Sobre objetos fetiche: «La pata de mono»

Por Sandyluz.

En pleno Día de Muertos, y tras haber vivido Halloween y demás, quiero retomar el curso del género terror y qué mejor que recordando un cuento terrible, trágico y con una galopante narrativa: «La pata de mono» de William Wymar Jacobs, autor londinense de mediados del siglo XIX y parte del siglo XX. La ironía de este autor es que gustaba más del género comedia, sin embargo, «La pata de mono» le dio enorme fama e inmortalidad, pues hoy día es por la obra que más se le recuerda.

«La pata de mono» narra la historia de la apacible familia White, quienes desempeñan sus quehaceres habituales, dentro del tedio del hogar, en donde nada acontece. La llegada del Sargento Mayor Morris, peculiar y foráneo caballero, perturba la calma, cuando introduce en la casa, un extraño talismán, adquirido en la India y proveniente de un faquir: la pata de mono. Morris pensaba destruirlo en el fuego, pero los White insisten en quedárselo, ante la curiosidad que les causa el poder conjugar tres deseos, a través de dicho objeto. Casi al final de la historia, los Morris descubren, de la peor manera, que pedir un deseo a la pata de mono conlleva un alto precio, pues suele concederlos, derivando una calamidad. En el vertiginoso clímax, la madre corre presurosa a abrir la puerta, donde aguarda un ser de ultratumba; mientras, el padre, lleno de terror y angustia, quiere alcanzar la pata de mono, intentando formular el tercer y último deseo… ¡Suspenso total!

El gran acierto de este cuento es tejer la historia en torno al objeto fetiche (la pata de mono). La idea de que el objeto sea el portador de la bendición o de la maldición es la clave de esta historia, sentando precedente para muchas otras, que le copiaron después. El destino de los personajes queda sellado, cuando el objeto dotado de potestades mágicas, misteriosas y desconocidas, despliega sus potencialidades, poniendo al límite a los personajes del cuento. Cuando la pata de mono se afianza en el hogar, comienza a perturbar las vidas de sus habitantes, como un ponzoñoso e irresistible veneno.

El terror que genera la trama comienza a germinar, a partir de la introducción del extraño objeto; desde ese momento, la tensión y el terror van en aumento, y es que, se suscita el encadenamiento de calamidades, donde ya no hay marcha atrás, generando un devenir funesto. El clímax del relato está lleno de acción, suspenso y terror, creando un efecto vertiginoso en el lector, el cual no adivina el rumbo que tomarán las cosas. Aunado a esto, es un acierto que el cuento finalice en el clímax, dejando al lector la posibilidad del espacio vacío en el desenlace, para que éste lo complete, haciendo labor de predicción con el texto.

En fin, una historia espeluznante, misteriosa e inmortal, pues seguirá dando de qué hablar. Jacobs tomó la idea del «Fausto» (Goethe) para su cuento: no hay una manera sencilla, ni correcta para conjurar los deseos, pues el diablo siempre los frustrará y se terminará perdiendo. Como datos curiosos, la serie de televisión «Tales from the cript» (1989-1996) se inspiró en «La pata de mono» para uno de sus episodios; asimismo, nada más y nada menos que Stephen King se basó en este cuento para escribir su famosa novela «Cementerio de animales».

Fuente consultada: «Cuentos de terror». México: Era, 2003.

Sandyluz. «Detrás de la pluma…» Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…