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«T2: Trainspotting»: La marcha del tren en la impertérrita su(o)ciedad

Columnistainvitado
Por Sandyluz
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«Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande. Elige lavadoras, coches, equipos de discos compactos y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. (…) Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, mientras llenas tu boca de puta comida basura. (…)», Mark Renton. Así inicia «Trainspotting»; todo esto, mientras Renton corre agitadamente por Princess Street –vaya ironía–, mientras unos guardias de seguridad lo persiguen, a él y a sus amigos, luego de un acto delictivo. Así, la premisa básica de la cinta: la vida es una elección constante, pero, ¿hacia dónde?, ¿hacia el camino señalado por la sociedad masificada?, ¿hacia la búsqueda de la individualidad y la satisfacción personal?, ¿la elección hacia el éxito y la felicidad es personal o colectiva?

La segunda parte de «Trainspotting» no podría decepcionar. Empezando porque cuenta con el mismo elenco de la primera parte; luego, el mismo peculiar e incisivo punto de vista de su director, Danny Boyle. «Trainspotting», icónica cinta de 1996, entrega, con cruda visión, una estampa carente de prejuicios de la vida de unos jóvenes escoceses, clase medieros, quienes sortean las presiones de una sociedad industrializada; escogen su camino, el libre albedrío en acción: las drogas. Empero, «Trainspotting» significa algo más allá: por un lado, el modismo para referirse a la búsqueda de la vena, en la cual inyectarse heroína; por el otro, el extraño hobby de ver pasar los trenes, como una recurrencia nostálgica hacia la actividad de estas grandes máquinas, en contraste con la pasividad del observador. Entonces, cobra total sentido que los personajes de esta cinta sobrevivan letárgicamente, dentro de los confines de este paisaje escocés, donde los trenes traen constantemente el movimiento y sueños de sus autómatas pasajeros. En T2, hay cierta recurrencia poética a este significado, mediante tomas de la estación de tren, pero sobretodo, dentro de la habitación (privacidad) de Renton, donde el papel tapiz de toda la estancia consta de trenes, confrontación simbólica entre individuo confundido y aturdido, en medio del paisaje urbano del supuesto progreso.

Curiosamente, «Trainspotting 2» inicia con una escena, donde varias personas se ejercitan en máquinas de correr, ilustrando la sofisticación e indiferencia de los tiempos posmodernos. A cuadro, un Mark Renton maduro, intentando seguir el paso y cayendo abruptamente de la caminadora, ante quienes permanecen impávidos; son meros espectadores. En la actualidad imperan la velocidad y la deshumanización: cada vez importa menos si vive o muere el de junto.

 

Esta segunda saga presenta como conflicto el reencuentro de los viejos amigos, luego de aquella última vez, en que fueron robados por quien menos esperaban: Renton, el muchacho callado y pacífico. Con los años, sin el prejuicio, o sesgo moralino, la película revela a unos adultos sobrevivientes, luego de su violenta experiencia con las drogas: Sprudd, un desempleado bonachón que lidia con los problemas de haber sido un deficiente padre y esposo, Sick Boy (Simon Williamson), ahora menos artista y más inmoral, administra un bar que agoniza y tiene negocios, relacionados con el sexo y las drogas, Francis Begbie, el violento sociópata, sigue cumpliendo condena en la cárcel por sus múltiples delitos. Así, aunque vivan “en la autopista del pasado”, alimentando la nostalgia de los tiempos de juventud, en el presente prevalece el deseo de cobrarse la traición de Renton. No hay buenos, ni malos; un solo día a la vez y ese momento de oportunidad que antecede a la traición. “Oportunidad- traición”, “causa- efecto”, la única filosofía de vida que prevalece en el espacio atiborrado con las cicatrices del pasado. Que el espectador no espere hallar al héroe y al antihéroe. T2 muestra, con realismo, personajes tan defectuosos como polifacéticos, empeñados en la sobrevivencia, libres de las etiquetas sociales simplistas, libres de las complacencias tradicionales de tantas comedias románticas. Entonces, lo inesperado se hace presente.

En cuanto a estética, T2 es sinónimo de congruencia total: las tomas con cámara en mano, el montaje intelectual (como cuando Renton se sumergía en la taza del baño), la toma congelada en el momento crucial de la acción, la recurrencia al plano holandés para connotar inestabilidad. El director realmente “tomó la sartén por el mango” y reiteró la temática de la cinta original: los “buenos tiempos”, en donde hubo el atrevimiento de elegir. El lema de la cinta, “Choose life”, recobra vida: La música electro-pop, ilustrando pasajes no sólo alegres, sino también calamitosos, dramáticos y violentos; así es la vida: un mismo instante, alguien ante el momento más feliz de su vida; a la vuelta de la esquina, alguien llora o muere trágicamente. En el desarrollo de la cinta, el déjà vu del momento, en el que, en acalorada persecución, Renton es nuevamente arroyado por un auto, sí, justo debajo del puente, como otrora en su juventud: el ser humano puede vivir la misma experiencia y seguir sin aprender la lección. “Choose life”: las drogas, las relaciones personales tóxicas, la inestabilidad laboral, los amigos destructivos. Luego, Renton explicándole a la joven novia de Sick Boy que ese “Choose life” sigue siendo confrontante, pues persiste la ironía en los tiempos posmodernos: detrás de las nuevas tecnologías y redes sociales: ¿vivimos o apenas sobrevivimos, arrastrados por el sistema capitalista y sus imposiciones?

Sin caer en lo estereotipado, esta cinta es ejemplo de una excepcional segunda parte. Todo embona, dentro de lo que el célebre filme representa en sí mismo. A final de cuentas, joven o viejo, el ser humano sigue siendo el mismo. El contexto de los trenes pasando, los amigos de la infancia, las aventuras de la adolescencia, el contacto con las drogas que marcan al individuo, sin importar generación de pertenencia, sin importar qué esperan de él sus padres o la misma sociedad. Con sus matices agridulces y multicolores, persiste el lema: “Choose life”. A fin de cuentas “la verdadera pregunta es si estás vivo antes de la muerte” (Osho).

Referencias: Boyle, Danny. «Trainspotting 2: La vida en el abismo«. UK: DNA Films, 2017.

IMG_5743Sandyluz. “Detrás de la pluma…” Egresada del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca, de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Completó estudios de Creación Literaria en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM). También terminó una maestría en Estudios Humanísticos con especialidad en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. En un plano más relajado, es aficionada a los libros y a la escritura desde corta edad; ha escrito de manera informal cuentos y poesías; con uno de sus primeros cuentos ganó un concurso local del cual obtuvo su primer retribución económica y profesional, siendo ello un significativo incentivo para seguir escribiendo. La Literatura ha sido una válvula de escape para no enfermar de realidad. La fantasía reanima el fulgor de los sueños que soñamos dormidos y que soñamos despiertos…

 

 

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