Noche sensual de Pink Martini en El Plaza

Texto por Asfaltos.
Fotos por Marifer Quintana Barbosa.

De Portland, Oregon, Estados Unidos, la pequeña orquesta fundada en 1994 por el pianista Thomas M. Lauderdale, Pink Martini, volvió a Ciudad de México para deleitarnos con una selección diversa de géneros. Históricamente, en su trayectoria, la música latina, la música lounge, la música clásica y la música jazz se combinan para entregar, ante todo, pasión y dedicación.

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Al llegar a El Plaza Condesa, el sitio elegido para el concierto, o recital, era palpable que el público no era el habitual del foro; y eso estaba bien, pues muchas veces hay que reciclarse, que renovarse. Pink Martini, elegantemente ataviados, no desentonaban con un público que si bien por situaciones laborales, iba también bien vestido. Al saltar al escenario comenzó la fiesta.

La música, cálida y sensual, calentaba a quienes apenas iban llegando del frío que ha caracterizados las últimas semanas en la capital mexicana. La selección muisical, con temas de La Sonora Santanera y Agustín Lara incluidas, hicieron de la noche una experiencia imperdible. Los ritmos latinos hacían que se nos antojara bailar, inclusive a los más «troncos» como quien escribe estas líneas.

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De la noche me quedo con «Quizás, quizás, quizás», «Malagueña», y «Amado Mío», entre muchas otras que me calaron y calentaron. Pink Martini, comandados por la bella y talentosa Storm Large, hicieron que al final El Plaza Condesa fuera un gran salón de baile.

Al final, para quienes Pink Martini nos decía poco, ya no éramos los mismos. Al escuchar el nombre de aquella «pequeña gran orquesta» sabríamos su significado: fiesta, calor, sensualidad, noche grata.