Siddhartha nos hizo «Únicos» en El Plaza

Texto por Amaury Berdejo.
Fotos por Alicia Ávila.

Domingo por la tarde y la fila afuera de El Plaza daba la vuelta a la cuadra. Siddhartha siempre se ha caracterizado por tener un público muy específico y también muy fiel, de esos que no sólo se saben los sencillos, sino que son capaces de corear la hora y media de canciones con mucha emoción.

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El ambiente se sentía alegre y muy en sintonía con la música de la banda mexicana. El show fue iniciado por 424, agrupación de Costa Rica que hizo gala de un sonido tranquilo pero muy bien cuidado, interpretando temas de sus trabajos grabaciones «Oro» y «Nocturna». Jóvenes con una buena propuesta musical que además se mostraron muy agradecidos con nuestro país, mencionando que en todas sus visitas han quedado muy contentos.

Después el momento esperado, los músicos de Siddhartha aparecieron uno tras otro animando al público a aplaudir; finalmente apareció el vocalista y frontman del proyecto, Jorge Siddhartha Gonzáles, el tapatío que hace años comenzó con este viaje.

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Haciendo un recorrido por su discografía, la banda dejó ver un trabajo muy completo y dominio de su género: temas tranquilos que muestran la importancia de destacar las letras, matices y dinámicas en cada canción que lograron conectar con su público que literalmente conocía todas las canciones.

Un momento importante para seguidores nuevos o viejos fue cuando sonaron los acordes de «Náufrago», canción que también dio nombre al segundo álbum de Siddhartha, cuando éste ya se perfilaba como una promesa del rock mexicano.

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Una de las canciones de la noche fue dedicada al tecladista de Zoé, Chucho Báez, de quien Siddhartha fuera baterista antes de su carrera solista. En ese momento una clara relación musical y posiblemente de influencia se escuchó en la música de la banda; es claro que ambas agrupaciones son afines y su ejecución les ha valido el reconocimiento que tienen.

El show también estuvo apoyado por proyecciones hechas sobre una estructura geodésica color blanco, sobre la que figuras geométricas y fotografías fueron ilustrando el paso de cada canción, obteniendo un clímax por parte del público cuando sonó la esperada «Bacalar».