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Por Elizabeth Aguilar Quintana.
Madre, tu hijo no ha desaparecido. Madre, que yo lo encontré andando contigo. Lo veo en tus ojos, lo oigo en tu boca, y en cada gesto tuyo me nombra. [1]
Un día para celebrar la dicha de ser madre, el festejo de un logro, pero no cualquier triunfo, el mayor regocijo, un día que se reconoce el arduo trabajo de una madre en la búsqueda del bienestar de sus hijos.
Sin embargo, la felicidad se vio ensombrecida, 400 madres marcharon en la Ciudad de México para exigir la búsqueda de sus hijos, un día sin felicidad, día de lágrimas por su familia perdida, jóvenes enmarcados bajo el título de “pérdidas colaterales”.
El pasado 10 de mayo representó el recuerdo de la pérdida, la incertidumbre, muchas de las madres que se manifestaron, no tienen la certeza de la muerte de sus hijos, solo saben que se encuentran desaparecidos, es por eso que los integrantes de la «Marcha de la Dignidad Nacional” se mostraron con lágrimas buscando justicia para con su familia.
En una época en la que sin tener una guerra existen a enero del 2012 aproximadamente 50,000 muertos, es inconcebible la inexistencia de una base de datos, en la que se refleje la muerte de cada uno de ellos. Es incomprensible creer que muchas de las muertes representen sólo daños colaterales para el gobierno mexicano.
Como sociedad debemos exigir transparencia en la lucha entablada contra la criminalidad, no se puede alegar que las pérdidas carecen de importancia, no conocen, ni si quiera pueden imaginar la soledad e incertidumbre por la que sufren las madres.
Amnistía Internacional es una organización que desde hace más de 36 años, ha venido implementando estrategias de acción, movilizando a sus grupos de activistas, miembros individuales y simpatizantes para lograr contribuir con el respeto universal de todos los derechos humanos.
Podemos sumarnos a la lucha de las madres y las acciones de Amnistía Internacional, no debemos permitir que las muertes o las desapariciones queden impunes, exijamos la transparencia en cada una de las acciones del gobierno y una clara impartición de justicia para las víctimas tanto de los feminicidios como de las muertes a manos del crimen organizado.
Exijamos justicia, si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia.[2]
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