Por Asfaltos.
Tras haber sacudido la entrega 89 de los Premios de la Academia con su reconocimiento a «Mejor película» por «Luz de Luna» (2016) -en aquella ceremonia donde le ganó el premio a «La La Land»-, el realizador estadounidense Barry Jenkins llega una vez más con una cinta que ha dado ya de qué hablar en la presente temporada de reconocimientos cinematográficos. Bajo el nombre de «Si la colonia hablara», Jenkins vuelve a tocar temas complejos a partir de una sincera y linda historia de amor.
Es probable que el nombre de la cinta en español para Latinoamérica -el nombre en España me parece sin duda más acertado: «El blues de Beale Street»- no resulte del todo muy clarificador o atractivo, pero eso no deja que la cinta renuncie a tener algunos elementos que creo yo la hacen atractiva para quienes finalmente terminen por ser cautivados.
La historia comienza en la compleja y siempre polarizante ciudad de Nueva York, siguiendo el amor de los de la pareja de afroamericanos «Tish» Rivers («KiKi» Layne) y «Fonny» Hunt (Stephan James). Sabemos, desde el inicio de la película, que sin embargo no todo ha sido sencillo y que de hecho tendrán que remar contra la muy pesada corriente. La batalla no solo se derime en el mundo exterior, donde el tema racial sigue siendo una constante en muchos lugares en aquella nación; sino también en el interior, donde en teoría todo debiera moverse más pacíficamente, como por ejemplo en la casa.
Como toda buena historia de amor, «Si la colonia hablara» consigue convertirnos en auténticos cómplices de una pasión arrebatada, donde el añadido de la magia de la juventud mantiene todo junto, inclusive en los momentos más difíciles. Jenkins ejecuta una vez más de gran manera una historia que se mantiene a partir de este principio; pero como también ya afirmé, aprovecha esta misma solidez para empezar a presentarnos una serie de elementos que suman al debate de temas más complejos.
Sí, aparecen el racismo y la mala relación familiar de parte de uno de los protagonistas, pero también salen a flote otros temas como la corrupción en la impartación de justicia, las leyes laxas y hechas a la medida, y el maltrato a los prisioneros, o simplemente el sufrimiento de vivir tras los barrotes -sobre todo cuando se trata de «presuntos culpables»-. Todo, girando alrededor del valor del amor, que sin caer en lo cursi, es el elemento central que cohesiona a una película que resulta entretenida.
Sin embargo también hay que decir que la cinta resulta quizá menos redonda que la ya mencionada «Luz de Luna». Por ejemplo el tema del ritmo, que si bien es un elemento más que ayuda a la narrativa, en este caso termina por ser cansado y alargar una cinta que quizá más parejita hubiera resultado más concreta. De hecho, la película empieza bien, hasta que después comienza a caerse un poco dejándonos la sensación de un innecesario alargamiento que termina por cansar…
A pesar de lo anterior, que es en realidad lo más significativo dentro de lo que no me pareció del todo perfecto, las actuaciones y la música -por poner otro ejemplo- las considero sin duda más sobresalientes. Eso sí, la labor de Regina King como Sharon Rivers -madre de «Tish»- no me pareció tan impresionante; lo anterior tomando en cuenta su reciente reconocimiento como actriz de reparto en los pasados Globos de Oro. La música, y por eso escribía que el nombre de la película en España me parece más adecuado, es importante: siempre presente, en un tono melancólico que contrasta con la rudeza que rodea a esta pareja, la música es un elemento fundamental en «Si la colonia hablara».
Para ir sumando a su visionado previo a la carrera rumbo al Oscar, la recomendación es que acudan a ver «Si la colonia hablara» y así saquen sus propias conclusiones. ¿Qué, le van a entrar a una futura quiniela? Se aceptan sugerencias.
«Si la colonia hablara» llega a cines a partir de hoy viernes 25 de enero. Consulten las carteleras de sus cines más cercanos, o de los que más les agraden.
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