerra y la paz’.
“¿Y con todos esos libros, no sientes que a veces puedes ser un esclavo de la lectura?” Para Taibo la respuesta es más que clara: “Al contrario, cada que leo algo me siento más libre. Y si de algún modo soy esclavo, entonces bienvenida dicha esclavitud; pero no, los libros sin duda me han dado libertad.” Ese amor por la lectura queda más que plasmado en Persona normal, en donde precisamente es la imaginación de Sebastián lo que le permite escapar por un rato de una realidad más dolorosa –el hecho de perder a sus padres– y mejor embarcarse en insólitas aventuras. Al final de cuentas, es cierta tristeza y desesperación, como decía Bukowski, lo que nos permite crear, aunque claro, no en ese sentido tan pesimista que él parecía cargar.
Pero entonces Taibo, ¿cómo escribe? Él nos dice que lo mejor que ha hecho se lo debe a Simpathy for the Devil de los Rolling Stones, que la escucha cada que siente un incontrolable ataque de inspiración; pero que en general escribe por las mañanas, con el trino de los pájaros afuera de su ventana y que, como cualquier oficio, es algo que se debe hacer todos los días, sin falta, con disciplina y pasión.
Entre libros y letras vive Benito Taibo, su tesoro más preciado es tal vez su biblioteca, llena de grandes autores como Borges, García Márquez, Stevenson o Golding; cuyas voces invaden la cabeza de Taibo y le hacen querer crear mundos llenos de color y sobre todo, evitar ser una persona normal, porque “las personas normales son aburridas, hay que tener imaginación, ser diferente”. Y precisamente, es esa la extraordinaria “rareza” que hace de los escritores seres únicos, ellos jamás podrán ver la realidad con simpleza, para ellos siempre existirá la posibilidad de que un vampiro les esté aguardando en algún rincón del Distrito, o que un extraterrestre requiera de nuestra ayuda.
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