Por Asfaltos.
En el cine no importa cuántas veces se nos cuente la misma historia; es en la forma donde las películas se deben de distinguir entre otras. Ese es el caso del que en mi opinión es el estreno de la semana.
Basada en la novela «Autobiografía de un Calabacín» del autor francés Gilles Paris, misma que cuenta la historia de un niño que accidentalmente mata a su madre, «La vida de Calabacín» del director suizo Claude Barras es una cinta emotiva, impactante y sobre todo hermosa.
Calabacín, nombre con el que le apoda su madre quien pasa sus días en pena alcoholizándose por el abandono del padre de éste, termina en un orfanato tras el accidente donde se enfrenta a un entorno donde conocerá otros chicos que por diversas situaciones han sufrido el mismo destino que él.
Sí, podría suponerse que por el tema la cinta podría caer en el dramatismo gratuito para conseguir el obejtivo; sin embargo ese no es el caso de la película de Barras, quien después de una carrera en el stop motion como cortometrajista, se lanza a una aventura en largometraje que ha sido aclamada por la crítica y sobre todo el público.
A través de los ojerosos ojos de Calabacín nos damos cuenta de su forma de ser, de sus miedos, de sus inseguridades, pero también de sus ilusiones propias de la infancia: de su anhelo por la vida y la emoción que significa vivirla. El entorno favorece a ésto, pues Calabacín descubre cómo otras historias similares a la suya conviven día a día en un sitio donde la fraternidad resultan todo.
La inocencia de la infancia, la sencillez con la que se ve la vida, resultan el ingrediente más satisfactorio de una cinta que nos emociona de diversas formas por la simpleza con la que se construye.
La animación en stop motion es sencilla, pero bella. Claude Barras logra una película que estéticamente queda perfecta con la historia que nos cuenta. Los personajes, todos los niños, nos recuerdan a compañeros que seguro tuvimos, e incluvise a nosotros mismos. La construcción de los personajes es muy afortunada, pues de inmediato nos conectamos con ellos.
A pesar de ser una animación, «La vida de calabacín» podría resultar un tanto dura por su temática con los más pequeños; sin embargo, a pesar de ello y por tener precisamente a niños como protagonistas, creo que resultará una cinta muy apropiada para tocar temas sensibles que no podemos evitar saber que existen -sí, con la guía de un adulto-. Eso sí, la cinta va perfecta para los jóvenes; la clasificación de la película en México es precisamente B (para adolescentes y adultos).
Otro apartado que disfruté mucho, y subrrayo mucho, es el de la banda sonora de la cinta. Lejos de lo que pudiera pensarse de una cinta de su naturaleza, la película incluye una muy breve pero solidísima selección musical de esas que se aplauden cuando uno asiste al cine. En cuanto salí de verla, lo primero que hice fue investigar los nombres de las melodías incluidas. Anoten bien: «Salut à toi» de Bérurier Noir; «Eisbär» de Grauzone y la preciosísima «Le vent nous portera» en versión de Sophie Hunger, las canciones que querrán escuchar una y otra vez terminada la película. ¿A poco no es sorprendente lo frescas y modernas que pueden resultar canciones de más de 20 ó 30 años?
En fin, que «La vida de Calabacín» es el estreno de la semana, y sin duda una de las cintas que se colarán en los recuentos de lo mejor del cine en el presente 2017 (por lo menos en México, donde se estrenó este año). No se pierdan en verdad esta joya y prefiéranla por encima de las películas que durarán mucho más tiempo en cartelera.
«La vida de calabacín» se estrena mañana viernes 12 de mayo en cines nacionales bajo el sello de Cinépolis Distribución.
Con imágenes cortesía de Cinépolis Distribución.
Leave a comment
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.