Hablemos en plural

Por Aranzazú Martínez Galeana.

El pasado 21 de marzo, aparte de la primavera y el natalicio de Benito Juárez, se celebró el Día Internacional de la Discriminación Racial pero, ¿cómo mexicanos qué tanto podemos celebrar?, ¿realmente hemos conseguido consolidarnos como un país pluricultural? El discurso oficial señala que desde 1992 México lo es. Sin embargo, la realidad pinta distinta. A pesar de que el censo del 2010 realizado por el INEGI señaló que en nuestro país 15.7 millones de personas se sienten indígenas,  alrededor de 6 millones 695 mil 228 personas de 5 años y más  hablan lengua indígena y casi un millón de los encuestados no habla español, los números no bastan para poder catalogarnos como una nación pluricultural. México es más que estadísticas y reportes cualitativos. México es cada uno de sus habitantes. Cada uno. Aunque por momentos parece que lo olvidamos, o mejor dicho, simplemente lo ignoramos.

Hablemos en plural.

De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS), el principal problema que perciben las minorías étnicas de nuestro país es la discriminación con un 19.5% seguido de la pobreza con un 9.4% y colocándose en un tercer lugar el apoyo del gobierno con un 8.8%. Como mencioné anteriormente, estos son números que van y vienen. Pero, ¿realmente se reflejan en nuestro actuar diario? Si reflexionamos brevemente nos daremos cuenta que sí. Se perciben tan contundentemente que duele asumirlo. No hay peor insulto que le puedas hacer a alguien que decirle “indio”, ¿cierto? ¿Desde cuándo el ser catalogado como tal dejó de ser un símbolo de orgullo y tradición para convertirse en un adjetivo que señala y encasilla? Si nos remontamos a la historia nos daremos cuenta que el pueblo mexicano es un combinación de culturas, de razas, de sangre. ¿Por qué entonces entender a México bajo categorías que no le corresponden? ¿Por qué dividir lo que nos da identidad? Esa doble moral en la que como mexicanos vivimos nos condenó, nos condena y nos condenará a menos que nos miremos en el espejo del pasado y tratemos de entender nuestro presente con cada una de sus aristas; con cada una de sus piezas que conforman el mosaico cultural del que México es heredero.

¿Cómo mantener unido el rompecabezas si las oportunidades son desiguales? Según la ENADIS 4 de cada 10 personas pertenecientes a algún grupo étnico considera que no tiene las mismas oportunidades para conseguir trabajo, 3 de cada 10 afirma que no recibe el mismo apoyo que las demás personas por parte del gobierno y finalmente, 1 de cada 4 cree que no tiene las mismas facilidades para tener acceso a la educación o a los servicios de salud. Rigoberta Menchú dijo alguna vez: “Nosotros no somos mitos del pasado, ni del presente, sino que somos pueblos activos. Mientras que haya un indio vivo en cualquier rincón de América y del mundo, hay un brillo de esperanza y un pensamiento original”. Esa esperanza de la que habla no se podrá mantener viva a menos que se trabaje de forma incluyente considerando de forma integral a toda la población. México es sabores, tradiciones, colores, vestidos, música, lenguas, comida, aromas, paisajes; es de Norte a Sur, de costa a costa, es un rompecabezas y si alguna de sus piezas no se incluye, no está completo, ¿cierto? México es contradicción pura, y según Bretón surrealista, pero más allá de adjetivos calificativos, es un país que debe reconocerse como tal, debe mirarse al espejo y entenderse. En otras palabras, no debe entenderse en singular sino en plural.