Texto y fotos por Yemmy Sierra.
En una entrada anterior les platicaba que durante el 5º Festival Anual de Textiles en el Centro Cultural Isidro Fabela tuve la oportunidad de conocer a diversos artesanos, y si bien sólo pude entrevistar a unos cuantos (porque las conferencias, talleres y conversatorios también estaban muy interesantes), ya desde hace tiempo me interesaba mostrar este trabajo que encontramos en todas las redes sociales y que ha sido sumamente plagiado.
Me acerqué a Clemencia Josefa Sánchez quien viene de San José del Progreso en Ocotlán de Morelos, Oaxaca en donde se especializan en el deshilado y bordado; yo me acerqué pensando que venían de San Antonino de donde son famosas estas blusas, pero me contó que durante muchos años artesanos de San José del Progreso han deshilado estas blusas para San Antonino en donde se venden; quiero aclarar que también he conocido artesanos de San Antonino que elaboran completamente las piezas, no es que todos se dediquen a la reventa.
Mapa indicando en rojo el distrito de Ocotlán de Morelos en el estado de Oaxaca.
Tradicionalmente estas blusas se trabajan en manta y con hilo de algodón o de seda, ya desde hace tiempo se ven telas de algodón estampadas; yo tenía la creencia de que al trabajar con estas telas comerciales serían más baratas las blusas, pero Clemencia me explicó que trabajar sobre estas telas de algodón que tienen un hilado más compacto les dificulta el deshilado, por lo que implica más trabajo y más tiempo resultando en una pieza más cara.
Foto: Clemencia mostrando las prendas que elaboran.
Les dejo apenas una probada del trabajo que va detrás de un deshilado: primero marcan la pieza con pequeños cortes, después realizan el primer amarrado, después el segundo amarrado y por último lo rellenan. Las mangas y cuellos los confeccionan con gancho. Una blusa sencilla la realizan en un mes y para una blusa más compleja se tardan dos meses.
Foto: Mostrando los pasos para el deshilado.
Clemencia aprendió a bordar una servilleta a los 8 años en la escuela y eso le sirvió como base, así que cuando le ofrecieron trabajo bordando lo tomó, posteriormente aprendió el deshilado a la edad de 16. El taller en el que trabajan actualmente es familiar. Clemencia recuerda que su mamá trabajaba en el campo y todas las tardes bordaba hasta entrada la noche con luz de candil porque en ese entonces no había electricidad en las casas; en 1998 dejaron de trabajar piezas para San Antonino porque era mucho trabajo y les pagaban muy poco, les costó mucho trabajo porque no tenían muchos recursos para empezar; con niños chiquitos en casa no podían salir a vender, así que la que no tenía hijos era la que salía. Ahora que los hijos de Clemencia son grandes le toca a ella salir a vender. El bordado y deshilado es un trabajo predominantemente de mujeres.
Para mí un ejercicio muy importante es que cuando pregunten el precio de una blusa, también pregunten el tiempo que se tardaron en elaborarla y hagan la división para que vean lo que se le paga por día a un artesano -además falta descontar todos sus gastos como materiales, transporte, espacio para venta, etc.- y que sean conscientes de que su producción está topada a lo que puedan elaborar. También es importante que valoremos su trabajo, no sólo por el esfuerzo sino por la calidad y la maestría de sus piezas, ya que van más allá de una máquina que se dedica a reproducir patrones.
Clemencia y todas las que trabajan en el taller viven de su trabajo, si no venden no tienen ingresos; actualmente no tienen un lugar de venta fijo, venden en exposiciones en el instituto de artesanías y otros e imparte talleres en el museo textil; es a través de su trabajo que han encontrado la manera de salir adelante.
Yemmy Sierra. Amante de la artesanía, la comida, la vida y la buena compañía por lo que a menudo me encuentran en ferias y exposiciones junto a mi familia. Apasionada del aprendizaje, siento repentinos e intensos llamados que me han llevado desde estudiar japonés hasta loditos uno en cerámica. Me gusta sobreanalizar la vida, sumergirme en mis pensamientos, encontrar nuevos caminos, recorrerlos y desrecorrerlos. Aún conservo la esperanza en la humanidad y creo que cuando cambie yo, cambiará el mundo: he encontrado en el emprendimiento la manera de sublimarme.
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