Por Asfaltos.
El fin de semana pasado me lancé al cine con mi hermano para ver la esperada «Shin Godzilla», que tuvo su estreno exclusivo en la cadena de cines Cinemex. La cinta, producida y distribuida por la legendaria Toho, es el nuevo reinicio de la famosa franquicia del monstruo japonés; «Shin Godzilla» representa la cinta número 31 de la serie, y fue codirigida por Hideaki Anno y Shinji Higuchi, con guión de Anno y efectos especiales dirigidos por Higuchi.
Godzilla llegó a las pantallas por vez primera en 1954 de la mano del también nipón Ishiro Honda. El monstruo, uno de los más famosos a nivel mundial y emblema de la cultura cultura japonesa del siglo XX, nació como una suerte de metáfora del tremendo drama que resultó tras el lanzamiento sobre Japón de dos bombas atómicas por parte de los Estados Unidos de América en 1945. Sin embargo con el paso de los años, y una vez dejado atrás el drama de Hiroshima y Nagasaki, Godzilla se transformaría para convertirse en un personaje moldeable que en muchas ocasiones terminaría siendo inclusive un héroe frente a otras amenazas que no le eran rival.
Con ese antecedente, sin más que la propia imagen del póster y la idea clara de que lo que se buscaba con «Shin Godzilla» era reiniciar la franquicia con bases muy fuertes y sólidas en su origen, es como llegué a una sala a medio llenar de Cinemex en pleno domingo. Las luces se apagaban para ver a Godzilla, que como bien me repetía mi hermano, «no podría verse de otra manera que no fuera en una pantalla grande».
Las acciones no se hacen esperar. Desde que la cinta comienza nos percatamos de varios incidentes que ocurren en las bahías japonesas por causas difíciles de definir. En un centro gubernamental, donde prácticamente ocurre la mayor parte de la película, los encargados de las vidas niponas titubean al momento de tomar una decisión, mientras la amenaza que surge del mar se acerca a tierra firme. De inmediato, sin que se tomen aún cartas sobre el asunto, un monstruo se arrastra por la tierra firme japonesa destruyendo todo lo que se encuentra a su paso. Las imágenes nos recuerdan a un tsunami repentino para el que nadie estaba preparado. La amenaza al final toma forma, una que por cierto resulta más amenazadora. Se trata de Godzilla, un monstruo para el que no hay acción preventiva planeada.
La película me resultó muy entretenida, primero porque cuando uno va a ver una película de Godzilla (sobre todo japonesa), se debe dar por entendido que lo que se va a ver es algo que no se toma muy en serio; aunque por ese mismo acercamiento, por esa forma de retratarlo, suele ser inclusive más incisivo y crítico que lo que por ejemplo los estadounidenses han realizado con el monstruo. Los diseños del primer monstruo podrían parecer risibles para quienes estamos más acostumbrados al derroche de efectos especiales estadounidense, sin embargo los efectos más prácticos y hasta artesanales de esta «Shin Godzilla» pagan así un tributo a la primera cinta de la franquicia. Los movimientos del Godzilla ya conocido, así como sus ataques nucleares, resultan un agasajo para quienes disfrutamos del legado de un personaje que difícilmente pasará de moda, aún cuando la tecnología le rebase.
Pero si bien Godzilla nuevamente es la estrella de la película, lo que sorprende y se disfruta de esta nueva «Shin Godzilla» es que el monstruo en realidad aparece en pantalla muy poco, ya que como mencioné, todo sucede en realidad en un cuarto donde los responsables del gobierno nipón tienen que decidirse por actuar antes de que todo sea muy tarde. Nuevamente con referencias a los ataques por bombas atómicas de 1945, pero con menciones muy claras también al terremoto y tsunami de 2011, «Shin Godzilla» vuelve a convertirse en una metáfora de ese ataque inesperado para el que por mas que uno se prepare, nunca se está listo. Pero no, no se asusten, Godzilla aparece poco en pantalla, pero siempre está presente, pues esa amenaza que representa es el hilo conductor de una cinta donde son los humanos quienes aparecen constantemente como ese elemento de la balanza que hace que las cosas se logren o de plano se precipiten hacia un abismo.
A quienes esperan una cinta de destrucción a «la gringa», «Shin Godzilla» podrá no ser de su gusto, pues la estética misma da cuenta de que se encuentra uno frente a una producción absolutamente distinta. Pongan mucha atención a las imágenes, porque esas en las que la monstruosidad de Godzilla se contrapone a la belleza del entorno, son parte esencial de una cinta a la que uno debe de acudir como un homenaje muy respetuoso y sentido hacia un ícono del cine.
Yo la verdad me la pasé muy bien, poniendo más énfasis en el entorno de la historia que en los detalles de ésta que pudieran resultar confusos para quienes gustan de ponerles atención. Al final es una representación de un caos para el que como ya dije, uno nunca se encuentra preparado.
«Shin Godzilla» puede disfrutarse ahora mismo en 180 complejos Cinemex de 70 ciudades del país. Sí, absolutamente recomendable.
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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