No se vive, se sobrevive, pt. 5.
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No se vive, se sobrevive, pt. 5

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    Empieza nuestra pesadilla: Angélica Sánchez Arabedo.

    Por Claudia Alonso Rosas.

    En teoría, la policía está para ayudar a la ciudadanía, sobre todo en este tipo de casos, pero en la realidad no sucede así. Las personas que son entrevistadas por este medio se quejan de la insensibilidad e ineficiencia que éstas presentan a la hora de hacer una denuncia o las investigaciones.

    No se vive, se sobrevive, pt. 5.

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    Los hermanos, padres, esposos, hijos u otros, tienen que hacer el trabajo de las autoridades porque si dejan todo en sus manos, meses después salen con que ya no se le va a dar seguimiento al expediente porque no tiene caso, pues según ellos se fueron porque quisieron.

    El 26 de marzo del 2012 empezó la pesadilla de Irma Alicia Trejo Trejo. Su hijo Francisco Albavera Trejo de 22 años, debía de asistir a la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA), la cual pertenece al Instituto Politécnico Nacional (IPN).

    Ella lo fue a dejar al metro Pantitlán como a las 6:30 de la mañana, pero no llegó a la escuela.

    Ese día lo esperó hasta la hora en que regularmente llegaba. Lamentablemente el tiempo fue pasando y Francisco no se presentaba, ahí fue cuando su madre trató de contactarlo pero no contestaba mensajes ni llamadas.

    A las 6:30 de la tarde logró tener contacto con un supuesto amigo de su hijo; éste chico le dijo que él no sabía nada, pero hay otro amigo que recibió un mensaje, el cual se llama Rodolfo, mejor conocido por Francisco como Reno.

    En este mensaje le decían que a su hijo lo tenían guardadito y que llamarían más tarde para pedir rescate. No se comunicaron.

    Las autoridades no querían levantar la denuncia porque decían que eso no era un secuestro, pues un mensaje tan light no lo envía un secuestrador.

    Además le afirmaron que su hijo se había ido porque quiso. Alicia cuestiona el porqué las autoridades le dicen eso, cuáles son las pruebas que tienen, ella quiere que se las muestren.

    Ni el MP ni el Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) la han ayudado con la investigación. Ella y su esposo han hecho de policías porque la Fiscalía Antisecuestros, a cuatro meses de lo ocurrido, les dijo que como no habían tenido requerimiento de una negociación, no lo consideraban un secuestro.

    Alicia pensó que podría recibir ayuda de la escuela de su hijo. UPIICSA le permitió por un tiempo poner unas lonas, pero desde que inició este nuevo semestre que ya está a punto de concluir, las quitaron porque “cómo va a ser la reputación de su escuela de que un chico esté desaparecido, éso es lo más importante para ellos”, dice Alicia con ironía.

    También fue a jurídico de Zacatenco donde le dijeron que la institución no podía ayudarle en nada porque sólo se ocupan de asuntos jurídicos, no de alumnos.

    C O N T I N Ú A . . .

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