Tlatelolco: Verano del ’68

Por Aldo Sotelo Lázaro.

Una película que llega a poner limón a una herida que sigue abierta desde hace 44 años.

La poca memoria histórica que tiene la sociedad mexicana se ha visto reflejada un sinnúmero de ocasiones en hechos que van dando forma al acontecer cotidiano del ciudadano. El cine, como fenómeno social puede cumplir con muchas funciones, en este caso, la película de Carlos Bolado en un muy bien logrado propósito conjunta una obra con sentido social y de esparcimiento.

Tlatelolco: Verano del '68.

Lo interesante de esta propuesta es el contexto en que se presenta y la «actualidad» que puede llegar a representar. En un año de elecciones donde el partido de antaño volverá a ocupar la silla presidencial, de la reactivación del sector estudiantil en la vida pública, es casi inevitable poner en comparación pasado con presente. La herida vuelve a abrirse, Tlatelolco ciudad moderna, de contrastes; héroes, villanos, ricos, pobres, personas.

Si bien, la historia principal se centra en llevar a Romeo y Julieta una vez más a pantalla grande, la experiencia no resulta tediosa o aburrida. Las referencias históricas y una trama sencilla, limpia y adornada por la actuación de un cada vez más en su punto Roberto Sosa, el talento desbordante y en ascenso de Cassandra Ciangherotti, quien junto al joven actor Christian Vázquez llevan las emociones de lo que significa participar en un movimiento estudiantil.

Uno de los puntos que nunca se deben dejar de lado tratándose de una película de época, es el arte y los elementos de los que Bolado se vale para lograr transportarnos a la efervescencia de los años sesenta. Por el lado del arte, no podemos dejar de mencionar la extraordinaria ambientación de los personajes, el vestuario y los props utilizados han sido los necesarios para cumplir con el propósito. Por otro lado, el material de stock que se utiliza para contextualizar los distintos momentos del filme, son bien utilizados sobre todo en la primera parte de la historia.

Sin duda es un gran logro del cine mexicano, poder hablar una vez más de temas que hasta hace unos años eran considerados tabú, o incluso prohibidos. La película, que se pudo ver por vez primera en esta décima edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, llega a las salas este 30 de noviembre y vale totalmente el boleto de entrada para disfrutar del trabajo de tantas manos que están detrás de lo que se intenta constituir como la industria del cine mexicano. Todo este trabajo se Reconoce.

Imagen cortesía de Cinetc…