«Loving Vincent», una biografía contada a través de pinceladas

Columnistainvitado
Por Claudia Villegas Servín
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Quienes han tenido la oportunidad de estar frente a cualquier pieza de arte, seguro han sentido el sentimiento entrañable de pensar que estamos frente al mismo lienzo que el artista, viendo cada pincelada, hasta el punto en que consideró que estaba listo, con algunos o cientos de años de diferencia. «Loving Vincent» nos presenta una película completamente pintada en óleo transformase en una animación inmersiva cuadro por cuadro.

El inicio de la película es similar a la experiencia en el MoMA de Nueva York cuando después de apreciar la expresividad de «La noche estrellada«, uno se encuentra otros lienzos igual de expresivos aunque quizá menos conocidos como el retrato de Joseph Roulin el cartero de Vincent y padre de Armand, a quien acompañaremos a través de su visita a París y a los campos de Auvers-sur-Oise con la misión de entregar la última carta de Van Gogh a Theo un año después de su muerte.

La misión de entrega de esta última carta se convierte en una historia de suspenso conforme vamos conociendo poco a poco pedazos de la vida de Vincent y de sus últimos días para entender todas las acciones que llevaron a su muerte. La experiencia de Armand nos lleva por escenas que han sido sacadas directamente y con adaptaciones cuidadosamente realizadas de las obras de Vincent, con cada cuadro cobrando vida frente a nosotros.

Para evitar imaginar cuadros que Vincent no pintó, y como un excelente recurso para diferenciar el tiempo presente de los relatos del pasado, las imágenes en blanco y negro se distinguen por ser pintadas con un estilo menos impresionista, pero no por eso menos impresionante en su ejecución del óleo a la animación. Entre una de las escenas mas características de la excelencia en su ejecución técnica en óleo y la manera en que se traduce a la animación, es un momento en blanco y negro en que Vincent observa su reflejo en el agua, la agita y vemos cómo su rostro se muestra perturbado por las ondas en el agua.

El trabajo detrás de esta película es una verdadera obra de amor al arte, con un equipo de más de 100 pintores de todo el mundo y más de 65,000 cuadros, utilizando una técnica innovadora a través de la captura del movimiento de los actores en vivo y después traduciendo cada una de sus expresiones a pinturas en óleo. Cada artista después podía validar en tiempo real a través de fotografías de su pintura si la animación se estaba llevando a cabo de manera correcta.

Y para cerrar con broche de oro, la labor de amor de los directores Hugh Welchman y Dorota Kobiela, los últimos minutos de la película están acompañados con un cover de la canción de 1971, «Vincent» de Don McLean, por Leanne La Havas, «Starry, Starry Night».

«They would not listen, they’re not listening still… perhaps they never will», Don McLean.

Con imágenes cortesía de dosD3.

 

 

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