Por Asfaltos.
Mucho se ha hablado en los recientes días sobre la superheroína por autonomasia, Wonder Woman. La verdad da gusto, pues después de muchos años de permanecer a la sombra de sus contrapartes masculinas de la misma editorial (DC Comics), Batman y Superman, era justo y necesario que la superheroína más famosa del mundo obtuviera finalmente la atención que se merecía después de tantos años de olvido. Sin embargo, como en los años de su lanzamiento en las hojas de los cómics, Wonder Woman no ha escapado de la polémica, sobre todo por lo que representa en un mundo donde siguen habiendo tantos pendientes relacionados al lugar de la mujer en nuestra sociedad.
El día de mañana, por ejemplo, se realizará finalmente la votación por la presidencia de los Estados Unidos de América, después de la que ha sido una muy vertiginosa campaña donde nuevamente el papel de la mujer ha salido a relucir. Por un lado se encuentra la candidata demócrata Hillary Clinton, quien aspira a convertirse en la primera mujer presidente del país más poderoso del mundo; por el otro, el candidato republicano Donald Trump, cuyos bonos bajaron hace algunas semanas de manera «dramática» por los dichos misóginos que profirió frente a una cámara que le captó. Es probable (muchos de este lado del Río Bravo así lo esperamos) que Clinton se convierta en la primer mujer presidente de los Estados Unidos, un país que en los días más recientes ha vuelto a poner en tela de juicio la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres, la lucha contra el asalto sexual y los derechos al aborto. Los debates se han calentado de gran manera, como en muchos años no había sucedido, y la paciencia es notablemente menor.
Es cierto que el papel de la mujer ha cambiado en algunos sitios con respecto a lo que sucedía hace 75 años, cuando Wonder Woman apareció por primera vez. Sin embargo, en el fondo, de manera muy profunda y enraizada, las luchas siguen dramáticamente siendo las mismas. Cuando Wonder Woman fue publicada por vez primera en el octavo número de la «All Star Comics», para de ahí saltar a su primera portada en la «Sensation Comics No. 1», su creador el afamado psicólogo Dr. William Moulton Marston -reconocido por ser el responsable que llevaría a la invención del detector de mentiras-, la había pensado como un símbolo feminista en tiempos donde las luchas por el papel de la mujer seguían siendo muchas de las que actualmente se debaten. Tan solo el primer borrador del propio Marston sobre el significado de Wonder Woman como una amazona de la antigua Grecia donde las mujeres escaparon de las cadenas de los hombres que las mantenían cautivas, da una claridad sobre las intenciones del autor: «Las NUEVAS MUJERES, por lo tanto, liberadas y fortalecidas mediante el apoyo a sí mismas (en la Isla Paraíso) desarrollaron un enorme poder físico y mental». Para Marston, su nueva Wonder Women buscaba dar cuenta del «gran movimiento ahora en marcha, el crecimiento en el poder de las mujeres».
A diferencia de Batman y Superman, Wonder Woman no es una huérfana convertida en vigilante ni la última hija de un planeta muerto; no, Wonder Woman es hija de un Dios. Su poder es un lazo de la verdad con el cual obliga a sus enemigos a revelar sus más profundos secretos, mismo con el cual ella combate el crimen pero también busca que se cumpla la justicia. Como símbolo del feminismo de su tiempo, aún muy presente en nuestros días, Wonder Woman fue elegida en el marco de su aniversario 75, como embajadora honoraria del empoderamiento de mujeres y niñas de la Organización de las Naciones Unidas. En un evento celebrado el viernes pasado en la sede oficial de la ONU en la ciudad de Nueva York, la actriz protagonista de la primera y próxima cinta de Wonder Woman, Gal Gadot; así como la responsable de haber interpretado por muchos años la única Wonder Woman de carne y hueso que disfrutamos en televisión, Lynda Carter; así como la presidente de DC Entertainment, Diane Nelson, se reunieron en un evento cuyos organizadores no calcularon bien que podía causarles polémica. En la parte trasera del foro donde se realizó el evento, un grupo de personas dio la espalda a la ceremonia como protesta silenciosa del título proferido a Wonder Woman. La petición de quienes protestaron era la de reconsiderar la elección de Wonder Woman como embajadora, ya que si bien su creación tenía origen en expresiones sólidas de feminismo, «la iteración actual del personaje es la de una mujer blanca y de pecho grande, de proporciones imposibles, vestida escasamente con un traje de cuerpo desnudo, con un motivo de bandera americana y botas altas de rodilla – el epítome de una chica ‘pin-up'». El reclamo no resulta del todo inadecuado, pues en efecto, al ser una embajadora de la Organización de las Naciones Unidas, los alcances del personaje ficticio debieran ir más allá de la cultura norteamericana. Al interior de la propia ONU, sin embargo, las causas de la indignación iban más allá, pues la decisión no fue discutida con sus miembros, al tiempo que una campaña que busca la elección por vez primera en su historia de una Secretaria General era tajantemente ignorada.
Si bien Wonder Woman ha peleado con enemigos tan diversos y poderosos como recientemente lo hizo en su primera encarnación en el cine contra el mismísimo Doomsday que mataría a Superman, la verdadera lucha del personaje a lo largo de sus 75 años de historia ha sido precisamente con la visión que la sociedad ha tenido sobre ella. Así ha sido desde sus primeras versiones en donde llegó a pedirse de manera formal a sus creadores que le redujeran de manera considerable las escenas en las que aparecía encadenada; pasando por su atuendo donde desde el principio, y hasta nuestros días se le ha cuestionado que muestre mas piel que sus contrapartes masculinos; hasta recientemente donde de manera -siento yo- un tanto innecesaria se clarificó su sexualidad dándole un pasado en el que se incluían relaciones con otras mujeres. Para Jill Lepore, autora de «The Secret History of Wonder Woman» que les recomiendo de manera amplia que pasen a leer, «la forma en que estos personajes se actualizan nos dice más sobre el mundo en el que vivimos que el mundo en el que estos personajes fueron creados».
Tras el lanzamiento con bombo y platillo del nuevo avance de la esperadísima «Wonder Woman» (2017) dirigida por Patty Jenkins y con Gal Gadot como protagonista, la exhibidora Cinemex lanzó un mensaje en redes sociales con un meme incluido en el que se incluye la frase: «Y ahora van a decir que son como la Mujer Maravilla amazona secretaria, guerrera, luchona y madre soltera a la vez«. La polémica en redes sociales, por el que ha sido considerado por muchos como un mensaje misógino de la empresa, ha vuelto a demostrar que el mayor enemigo de la mujer, y de Wonder Woman por consiguiente, sigue siendo la sociedad. Quizá las cadenas que se tuvieron que quitar en los guiones de los cómics de Wonder Woman desaparecieron, pero las verdaderas y más peligrosas siguen ahí limitándola.
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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