Por Asfaltos.
Con el reciente éxito en taquilla de «Glass» de M. Night Shyamalan, y el resultado venturoso en lo respecta a su ejecución y contenido –mismo que les compartí en mi reseña de la película-, me quedé pensando en la importante lección que el director indio pudo haber brindado a los grandes estudios de cine empedernidos en crear y explotar el cine de superhéroes. Claro, eso si los grandes estudios están dispuestos a siquiera atender la lección… En la pasada semana una noticia proveniente del interior de DC me hizo aumentar mis esperanzas.
El ex artista de DC, Ethan Van Sciver, reveló un dato más en lo que respecta a conocer a fondo el fracaso que significó «Liga de la Justicia«. «La película de la ‘Liga de la Justicia’ fue un desastre catastrófico para Warner Bros. y para DC, para el DCEU«, explica Van Sciver. «Lo que sucedió fue que estaba en marcha con un presupuesto de US$350 millones con Zack Snyder… Se tomó la decisión de que Joss Whedon entrara y terminara la película. A Joss Whedon no le gustó lo que vio, aparentemente, y pidió cerca de US$300 millones por lo que escuché. […] él básicamente pidió un presupuesto de producción enorme, casi igual al original, para volver a filmar y terminar ‘Liga de la Justicia’.»
Sin contar los costos de promoción -en muchas cintas de este tamaño casi del doble del presupuesto de producción-, «Liga de la Justicia» significó una inversión de aproximadamente US$300 millones, mientras que la recaudación fue de apenas US$657 millones. Es decir, de ser cierto lo que el ex artista de DC reveló, el presupuesto fue del doble de lo que creíamos, y por lo tanto las pérdidas resultaron todavía más significativas. Con lo anterior, es de imaginarse el razonamiento de que el líder del DCEU, Geoff Johns se bajara del barco; que Joss Whedon no continuara con su proyecto de la película de «Batgirl» -aún y cuando las razones oficiales fueron otras-; y que Diane Nelson soltara el puesto de presidenta de DC Entertainment.
Con el éxito tremendo de «Aquaman» -ésta sí yo creo con varios «asegunes» en lo que respecta a su manufactura-, las esperanzas de un nuevo rumbo en DC se volvieron a asomar. La cinta en taquilla global recaudó US$1.09 mil millones, por lo que los rumores de una secuela están más que firmes, sobre todo si es con la guía del director de la película, James Wan. Pues bien, fue James Wan quien reveló otra noticia que me hace también sumar a mis esperanzas de la ya mencionada lección de M. Night Shyamalan.
De acuerdo a Neil Daly, responsable de las proyecciones previas de las dos más recientes películas de la DC, James Wan acudió nada mas y nada menos que a Zack Snyder para poder retomar un poco el tono que había impuesto éste en sus dos primeras películas. El análisis, mostraba así, que el daño de la franquicia había sido consecuencia de Joss Whedon, pero sobre todo del rumbo y tono que intentaron encontrar a su llegada.
No, Zack Snyder no es para mí el Mesías que el cine de superhéroes había buscado (ojo que hice una analogía con su propio Superman), aunque para mí algo sí queda muy, pero muy claro. Como apunté en mi «polémica» defensa a «Batman v Superman», para mí lo hecho por Zack Snyder no resultaba un rotundo y bochornoso fracaso. Sí, desde luego que había errores en las dos películas de Snyder para el DCEU, pero para mí también había algo muy claro y positivo que es precisamente lo que M. Night Shyamalan entregó como lección para el ya muy desgastado género de superhéroes. Zack Snyder, a pesar de sus deficiencias, es un autor; por lo que tras la llegada de Whedon -consecuencia de un drama familiar para Snyder-, el rumbo de la franquicia se perdió y lo que empezó, mal o bien se perdió.
Con «Glass», M. Night Shyamalan volvió a demostrarnos la valía de tener a un autor detrás de una obra cinematográfica, y en este caso detrás de una trilogía como la que nos acaba de regalar. Con la libertad que le brindó el éxito de «Split», Shyamalan logró realizar lo que se le vino en gana, esforzándose con sus mejores capacidades y asumiendo riesgos frente a cómo tomarían público y crítica su más reciente película. Su control absoluto sobre lo que quería contar, y sobre todo la forma en la que quería hacerlo, son el reflejo del trabajo de un autor en plenitud y en libertad. En el arte, como en la vida, el fracaso es parte del éxito.
Por cierto, y como acotación, que eso de cine de autor no les signifique que nos encontramos frente a un cine superior, o «mamerto» -si gustan-; no, cuando hablo de cine de autor, hablo de un cine a partir del cual es posible encontrar el sello de quien está detrás de éste, sea éste bueno o sea éste muy malo. Es así que como Alfred Hitchcock fue un autor, también podemos decir lo mismo de Michael Bay; claro, ambos posiblemente en extremos muy radicales, pero autores al fin.
Tras el éxito de «Aquaman», el interés de Warner Bros. por una secuela aumentó de manera importante. Claro, para que ésta funcione, el estudio busca que James Wan regrese a la silla del director. ¿Recuerdan que cuando triunfó «Mujer maravilla» lo mismo sucedió con Patty Jenkins? Quizá, dentro del desastre que sigue siendo DC, la lección por mantener a los autores detrás de sus proyectos sí sea una que hayan aprendido y asumido, no con pocos golpes y tropiezos de por medio. Si me preguntan, yo prefiero mil veces el desastre de este tipo de decisiones, que la monótona perfección del control de daños de Marvel y sus películas de molde y con pocos o nulos riegos. Ahora, claro, se me olvida que todo es negocio, y que como en toda buena industria lo que se busca es minimizar riesgos, ¿pero se vale soñar, no?
Asfaltos. Sobrevivo en una ciudad junto a millones de personas. ¿Mexiqueño? Me enamoro rápido y olvido difícilmente. Amo la música, el cine, los cómics, las mujeres y -últimamente gracias a los servicios de streaming– las series también. Vivo la vida a través de letras y melodías. Músico frustrado. Me pueden encontrar escuchando U2, Radiohead y Coldplay; así como Grand Funk Railroad, Styx y Eric Burdon; Chetes, Jumbo y Siddhartha; y hasta Jesse & Joy, Silverio y Aleks Syntek. Batman y Star Wars mis pasiones; también el Cruz Azul, pero ya saben… subcampeonísimo. Sobreviviente y náufrago; ermitaño que odia la soledad.
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