Por Asfaltos.
Era el viernes 23 de diciembre de 2016, cuando apenas empezada la tarde, la noticia de un ataque cardiaco a la actriz Carrie Fisher sacudía a sus millones de fanáticos; surgidos sobre todo por su papel de Leia en la saga de las películas Star Wars. A medida que las horas iban pasando, las noticias sobre una posible estabilidad de su estado de salud nos tranquilizaban. Sin embargo pasó el fin de semana, y el 27 de diciembre del año pasado se confirmaba lo que se sospechaba; Fisher había muerto, no habiendo logrado recuperarse nunca de aquel impactante evento.
Como muchos fanáticos de Star Wars, disfruté enormenente de «Rogue One: A Star Wars Story» –no sin sus respectivas reservas que ya les he compartido un poco, y que seguiré compartiendo en los próximos días-, sin embargo, si algo me «sacó un poco de onda», fue volver a ver a Leia en la película… ¡pero a la Leia de 1977, la interpretada por Carrie Fisher en aquella primera «Star Wars» de George Lucas! Si no han visto la película, corran a verla y no me lean. El asunto es que hacia el final de la película, tras los sucesos de la cinta de Gareth Edwards, un rebelde le entrega a la mismísima Leia los planos de la Estrella de la Muerte. Ahí, de espaldas, es obvio que veremos a la princesa Leia, sin embargo, como lo obvio no es suficiente para el fan, ella se voltea y nos revela ¿su cara?
Al igual que con el personaje de Peter Cushing, Grand Moff Tarkin, por medio de la tecnología CGI es posible volver a ver a Leia, ahora reinterpretada por una actriz a la que se le coloca el rostro computarizado de la joven Carrie Fisher. La escena, más allá de alegrarme, me sacó algunos pocos escalofríos. Lo primero que pensé, sinceramente, era cuál habría sido la reacción de Carrie al verse en una versión digital de sí misma. Obviamente se le habría pedido y obviamente ella habría aceptado, ¿pero cuál habría sido su verdadero sentir?
En una entrevista realizada por Ellen DeGeneres, con motivo de la promoción de su más reciente libro «The Princess Diarist», Fisher recordaba aquella ya conocida anécdota de cómo en esa primer Star Wars se le consideraba pasada de peso, sobre todo por las mejillas que solo se hicieron más evidentes con el estilo de peinado al que se vio sometida. En entrevistas anteriores, justamente hace poco más de un año con motivo del estreno de «Star Wars: The Force Awakens», la misma Fisher confesaba lo difícil -un poco traumático- que había sido para ella el someterse al proceso de bajar de peso para reinterpretar a la ahora general Leia; así como el «trauma» que le generaba a ella el verse en pantalla digital, con todo y lo que significa ver «defectos e imperfecciones» de manera más detallada. De su misma voz se conocía también las críticas que recibió de muchos por su apariencia en la nueva película de Star Wars, apariencia que simplemente reflejaba el paso de los años, además de su complicado estilo de vida.
Con el humor negro que le caracterizaba, siempre viendo sus calamidades de manera graciosa, detrás de lo compartido por Fisher había una vez más una cierta denuncia a lo que ella misma había vivido. Si bien para los fanáticos de la saga galáctica era -y seguirá siendo en la película a estrenarse este año- un deleite volver a verla en su papel de Leia, más allá de embolsarse su respectivo pago, ¿habrá sido para ella también algo disfrutable o mas bien algo padecible? ¿Qué habrá sido para ella, que para «Rogue One: A Star Wars Story» se le pidiera su permiso para volver a prestar su cara? ¿Cuál habría sido su verdadero sentir al respecto?
De acuerdo a los responsabels de revivir al Tarkin de 1977, la decisión de hacerlo se justificaba por la historia que se estaba contando, pues hablar de la Estrella de la Muerte sin la presencia de su responsable, era algo que difícilmente se explicaría. La historia lo requería, y al hacerlo, más allá de un fan service (según ellos) se cumplía con algo que redondeaba a la película. En el caso de Leia, ¿realmente era importantísimo? ¿Se aportaba algo indispensable para la película mostrando su cara? ¿No hubiera sido mejor limitarse a su silueta y dar por entendido lo demás?
La historia de Carrie Fisher la conocemos en gran parte por los ejercicios que ella misma realizó a manera de catarsis. Si tienen tiempo, y de manera muy recomendable, les sugiero darse una vuelta para ver su divertido «Wishful Drinking», en el que con buen sentido del humor nos cuenta de manera muy sintética su vida, pero sobre todo, lo difícil de ésta. Sí, conocemos gran parte de Carrie por lo que ella misma nos dejó, sin embargo, habría que estudiarla aún mejor para entender cómo, además de su propia condición médica previa a su fama, el entorno en el que ella se vio envuelta intervino en su difícil vida.
Carrie Fisher murió dejando un vacío para empezar a su familia y amigos, y después a todos aquellos que crecimos con ella. Su valía como intérprete de uno de los personajes más icónicos de la historia del cine es innegable; su valor como mujer con trastorno bipolar que siempre habló tan abiertamente de su enfermedad, inspirando a quienes se identificaban con ella, es rotundo. ¿Por qué, entonces, la tentación de volverla a revivir en tan icónico personaje, con todo y lo difícil que de acuerdo a ella se le hizo vivir para realizarlo? ¿Por un asunto de «cariño» hacia los fanáticos, o simplemente por una ecuación monetaria?
La bolita está echada, la propuesta de estudiar más de cerca cómo el éxito tremendo de una saga como Star Wars afectó a muchos de sus involucrados, empezando por el creador George Lucas, y pasando desde luego por la recién fallecida Carrie Fisher, es para analizarse.
Extrañaremos muchísimo a Carrie Fisher como creadora, como intérprete, pero sobre todo como una figura que supo darle la vuelta a su propia tragedia personal, para de ese modo servir de inspiración como la propia princesa Leia lo hizo también.
Paco Calderón, caricaturista del diario Reforma, dibujó en los pasados días un cartón muy preciso a raíz de la muerte de Fisher. ¿Descanso eterno? A discutirse.
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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