Por Asfaltos.
Protagonizada y producida por Karla Souza, sí, la «Barbie Noble», el fin de semana pasado se estrenó la cinta «¿Qué culpa tiene el niño?». La historia es simple, una «niña bien» ya un tanto grandecita se emborracha en una boda por despecho, para descubrir posteriormente que está embarazada y no conoce al responsable. Así empieza la aventura de Maru, quien descubre que el susodicho es nada mas y nada menos que un chico de menor clase social, sin estudios y sin un futuro claro.
Dirigida al gran público que abarrotó las salas de cine para ver las películas «No se aceptan devoluciones» de Eugenio Derbez, «Nosotros los Nobles» de Gaz Alazraki y «Cásese quien pueda» de Marco Polo Constandse, «¿Qué culpa tiene el niño?» cumple con el cometido de entretener y sacar risas de quienes literalmente han tenido que esperar años por ver de vuelta a la actriz Karla Souza. Karla, lo más cercano a una estrella de cine que tiene este país, cumple con las expectativas y así lo dejan ver los números iniciales generados por la película.
Dirigida por Gustavo Loza, responsable de cintas como «Paradas continuas» (2009) y «La otra familia» (2011), «¿Qué culpa tiene el niño?» es un trabajo que cumple cabalmente la fórmula de personajes que hemos visto una y otra vez en televisión y cine. Ahí están las familias ricas y poderosas de este país, quizá menos parodiadas que en la antecesora «Nosotros los Nobles»; pero sobre todo las familias de clase media baja, a baja, que no escapan del estereotipo ya abordado hasta el cansancio en otros medios.
Sí, hay elementos que dan cuenta de mensajes entre líneas distintos que la cinta busca aportar a una sociedad que en su gran mayoría podrá recibirlos de manera sutil para posteriormente irlos asimilando. Desde el primer gran mensaje, que no es otra cosa que la prevención sexual en un país cuyo índice de jóvenes embarazadas es cada vez más alto, hasta la quizá menos imperceptible pero no por ello menos clara denuncia de corrupción de aquellos que no encuentran otra forma de vivir que no sea precisamente la de la compra de voluntades.
«¿Qué culpa tiene el niño?» evidentemente no es una cinta que se distinga por sus grandes méritos cinematográficos, y para ser sinceros tampoco se esperaba eso de ella. Quizá el reclamo pueda estar en no ser más fina en elementos que pudieran igual que los mensajes intentar introducir algo diferente a lo que tradicionalmente vemos replicado sobre todo en medios como la televisión abierta; pero quizá también se le esté pidiendo algo que simplemente no buscaba, como quien dice «buscándole peras al olmo».
Lo que sí que buscaba la película, y lo logra, era entretener a la gran audiencia para convertirse en un gran éxito en la taquilla. Fenónemos como el hecho de que «¿Qué culpa tiene el niño?» se pudiera encontrar en dos o hasta tres salas por complejo cinematográfico, producto de su lanzamiento histórico para una cinta mexicana con 1,700 pantallas, es ya un triunfo que fortalece a una industria cinematográfica mexicana que se va haciendo más saludable con todos los tipos de cine a los que se va dando cabida.
Para ser justos, el mensaje principal que se revela justo hacia el final en una también inédita para el cine mexicano escena post-créditos que no quiero estropearles, pero que sí les pido se queden a ver, da corazón a un trabajo que a pesar de sus fallas sí muestra claras sus intenciones por apapachar a un público que ya la ha ido a ver al cine sin tantos prejuicios, sino mas bien con las simples y someras ganas de pasársela bien.
Si lo suyo es la risa ligera, y la idea de irse a pasar un buen rato para olvidarse por un momento de las tragedias cotidianas, «¿Qué culpa tiene el niño?» es una buena opción.
El elenco de «¿Qué culpa tiene el niño?» lo complementan Ricardo Abarca, Biassini Segura, Gerardo Taracena, Sofía Sisniega, Rocío García y Fabiola Guajardo, entre otros. Todos comandados por Gustavo Loza, con la producción de la siempre certera Mónica Lozano.
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