Por Yuriko Alhelí Hidalgo Martínez.
Botellas de tequila sin tequila, cabarets adornados con flores, lágrimas y melancolía, la más grande pasión exhalada por cada poro y desgarradoras letras en una potente voz que buscaba libertad y que le cantó a cada mujer que pisara la tierra, a todas aquellas merecedoras de amor y respeto; y un amor tan profundo por México, la música y la vida, que prefirió dejar su último aliento en un escenario antes que caer en su lecho y dedicarse a descansar. Que los mexicanos nacemos donde se nos plazca, que la vida es mucho más que seguir tradiciones familiares, sociales y culturales; que es más grande el canto de quien se siente libre en su propio cuerpo que todas aquellas críticas nacidas en el morbo y en la construcción del mismísimo “qué dirán”. Cine Caníbal nos presenta la historia de una de las más grandes intérpretes del bolero mexicano, abordando su vida profesional y privada en forma de documental; ha llegado a las pantallas una recopilación de anécdotas, momentos, canciones y aplausos de la gran Chavela Vargas, la cantante nacida en Costa Rica pero forjada en México, donde vivió, sufrió y murió, pero sobre todo, donde amó la vida.
El 17 de abril de 1919 nace la leyenda: María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano. Envuelta en una vida de maltrato emocional, limitaciones morales y compromisos sociales y religiosos, Chavela Vargas, como se hizo llamar desde 1942, decide dejar su natal Costa Rica para llegar a México, la tierra que tanto la llamaba, que la vería crecer en grandes proporciones, que le enseñaría de la forma más ruda y bella lo que es la vida, y donde encontraría a los dos fieles compañeros que permanecerían con ella hasta el día de su muerte: el arte y la soledad. A pesar de todo lo bueno y significativo que encontró en México, no fue el único lugar donde radicó, ya que muchos de los momentos más felices de su carrera profesional muy probablemente fueron encontrados en España, donde la gente recibió su estilo tan único de la mejor manera. No obstante, su eterno amor por México, lugar en el que se enamoró de la vida, de la música y de las mujeres, la trajo de regreso cuando fue necesario.
A través de entrevistas, fotografías originales, respuestas directas, fragmentos de presentaciones y testimonios de quienes la vieron y la sintieron, el film «Chavela Vargas» hace un recorrido por todo aquello que influyó en el levantamiento de ese ser tan complejo y peculiar, esa mujer que decidió que con pantalón se sentía más cómoda en una época donde el vestido era el pretexto perfecto para dejar de lado una opinión femenina. Con este detallado recuento de historias se retrata una parte del gran monstruo de los escenarios pisados por hispanohablantes, escenarios que se vieron teñidos por su peculiar voz y sus inigualables sentimientos. Catherine Gund y Daresha Kyi capturaron una historia de amor no convencional, un amor que iba más allá del género y los tabús, que trascendió gracias a su autenticidad, su sinceridad y su grandeza. Un amor tan puro que no se limitaba a lo conocido y esperado, que siempre aspiraba a más. La temprana independencia, la desolación y la falta de comprensión forjaron las alas de un ser que aunque rompió con estereotipos, le dio veracidad a una de sus frases más célebres, con la que se resume la asíntota de su existencia: “Lo supe siempre. No hay nadie que aguante la libertad ajena; a nadie le gusta vivir con una persona libre. Si eres libre, ése es el precio que tienes que pagar: la soledad”.
Chavela Vargas desapareció durante doce años, se alejó del escenario y del pensamiento de muchas personas que un día cantaron sus sentimientos, pero cuando volvió, lo hizo para no irse nunca más; Chavela vive en el corazón y en la memoria de todo aquel que toma una botella y se embriaga de recuerdos, de aquellos que no encuentran el sendero, pero que siguen caminando, de los que dejan el alma en lo que hacen y de los que le son fieles a sus sueños, y que incluso escalan el Tepozteco en la búsqueda de su propia voz.
Con imágenes cortesía de Cine Caníbal.
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